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¿Quiénes son los 'sbattezzati', los desbautizados italianos?

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Sociedad

En un país mayoritariamente católico (el 96% de los italianos según el Vaticano, menos según las organizaciones laicas), miles de ateos, de agnósticos y de aconfesionales envían cada mes a sus parroquias su declaración de abandono de la fe católica. ¿Quiénes son los 'desbautizados' italianos? ¿Anticlericales, disidentes políticos o simples ciudadanos conscientes de una anomalía? 

La desbautización no es solo una opción religiosa, es también una opción política. Pecado mortal a los ojos del dogma, la apostasía es un delito penal según el Código Canónico. Ahora bien, un elemento a menudo ignorado es que toda persona bautizada está sometida a las leyes de la Iglesia. "¿No hay que vivir en el Vaticano para que a una persona se le pueda aplicar el Código Canónico?". La respuesta es no. La ley italiana reconoce la autoridad de la Iglesia sobre sus fieles. Una excepción en Europa.

Los privilegios fiscales de la Iglesia en Italia han provocado un gran número de descontentosEn 2010, la Comisión Europea abrió una investigación que acabó en 2012, cuando la UE reconoció a Italia el derecho a no recuperar las generosidades concedidas al Vaticano

Desde 1999, la Iglesia tiene la obligación de conceder todas las peticiones de desbautización. "Es un gesto político, una señal importante que si fuera solicitada en masa podría ser reivindicada de manera colectiva, tanto si se es creyente como si no", explica Lorenzo, un sociólogo de 30 años.

"Saber que se está bautizado no es un problema", dice Alessio Paciello, químico de 28 años desbautizado. "Esto se complica cuando este sacramento se convierte en una brecha para imponer las retorcidas voluntades políticas de una gerontocracia clerical a los ciudadanos de otro Estado: Italia. Es una injerencia, justificada según la Iglesia por el hecho de que el 96% de los italianos estén bautizados y bajo la jurisdicción espiritual del Vaticano. No formar parte de esa multitud mediante la desbautización es el único instrumento jurídico que poseemos".

"Es simplemente la vida"

Sara, 36 años y madre de dos niños, nos dice: "Esperaba mi carta de desbautización en abril, ha llegado hoy". Tras un recorrido religioso estándar, unos padres no practicantes y un matrimonio por la iglesia para satisfacer a la familia política, Sara expresa dudas. "Mis hijos, siguiendo la costumbre, están bautizados. Consciente de las incoherencias de la Iglesia, he sido siempre anticlerical. Creía que detrás de una institución enferma existía, a pesar de todo, un mensaje positivo; yo no iba a misa pero rezaba, tenía esperanza. Uno de mis hijos es autista y los primeros tiempos fueron difíciles. Recé para que se produjera un cambio. Me volví agnóstica, después atea. Leí la Biblia por curiosidad, y después otros muchos libros. Mis ideas sobre la eutanasia, el aborto, la igualdad entre hombres y mujeres y la homosexualidad están en desacuerdo con las de la Iglesia. Es como si mis padres me hubieran inscrito en un partido político cuyos principios no compartiera". Sara se siente así más coherente.

"Cada vez que leo que la gente reza para curarse, tengo ganas de gritar: ¡Eso no son pruebas o castigos, es simplemente la vida! Mi hijo está mucho mejor gracias a las terapias oficiales y a nuestros esfuerzos. No estoy furiosa con Dios por tener un hijo autista, no tengo 5 años. No he abandonado la Iglesia por decepción, sino por maduración". Su marido, aunque no es practicante, todavía está bautizado. "Por el momento", precisa.

Algunos desbautizados son muy jóvenes, como Federica, de 22 años, estudiante y desbautizada a los 16: "Yo me desbauticé porque la Iglesia defiende cosas en las que no creo y demoniza aquellas en las que creo. Si todos los que no creen realmente en el catolicismo se desbautizaran, conseguiríamos rebajar el porcentaje de 'inscritos' en la Iglesia. ¡Es alucinante! Incluso los que ven la Iglesia como un mal continúan bautizando a sus hijos", dice la joven.

