Ruanda y la UE: Una memoria dividida del genocidio
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Emanuel Nevárez PagánLos eventos en conmemoración al genocidio de Ruanda ocurrido en 1994 han sido llevados a cabo a través del mundo por casi un mes, y están pautados para continuar hasta cumplirse los cien días. Aunque Ruanda es percibida como una tierra lejana y extraña, el legado de su genocidio tiene implicaciones para Europa y sus ciudadanos, mientras que sus repercusiones continúan siendo sentidas por muchos.
“Comprendí que no había comprendido nada”
Durante el 1 de abril el Centro de Artes Visuales Bozar en Bruselas fue sede de una conferencia literaria titulada Ruanda, veinte años después. Tres escritores africanos que habían publicado libros acerca del funesto genocidio de Ruanda en 1994 fueron invitados por el centro Bozar y la organización sin ánimo de lucro CEC para hablar de las limitaciones lingüísticas en este tipo de eventos. Las respuestas fueron directas.
"Comprendí que no había comprendido nada", indicó el senegalés Boubacar Boris Diop, hablando acerca de su experiencia en Ruanda cuatro años después de las grandes masacres que dejaron un saldo de más de 800.000 tutsis y hutus muertos en un periodo de cien días, el cual comenzó en abril de 1994. "Escuchaba a la gente pero no podía entender". Véronique Tadjo, nativa de la Costa de Marfil, señaló algo similar: "Algunas cosas no pueden ser dichas, deben ser expresadas de una forma distinta". Es por eso que ella, junto a Diop y el escritor y dramaturgo ruandés Dorcy Rugamba, han intentado escribir, cada uno de manera distinta, acerca del genocidio.
Rugamba, quien perdió varios miembros de su familia durante el genocidio, afirmó que "La memoria no es fidedigna, esta se desmorona fácilmente, por eso tuvimos que ubicarla en el lugar correspondiente, ya que fue un crimen ideológico, político, y eso es importante recordarlo, no surgió de 'diferencias tribales' o de un rencor ancestral". B.B. Diop lo confirmaba al asegurar que "la lógica del genocidio es una de obliteración, de mutilación". Todos estaban de acuerdo en que la ficción es una manera de devolverles su identidad a las víctimas. Sin embargo, la memoria perece permanecer dividida.
« Los muertos no están realmente muertos »
Esta conferencia fue parte de un grupo de eventos diseñados no tan solo para conmemorar el genocidio, sino también para aliviar las heridas abiertas de un pueblo africano agobiado por controversias. Proyectos como el de « Upright men », iniciado por el artista sudafricano nacido en Londres Bruce Clarke, serán exhibidos a nivel internacional y su emblema será instalado el 7 de abril frente a los cuarteles de las Naciones Unidas en Nueva York.
No obstante, la memoria de lo sucedido en el pasado continua siendo origen de controversias, aún entre algunos países pertenecientes a la Unión Europea. En Francia, la cual continua siendo criticada dentro y fuera de África por su papel previo y posterior al genocidio, una corte halló culpable el 14 de marzo al capitán de la antigua guardia presidencial, Pascal Simbikwanga, condenándolo a una pena de veinticinco años de prisión. El juicio de Simbikwanga, el primero en llevarse a cabo en Francia acerca de los crímenes cometidos durante el genocidio de Ruanda, ganó gran atención internacional y ha sido interpretado como una manera por parte de Paris de calmar sus tensiones con Ruanda, en donde el partido llamado Frente Patriótico de Ruanda (FPR) ha acusado frecuentemente a Francia de haber protegido oficiales del régimen genocida hutu.
Ayudas, desarrollo y guerra
La memoria del genocidio se encuentra en el centro de la relación entre la Unión Europea y la pequeña nación central de África. Para el 2006, Ruanda recibió 585 millones de dólares estadounidenses en ayudas públicas para promover su desarrollo, lo cual significó cerca del 24% de su ingreso nacional bruto, y la mitad de su presupuesto gubernamental. La Comisión Europea fue la segunda entidad política que más donó en el 2007, con una suma de sobre 85 millones de dólares.
Ruanda es uno de los recipientes más exitosos de ayudas extranjeras: logró recuperarse de las devastaciones del 1994 para convertirse en una de las historias de recuperación económica africana más sobresalientes, su capital, Kigali, desarrollando un auge en el área de bienes raíces, y estableciendo un promedio nacional de crecimiento anual de 8.1% entre 2011 y 2012. La reconciliación ha sido uno de los objetivos oficiales fundamentales del nuevo régimen del partido FPR y su presidente Paul Kagame: censos étnicos o cualquier alusión étnica con respecto a tarjetas de identificación raciales han sido prohibidas, no obstante algunos ciudadanos aún denuncian actos discriminatorios. Por otra parte, el ex-ministro belga de asuntos extranjeros y ex-comisionado europeo de desarrollo y ayuda humanitaria Louis Michel declaró en febrero su apoyo al régimen de Kagame: « Estoy sumamente impresionado por los cambios positivos que se han realizado a causa del éxito económico y social de Ruanda ».
Sin embargo, algunos han acusado al presidente Kagame de autoritarismo e indican que el partido FPR de Ruanda ejerce un gran control sobre el país, sin dejar lugar a otros, utilizando la memoria del genocidio para subyugar la oposición. El reciente asesinato de Patrick Karegeya en Sudáfrica durante la víspera de Año Nuevo, antiguo jefe de inteligencia extranjera del presidente Kagame y quien sufrió una ruptura con éste último, ha agravado no tan solo la relación de Ruanda con Sudáfrica, sino también su relación con uno de sus mayores contribuidores de ayuda extranjera, los Estados Unidos. Por otra parte, según un reporte publicado por las Naciones Unidas en el 2012, Kagame financió rebeliones en la ciudad vecina de Kivu, en la región este de la República Democrática del Congo, en la cual sus ricas fuentes de minerales y otros recursos naturales continúan fomentando una de las guerras más sangrientas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Y en Bruselas?
Aún en Bruselas el impacto de lo que sucede en África central puede ser sentido con gran fuerza: los disturbios de Matongé en el 2011 son uno de estos ejemplos, en donde expatriados congoleños, furiosos por lo que percibieron en la RDC como unas elecciones presidenciales manipuladas por intereses extranjeros, comenzaron a llevar a cabo protestas en el municipio de Ixelles. Lo que allí parecieron como posibles casos de brutalidad policiaca habían incitado a los protestantes, comenzando así dos semanas de disturbios, en donde varios ruandeses fueron blancos de violencia y gran parte del área alrededor de chaussée d’Ixelles sufrió daños considerables.
A pesar de haber tomado lugar a 6,000 kilómetros de Bruselas, el genocidio de 1994 ha tenido consecuencias de gran alcance: la participación de la Unión Europea en un país tan remoto, intereses indirectos en una guerra que ha destruido la parte este de la RDC, humillación y controversias francesas, un papel en los disturbios de Bruselas en el 2011, pero principalmente, la destrucción de vidas y memorias por igual.
Uno de los escritores invitados al centro Bozar, Dorcy Rugamba, recuenta como regresó a Butare, su pueblo nativo: « Regresé a Butare, el cual conozco como la palma de mi mano, sin embargo, no lo reconocí. Estaba poblado de rostros desconocidos. La mitad de sus pobladores habían sido asesinados, y la otra había huido al Congo ».
Translated from Rwanda and the E.U : commemorating a genocide's divisive memory