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“¿Quiere la nacionalidad? Cásese con un italiano”

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Sociedad

La excesiva burocracia del ‘Bel’ país obliga a andar y desandar el mismo camino, multiplicando las dificultades y aumentando el coste de la obtención de la nacionalidad. La familia de Ljubomir Belakov ha querido seguir la ley y nos cuenta cómo le ha ido

Tras 18 años en Italia, para Ljubomir la nacionalidad sigue estando en dudaLjubomir Belakov tiene 23 años y vive desde hace 18 en Italia. Estudia Ingenieria Logística en la Universidad Politécnica de Turín, pero no es un estudiante Erasmus. Ljubomir llegó a Italia en 1991, procedente de Bulgaria con sus padres y su hermano más pequeño, y es el único de la familia que todavía no ha conseguido la nacionalidad italiana. Una burocracia increíblemente lenta y un obsoleto procedimiento administrativo convierten la solicitud de nacionalidad, para el que ha elegido vivir en Italia, en una odisea que llega a los límites del absurdo.

¿Por qué abandonaste tu país?

Mi padre dejó Bulgaria para venir a trabajar a Italia como ingeniero informático. Pocos meses más tarde, mi madre, mi hermano y yo nos reunimos con él.

¿Después de 18 años de estudio y trabajo, habéis conseguido la nacionalidad italiana?

Mi madre y mi hermano consiguieron la nacionalidad italiana a comienzos de 2005, mi padre pocos meses después. Yo, en cambio, no la he conseguido aún.

¿Por qué?

La primera solicitud la hizo mi madre, pidiendo la nacionalidad para ella y sus hijos, en el año 2002, tras diez años de residencia, tal y como está previsto en la ley italiana. En ese momento, yo aún era menor de edad. Pero en el año 2005, cuando terminó el procedimiento de solicitud, había cumplido, por pocos meses, los dieciocho años: mientras mi hermano, aún menor, y mi madre obtuvieron la nacionalidad sin ningún problema, yo he tenido que volver a empezar con la solicitud desde el principio.

¿En qué consiste exactamente esta solicitud?

Además de rellenar el formulario específico, hace falta presentar toda una serie de documentos como el certificado de nacimiento, el de antecedentes penales y el libro de familia. Deben pedirse en el país de origen del solicitante, traducidos y legalizados. En mi caso, cuando presentamos la primera solicitud, el oficial de la prefectura no quiso aceptar la documentación aportada por mi madre, considerándola insuficiente. Dijo que faltaban algunos documentos como los certificados de antecedentes penales tanto de mi hermano como los míos. Por eso el procedimiento de solicitud quedo paralizado casi un año. Pero cuando mi madre entregó los nuevos documentos, otro oficial le dijo que eran inútiles, al ser los hijos menores de edad y estar a su cargo. Finalmente, el procedimiento siguió su curso finalizando tres años después, en 2005, con una nueva sorpresa: en el transcurso de tiempo yo había alcanzado la mayoría de edad, con lo que no podía obtener automáticamente la nacionalidad. Al daño se une el insulto, era como si, ya mayor de edad, no fuese más hijo de mi madre. Tuve que volver a Bulgaria para conseguir, traducir y legalizar por segunda vez, todos los documentos que deben adjuntarse a mi nueva solicitud de nacionalidad.

Aunque su madre inició el trámite cuando él era aún menor de edad, la burocracia alcanzó a Ljubomir, quien cumplió 18 años y tuvo que comenzar de nuevo el camino, partiendo de Bulgaria para traducir y legalizar otra vez sus documentos. Una pérdida de tiempo y dinero

Después de cuatro años, ¿en qué punto se encuentra?

Aún en Roma, al menos eso me han dicho en el Ministerio de Interior. El trámite que la solicitud debe seguir comienza en la prefectura más cercana a la localidad de residencia. De allí va a Roma, al Ministerio de Interior, para ser evaluada, y finalmente a la embajada italiana del país de procedencia del solicitante. La solicitud vuelve recorriendo el mismo camino, pero al contrario. Después de escuchar a la embajada italiana en Bulgaria, mi solicitud ha llegado a Roma, en espera solamente de que le den luz verde.

¿Secuestrado en el Ministerio?

De hecho, el Ministerio de Interior es el verdadero cuello de botella de todo este complejo mecanismo burocrático: es allí donde se acumulan todas las solicitudes de nacionalidad italiana, tanto en el trámite de ida como en el de vuelta. Todo esto se podría resolver sencillamente saltándose el trámite de Roma y haciendo el camino más directo posible: de la prefectura a la embajada italiana en los diversos países. Pero ninguno tiene intención de facilitar y acelerar la práctica administrativa. El personal de la prefectura me ha dicho que el tiempo medio de cada solicitud, desde la presentación a la concesión, es de al menos cuatro años, mientras en la documentación oficial el tiempo previsto es de dos. Es ridículo. También porque, si lo añadimos a los diez años de residencia en Italia que son necesarios para iniciar la solicitud, hacen un total de catorce años que son necesarios para conseguir la nacionalidad. ¡Y todo esto en el mejor de los casos!

Ahora, por lo menos, has obtenido algo de experiencia en el campo de la burocracia italiana. ¿Qué idea te has hecho de ella?

Creo que todo esto es una terrible pérdida de tiempo y de dinero público. Lo es sobre todo cuando, como en mi caso, se hace comenzar de nuevo un trámite de solicitud que había sido ya aceptada, para volver a seguir un procedimiento completamente inútil. Pero también es el propio contexto lo que produce enojo. Cuando mi madre presentó la primera solicitud, enfadada preguntó al oficial de la prefectura por qué tenían que hacerle perder tiempo y dinero, y él contestó que no había nada que hacer, y que si quería conseguirlo más rápido, lo que tenía que hacer era casarse con un italiano.

Foto di Riccardo Villani

Translated from «La cittadinanza? Se vuole far prima, si sposi un italiano»