Nicola, de 35 años, es obrero, está casado con una testigo de Jehová y es padre de dos hijos. "Yo criticaba la religión de mi mujer: para encontrarle fallos leí la Biblia, y comprendí que todo lo que se me había enseñado era también fruto de una invención humana. Para llamarse católico hay que estar verdaderamente convencido. Es demasiado fácil llamarse católico no practicante. Yo me he desbautizado por eso".

Dario Accolla, miembro del colectivo LGBT y redactor del periódico Fatto Quotidiano dice: "Decidí desbautizarme porque no me reconocía en la moral de una organización que considero hipócrita en relación con el mensaje que transmite. En Italia hay una fuerte injerencia clerical en política y esto cuestiona los derechos civiles: aborto, fin de la vida y matrimonio igualitario".

"Treinta años insultándome..."

"'Reconocemos que el bautizado ha abandonado formalmente la fe católica'Esta anotación figura desde el de septiembre del 2004 (cuatro días después de mi treinta cumpleaños) junto a mi nombre en el registro de bautizados de la diócesis de Como", cuenta Yuri Guaiana, miembro del partido político Radicales Italianos y secretario de la Associazione Radicale Certi Diritti

"Treinta años de insultos a mi persona, a mi biografía y a mis características (incluida mi homosexualidad) para que mi petición a la Iglesia se apruebe oficialmente, después de que espiritualmente concluyera años antes", prosigue. 

Durante el último año de vida de Juan Pablo II, y especialmente durante uno de los años de presidencia de Camillo Ruini al frente de la Conferencia Episcopal Italiana, la Iglesia continuó su lucha contra el uso del preservativo en África, Asia y América Latina "contribuyendo así a la propagación del VIH, favoreciendo las políticas sexófobas en cualquier parte del mundo y, particularmente, sobre la piel de los trabajadores y trabajadoras del sexo", dice.

"En 2003, se publicaron las Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales (del prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger), donde se recoge que 'los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados'. En 2004 el Parlamento italiano aprobó la terrible Ley 40, titulada 'Normas en materia de reproducción asistida médicamente', que limitaba de forma absurda (y continuamente desmontadas por el Tribunal Constitucional gracias a la ayuda de la Asociación Luca Coscioni) la reproducción asistida y la investigación en detrimento de todos los pacientes", relata.

 

"Todo eso lo hacía y lo predicaba la Iglesia en mi nombre, a pesar de mi agnosticismo, desde que a los 13 años rechacé el sacramento de la confirmación", continúa. Su anticlericalismo madura con su conciencia política, hacia los 18 años, después de haber sufrido de manera forzosa horas de enseñanza de la religión católica, a falta de alternativas pedagógicas, durante las cuales se enfrentaba a sus maestros y compañeros por temas como el divorcio, el aborto o el prohibicionismo.

Necesitó otros 10 años para tomar la decisión de la desbautización, mientras que sus padres lucharon mucho para suavizar los mecanismos eclesiásticos y obtener su bautismo en el momento: "en aquella época, el nombre de Yuri sonaba demasiado soviético como para ser admitido en la 'Casa del Señor'", dice.

La opción más lógica

Descubro que la editora italiana de Cafébabel, Cecilia Bacci, está desbautizada. Le pido que me diga por qué. "No tengo nada contra nadie, pero no estoy de acuerdo con la elección que otros han hecho en mi nombre. Yo no elegí ser bautizada, no elegí conscientemente creer en algo o en alguien. Estoy inscrita en el Colegio de Periodistas. ¿Tendría algún sentido incribirme en el Colegio de Arquitectos o descubrir que ya estoy inscrita sin querer cambiarlo?". Una desbautización que no ha supuesto ningún problema para la diócesis. Las ayudas destinadas a las confesiones religiosas se calculan en base al número de fieles. La joven optó por "la opción más lógica" según ella, ya que siente que no forma parte.

Gracias a la Uaar por la información aportada y también a los interesados por sus testimonios.

Translated from Qui sont les « sbattezzati », les débaptisés italiens ?