Ruido de sables, de 'ratings', de bolsas y de Zika
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A medida que en España despunta la posibilidad de que las fuerzas del cambio tengan voz y voto en el próximo gobierno estatal, arrecian noticias y declaraciones agoreras sobre el tsunami económico que se nos estaría viniendo encima.
No pasa una semana sin que el comisario europeo de Finanzas, Pierre Moscovici, recuerde la obligación inminente de recortar el gasto público en 9.000 millones de euros. Al mínimo estornudo de las bolsas nacionales e internacionales -provocado por la caída del crudo, las mediocres perspectivas chinas y una recuperación ectoplásmica del consumo- las portadas y las pantallas de plasma expectoran advertencias gráficas y titulares gruesos por si acaso alguien se empeña en formar el gobierno equivocado. De pronto, un mes y medio después de que el bipartidismo español se cayera del pedestal, los inversores se marchan -nadie especifica que son especuladores-, el dinero se refugia en el oro, las operaciones privadas se hunden, la prima de riesgo cacarea, las salidas al parqué se multiplican por cero, las ventas de móviles se desploman y el virus Zika se cierne sobre la salud del planeta como una invasión de extraterrestres de serie B, a ser posible con coleta. Todo, absolutamente todo, se mete en el saco del jarabe-placebo de pánico y conformismo que nos quieren colar de balde a los ciudadanos por la rendija de esperanza y de libertad que se ha abierto en España.
Este país vive una nueva transición. Como en aquella de los años setenta, hay ruido de sables de fondo, es decir, amenaza más o menos velada de paralizar el cambio por parte de fuerzas externas a la democracia. Sólo que hoy, los adversarios de la transición no se atavían con casco, tabardo, galones y metralleta. Han aprendido; son más sutiles. Visten corbata y trajes entallados en la Avenue Louise de Bruselas, la Vía Veneto de Roma, o la Calle Serrano de Madrid. Tienen cuartel en los recónditos laboratorios de agencias de calificación de la deuda, que se deben a las finanzas especulativas más que a la economía productiva. Salen de desfile durante las reuniones del Eurogrupo. Practican retiro espiritual en el consejo del Banco Central Europeo. En vez de trinidad, tienen troika. Y lo más sorprendente es que esta vez las instituciones de la UE están jugando un papel estelar en la eventual asonada financiera. Van de elefante blanco. De negociador neutro y desinteresado.
Sin embargo, la intención de estos poderes en la sombra es la misma que la de entonces, dirigir la democracia desde instancias no refrendadas por la voluntad popular. Las instituciones comunitarias, como sucede con las de España, representan a un cartel de intereses de banca y finanzas especulativas que ha decidido comprarse partidos políticos en cada país para ganar las elecciones sin necesidad de presentarse a ellas. Lo mismo que sucede con PSOE, PP, CDC o IU en España, partidos con deudas millonarias contraídas con la banca, pasa también con la inmensa mayoría de partidos políticos en los Estados miembro de la Unión.
No obstante, en España ha habido un imprevisto. Los clientes de los hombres de negro han llegado tarde a las elecciones, y las fuerzas del cambio tienen motivos para que las políticas económicas y sociales den un giro de 180º en el nuevo gobierno que surja de las negociaciones en curso. De ahí que súbitamente se machaque con una artillería con sonido de apocalipsis fantasma relacionando el riesgo de recesión -real, sin duda- con la oportunidad de un gobierno de cambio. Sólo el ciudadano que tenga cada día tiempo y medios para dedicarse a la entomología informativa podrá enterarse de la película al completo. Por ejemplo, de que la sociedad española es la 2ª más endeudada del mundo, con más de un 400% del PIB, sobre todo por la deuda privada. De que el Estado español recauda a las empresas ahora 8.000 millones menos que hace un año debido a los regalos fiscales del buen gobierno de Rajoy. O que la duración media de los contratos no deja de hundirse desde 2008. O que la hucha de las pensiones está bajo mínimos porque los salarios han sido jibarizados de tal modo que no dan ni para financiar a plazos una corona de flores. O que cada día en España -y en la UE- cierran fábricas para deslocalizar la producción de lo que consumimos a países en donde no se respetan los derechos humanos, o los derechos laborales más básicos. O incluso que el norteamericano Bernie Sanders está protagonizando una campaña preelectoral inédita sin ayuda de los bancos y al grito de “¡No a una economía amañada!”, con promesas de cobrar impuestos a Wall Street para financiar un sistema de universidad pública gratuita.
Frente al fondo de la información, esta colcha ceniza con la que desayunamos cada mañana es una coartada. Su finalidad es descartar a las fuerzas del cambio de la conformación de un gobierno y dejar expedita la vía para un acuerdo de los partidos tradicionales y sus cabestrillos. Es cuestión, pensarán, de paciencia, de sentarse en plan trío de las Azores, con las piernas en la mesa, a fumarse un puro y a esperar que parezca un accidente.
Fernando Navarro Sordo dirigió durante 6 años la versión en español y las secciones de Política y Economía del medio cafebabel.com. Hoy, es coordinador de la Secretaría de Acción Institucional de PODEMOS.