¿Qué soluciones para una ‘Europa Potencia’?
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Maite de SolaLa abstención, tradicionalmente importante cuando se celebran elecciones europeas, es más un reflejo de la falta de politización del debate europeo que de un desinterés real de la población, que, al contrario, parecen buscarle un sentido a esta construcción
La Unión Europea se encuentra hoy en un momento decisivo de su Historia, y su futuro dependerá en gran medida de la forma en la que respondamos a los dos grandes desafíos a los que se enfrenta: por una parte, el bloqueo de las instituciones, que la ampliación hacia la Europa central y oriental ha agravado notablemente. Por otra parte, el ‘bloqueo del ánimo’ que atestiguan los ásperos ‘noes’ francés y holandés al tratado constitucional en 2005. Otro desafío se deriva de las diferencias (económicas, políticas, culturales) entre las distintas sociedades que componen la Unión, que resultan aún más difíciles de resolver por la existencia de un vacío de ideas y de debate. Pero, ¿no es esta falta de debate la clave de nuestra impotencia?
Soldarse a la larga
Es hora de aceptar nuestra diversidad y de defenderla para encontrar un modelo que sea fruto de los valores que compartimos, un modelo suficientemente flexible para integrar las diferencias nacionales, pero lo bastante voluntarista como para permitir a Europa salir del actual inmovilismo. No se puede olvidar, y hay que estar convencido, que nuestras diferencias son la fuente de una riqueza de reflexión para Europa. Debemos desde este momento instituir esta diversidad y ponerla de relieve en una futura Constitución Europea.
Numerosos documentos oficiales emplean la fórmula: "Nosotros, el pueblo de…", pero en el caso de Europa, no deberíamos dudar en declarar desde ahora: "Nosotros, los pueblos de Europa…", nos hemos unido precisamente para garantizar la particularidad y la unidad de la Unión Europea en torno a un cierto número de principios que vamos a intentar definir ahora.
European way of life
Ser ciudadano europeo supone referirse a las tres D+S: Democracia, Diálogo, Derechos humanos y Solidaridad, valores que constituyen los motores de una verdadera potencia europea, generosa y universal en sus mensajes. Para convertirse en una ‘Europa Potencia’, es necesario afirmarse en cuatro campos: militar, económico, tecnológico y cultural. No somos tan solo una entidad económica. Para convertirse en una potencia global, es preciso tener un jefe y, por tanto, una unión política. El proyecto de tratado constitucional nos ofrecía la posibilidad de tener un ministro de Asuntos exteriores. Y esto no es accesorio: mientras carezcamos de un representante ante el resto del mundo, no podemos hablar de una dinámica de potencia.
Finalmente, lo que determina a una gran potencia es su sociedad: el deseo de pertenecer a un modelo. Se habla del ’american way of life’: ahora nosotros tenemos que promover el ’european way of life"’ intentando encontrar en nuestra cultura, en nuestros filósofos y en lo que nos define las ideas para crear un nuevo modelo de sociedad. Frente a la globalización, un modelo social europeo sería un buen ejemplo.
Los frenos de la ‘Europa Potencia’
Para conseguir eso, debemos liberarnos de todos los modelos externos, y salir de este complejo de inferioridad que nos paraliza. En lugar de renunciar a nuestro futuro, debemos adueñarnos de él. El segundo obstáculo es el retorno del nacionalismo y de los regionalismos. En Austria, en Rumanía y en Polonia recientemente, donde hemos podido observar un resurgimiento del discurso nacionalista.
A pesar de ello, se ha conseguido poner en marcha un cierto número de proyectos gracias a Europa, y especialmente a sus fondos estructurales. Países como España y Portugal han conocido un verdadero desarrollo económico y social gracias a esos fondos. Se puede trazar un balance positivo de esta Europa de los proyectos económicos, que ha hecho a doce países desear unirse a nosotros para participar en el proyecto de unión económica.
La necesidad de una unión política
¡Pero ahora somos 27! Si no pensamos en crear un ‘núcleo duro’ que funcione como vanguardia de la Unión política y locomotora de la integración, acabaremos lamentando la disolución de la Comunidad en una unión ampliada. Mediante una profunda renovación institucional, mediante la elaboración de un núcleo duro, evitaríamos los bloqueos acumulados desde la firma del tratado de Maastricht y dejaríamos de condenar a Europa a la impotencia. Escaparíamos a una crisis que, al revelar nuestras debilidades, bien podría desembocar en una regresión e, incluso, la dislocación de la construcción edificada desde 1957.
Europa debe proponer una civilización federadora y la creación de una nueva sociedad. Su constitución debe inscribirse en este proceso si quiere ser mejor comprendida y aceptada. Debemos proponer un proyecto que combata la precariedad, que respete el medio ambiente y que permita a cada ciudadano disfrutar en su búsqueda de la felicidad. Debemos admitir de forma pragmática que la economía de mercado es la única que funciona, pero que se puede habilitar para que sea la economía la que sirva al hombre, y no viceversa.
Olivier Vedrine es profesor del grupo INSEEC TEAM EUROPE France (red de conferenciantes de la Comisión Europea) y presidente de Collège Atlantique-Oural
Translated from Quelles solutions pour une «Europe Puissance» ?