Richard Corbett: cervecitas y política europea
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Fernando Navarro SordoEl europarlamentario de Leeds, Richard Corbett, trata con nosotros sobre campos diversos, como la protección de animales, la variedad de cervezas, las patentes de software o la Constitución Europea.
Corbata multicolor flotando al viento de la primavera en la parisina Place de Vosges, el eurodiputado laborista Richard Corbett comparte terraza de calle con café babel. Nada de taxis o de servicio de limusina para conducir a este británico por París hacia este cara a cara con la Eurogeneración: a pesar de sus 20 años de carrera política en la escena europea, Corbett no ha perdido su campechanía ni su carácter humilde.
Pequeños cerveceros, grandes políticos
A mi primera pregunta, “¿pido una cerveza para usted?”, Corbett corresponde con una sonrisa pícara, “Buena idea, ¿por qué no?” Son las doce y media: ni demasiado tarde para el brunch ni demasiado temprano para una cerveza para este miembro del Club de Cerveza del Parlamento europeo. Sea como sea, este encuentro de bebedores, que imagino como un oasis de sociabilidad en mitad de la jungla de comités bruselenses, no deja de ser un evento hedonista para los exhaustos representantes del pueblo.
En Bruselas todo es política, incluso la cerveza: “Cada seis meses organizamos una velada para presentar cervezas de una región determinada. Por lo general, pequeñas cerveceras nos surten la cerveza gratis y discutimos los temas que afectan a la industria de la cerveza; absorciones, que van en contra de la variedad en el género, o etiquetados fraudulentos.” Corbett desea que el consumidor europeo sepa lo que bebe en cada instante. Inesperadamente, se viene abajo mi plan para un brunch etílico por culpa de nuestro camarero francés: sólo puede servirnos bebidas calientes a la hora del brunch y es lo que hay, nos explica con desenfado –ni siquiera pagando más-. No hay directiva europea contra la inflexibilidad, de modo que bebemos té con nuestra tostada.
“Gran Bretaña es simple”
Para Corbett, que votó Sí cuando era estudiante en el referéndum británico de 1975 sobre la permanencia del Reino Unido en el mercado común recientemente creado, Francia siempre se ha mostrado más euroescéptica que Gran Bretaña. Desde su rechazo la Comunidad Europea de defensa en el parlamento en 1954 hasta el veto de de Gaulle a la entrada británica en la CEE en 1963; desde la ajustada victoria del Sí en el referéndum sobre el Tratado de Maastricht en 1992 al rechazo actual de la Constitución: “Francia siempre se ha mostrado ambivalente o dividida en Europa. ¡Comparativamente, la actitud de Gran Bretaña es simple!”
De todos modos, promocionar Europa en el Reino Unido no es tarea fácil; Corbett lo dice entre otras cosas por la hostilidad de la prensa británica hacia Europa: “Desde The Times al The Sun, desde la prensa seria a los tabloides, salen todas las semanas historias negativas sobre Europa.” De este modo, el rostro estandardizado de la UE es el de la estupidez o la maldad. “El efecto combinado de la prensa y de los partidos de oposición que tratan de controlar la opinión pública criticando a Europa dificultan la cosa. ¡Pero no tiramos la toalla!”
Desde Suiza a la isla
Corbett tiene sangre internacional en las venas. Desde que su padre trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS), su familia se trasladó a Ginebra durante años y él tuvo que acudir a una escuela internacional. “Cuando regresé a estudiar al Reino Unido, me resultó un país demasiado insular, en muchos sentidos algo provinciano. Enseguida quise que eso cambiara.” Corbett, vicepresidente del Movimiento Europeo en el Reino Unido, es un militante convencido de la idea de un Estado europeo federal. Dicho esto, en su web personal elude usar la palabra “federalismo”. ¿Será porque debe esconder su convicción del electorado euroescéptico? “Para la mayoría de los británicos, el federalismo significa la centralización completa en Bruselas, aunque no sea cierto: ¡el federalismo es lo opuesto al centralismo!” Es más, la UE no incorpora un sistema centralista, sino descentralizador. “¡La Comisión europea emplea a menos gente que el ayuntamiento de Leeds!” Es una verdad que cuesta hacer comprender a sus compatriotas, algunos de los cuales pasan en un autobús alquilado rozando nuestra mesa.
Larga vida a la constitución
Entonces, ¿posee este amigo británico de Europa sobre el futuro del continente? La típica de los políticos, una que no revela nada en concreto. ¿Podrían entrar en la UE países como Ucrania, Rusia o Marruecos? “Esta decisión está en las manos de generaciones futuras. A corto plazo debemos centrarnos en que la Constitución es necesaria.” Simplifica la base legal de la Unión significativamente remozando el complejo sistema de tratados que han ido superponiéndose a lo largo de 50 años. “Los Tratados son como vetas geológicas unas sobre otras que hasta los juristas comprenden con dificultad.” Pero hasta Corbett, portavoz del grupo socialista europeo en el Comité Constitucional del europarlamento, no se halla al cien por cien satisfecho con el texto constitucional. Piensa que habría que introducir un sistema bicameral para reforzar el papel del parlamento como cuerpo democrático. También la confusa tercera parte del Tratado, una amalgama de tratados previos, le parece que sobra dentro de la Constitución.
De las grandes ideas pasamos al día a día de un político comunitario. Un proyecto que concierne las sustancias químicas en nuestro cuerpo es lo próximo que va a debatirse, dice Corbett mientras mastica el último trozo de queso. Por lo visto, tenemos en nuestro cuerpo entre 30 y 60 sustancias químicas que no poseían nuestros padres. Para analizar y catalogar todas estas sustancias potencialmente peligrosas, la UE ha creado un programa llamado REACH, a pesar de las resistencias por parte de las industrias químicas. ¿Podrá la resistencia de los europeos a la Constitución atemperarse con semejantes esfuerzos por parte de la UE para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos? Buena suerte señor Corbett…
Translated from Richard Corbett: Bier und Europapolitik