¡Que viva Bélgica!
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laura fealUn poco en plan culebrón, los medios de comunicación internacionales aprovechan el mínimo sobresalto en la guerra entre flamencos y valones que desde hace años paraliza las instituciones belgas. Se podría creer que Bélgica está a punto de hacerse el hara-kiri… a menos que…
A pesar de las apariencias, exageradas por los medios de comunicación y la clase política del país, no todos los belgas tienen como fijación separar el país por su frontera lingüística, ni poner fin de una vez por todas a este error de la Historia que supone Bélgica.
143.000 firmas por Bélgica
Durante la crisis gubernamental de 2007, se envió un fuerte aviso a la clase política belga: una petición por el mantenimiento de la unidad nacional firmada por 143.000 personas (sobre un total de 10 millones de habitantes). El punto culminante del movimiento: 50.000 ciudadanos se juntaron en las calles de Bruselas en noviembre de ese año para demostrar su adhesión al país.
A la iniciativa lanzada por Marie-Claire Huard, simple ciudadana belga que se sentía al margen de las disputas entre los políticos, se unió Vicent Godefroy, antiguo periodista y escritor. “Nuestro movimiento no era político. Queríamos reflejar la incomodidad de muchos ciudadanos”, explica este.
“¡Lo que hacen y discuten los políticos no refleja las preocupaciones de los habitantes del país!” Ya no estamos representados por los partidos existentes, mientras que el voto es obligatorio... Hemos organizado esta petición y esta manifestación para demostrar a los políticos que sus patrones, porque nosotros somos sus patrones, ya no avalan sus actos”.
¿Diputados elegidos por todos?
Esta no es una iniciativa ciudadana espontánea aislada. Existen también otros grupos, más estructurados, con reivindicaciones mucho más claras. Philipp van Parijs forma parte de estos rotundos opositiores a la separación de Bélgica. Profesor en la Universidad católica de Lovaina (cátedra Hoover de ética económica y social) y en Harvard, es uno de los miembros fundadores del grupo Pavia, que reúne a universitarios tanto flamencos como valones. Su reivindicación es simple, pero podría aportar mucho a Bélgica: la creación de una circunscripción federal belga para el parlamento federal. “Es decir, que un número determinado de diputados sería elegido por el total de la población, tanto valona como flamenca. Al contrario de lo que pasa hoy en día, que cada comunidad envía sus propios representantes”, precisa el portavoz del grupo.
Dos pájaros de un tiro
“Con esta innovación política, obtendremos dos cosas. La primera, que los elegidos sean responsables delante de todo el país, que puedan ser sancionados por toda la población. Porque actualmente, un diputado o ministro flamenco solo puede ser sancionado por sus acciones por los flamencos y al contrario. Eso supone un problema de legitimidad. Y en segundo lugar, esos famosos diputados nacionales, si quieren ser elegidos, deberán encontrar apoyos por toda Bélgica. Lo que les obligará a hacer campaña no solo por una comunidad, prometiendo cosas impensables para la otra, sino por todo el país”.
Otra consecuencia colateral podría aparecer a nivel de los medios de comunicación. Después de 40 años de federalismo y comunitarismo, la opinión pública está dividida en dos, cada una ignorando a la otra. Con la vuelta de las campañas electorales nacionales, se revitalizaría los intercambios, los relevos también en los medios de comunicación.
Otra Bélgica unida y bilingüe
Muy innovadora, para muchos, esta proposición no es para muchos más que una tirita. La solución a este embrollo político e institucional pasaría por una reforma más radical: el regreso a la Bélgica unitaria, como era el caso antes de las reformas de los años 60 y 70.
“Nuestro partido, el BUB, desea cambios que lleven a una nueva Bélgica con un solo parlamento y un solo gobierno. Todo ello guardando las leyes lingüísticas que innegablemente han sido un avance en comparación a la época en la que solo el francés tenía derechos”, explica Hans Van der Cauter, presidente del famoso BUB, flamenco de nacimiento pero perfectamente francófono y belga por encima de todo. Las iniciales significan Belgische Unie - Union Belge: una prueba de que en el acrónimo, la unión puede existir.
¿Regreso a la Bélgica de papá?
“Nosotros hemos hecho una lista de inconvenientes del federalismo actual: un coste estimado en 10.000 millones de euros por año, de un 5 a un 10% de funcionarios más, 600 diputados y 60 ministros para 10 millones de habitantes, una inestabilidad política nefasta para la economía y las inversiones y muchos más. Y por lo que son las ventajas del federalismo... seguimos buscando...”
En el seno del BUB, no hay políticos profesionales. “Somos todos ciudadanos, que hemos decidido comprometernos. Encontraréis tanto flamencos como valones”.
La imagen de una Bélgica próxima de una implosión no es el reflejo de su sociedad. Según un estudio de la universidad flamenca de Lovaina, el 40% de los valones, y el 15% de los flamencos son partidarios de una Bélgica unida. Y sólo el 15% de los flamencos y el 4% de los valones son favorables a la escisión del país. Estamos entonces bien alejados del 40% de las encuestas publicadas por los periódicos, a menudo resultado de consultas de calle. Estas cifras están, sin embargo, en total contradicción con los resultados de BUB en las últimas elecciones… un 1%. “Actualmente, la gente se da cuenta de que el federalismo es un fracaso. Debía salvar a Bélgica en los años 70 pero hoy en día la destruye. Después de la crisis de 2007, nadie defiende el federalismo. Este sentimiento se va a traducir en los próximos años en resultados electorales. Entonces sí, yo confío en nuestra evolución electoral y el futuro de nuestro país”.
Translated from Que vive la Belgique !