Prolegomena a la revolución global
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vera martinLos sacerdotes nuevos del capitalismo americano están a punto de desencadenar una guerra religiosa post-moderna. El espíritu tiene un desafío que aceptar : defender una nueva laïcidad.
El once de septiembre descubrimos lo que estaba incubándose bajo las cenizas del Muro de Berlin. El Pentagono encendido, el World Trade Center totalmente destruido y el presidente en las manos de los militares, abordo de su "Air Force One". Esta situación era tan irreal que casi me hizo pensar en un golpe de estado americano. Me parecía tan extraño ver a los Estados Unidos tocados desde el interior que pensé en un primer momento que estabamos ante un problema de política interior porque la organización más potente del mundo se encontraba por primera vez libre de la "tutela del Político " para sembrar el desorden en el centro del mundo.
Hubiera sido una teoría conspiradora más entre muchisimas otras teorías conspiradoras.
Hoy todos tememos. Se nos amenaza súbitamente con no poder beber más esta extraña bebida burbugeante y tenemos además el deber de expresar un dolor profundo a las victimas. Pero mientras me recojo y analizo la situación, reparo que los Americanos no se efuerzan mucho para gustar a una gran parte del mundo.
Lo que occurió constituye sólamente el capítulo más patente de la lucha secreta llevada a cabo por millares de mujeres y de hombres en el mundo contra los Estados Unidos y su ideología. La gente de Seattle, los integristas islamistas, los nostálgicos del comunismo y otros ideologías más o menos bien soterradas, y hasta los euronacionalistas, todos están en disidencia con el llamado"pensamiento único". Parece muy difícil ver en estos movimientos tan diferentes un frente de acción unitario, pero resulta muy fácil entender como todos estos movimientos se alimentaron de las contradicciónes inmersas en el modelo americano. Contradicciones siempre flagrantes, bajo las cenizas de un Muro de Berlin, que por culpa de la inexistencia de una alternativa política, ideológica o ecónomica existen.
La politíca extranjera de los estados Unidos en el Mundo arabe ilustra el peligro de este desequilibro. Se trata de una política que consiste en imponer, apoyar y proteger a los gobiernos "moderados", que se opone a cualquier injerencia en los asuntos de las multinacionales del petroléo y que deja las tierras sagradas del Islam en las manos de las armadas infieles, ejerciendo al mismo tiempo un control militar sobre la sociedad local e imponiendo políticas conservadoras que asfixian los sectores los más dinámicos del mundo arabe-musulman.
Asi, que no se trata únicamente de la cuestión palestina, que sirvó para inflamar las pasiones de las masas del Mundo musulman. El furor, de aquellos que hacen de la Djihad Islámica su consigna, está alimentado por una mezcla de viejos rancores, de nuevas frustraciones y de sectarismo religioso. Todo esto lluega poco a poco a un sentimiento de antiamericanismo, que contribuye a hacer emerger un contra-modelo, que es una sintesis entre el Occidente capitalista y un Oriente musulman.
Son aquelles estudiantes rebeldes, aquelles jovenes con esperanzas bonitas, estos corazones ávidos de Verdad, quienes, sin perspectiva de futuro, acaban de dirijirse hacia un integrismo religioso que rechaza la Modernidad pero que prometa una redención, identifica al enemigo y habla de revolución.
Llegado a este punto de mi discurso, me pregunto si el capitalismo no se haya vuelto, él también, en una suerte de religión. Este capitalismo que fue al principio un modelo de organización ecónomica y que se ha vuelto ideología y advierto que el capitalismo actual está lejos de considerar la hipotesis de una alternativa a él-mismo. A pesar de las proclamaciones de pluralismo defiende un sistema de valores con sus ritos y sus sacerdotes y se dota de elementos pasionales. Decide de lo bueno y de lo malo e identifica al otro. Me parece que un simple sistema ecónomico nunca podría llevar a cabo todo ello. Asi que no se debe hablar de un choque de civilizaciones sino de una guerra de religion porque, por un lado, existe una antigua religión oriental, retrograda y anti-liberal, por el otro una religión, la del Occidente, que parece más liberal, más abierta y modernista.
Cualquiera quiere verdaderamente ser libre y no dejarse arrebatar por las pasiones, cualquiera pretende quedarse imparcial y laico en contra a estos acontecimientos tiene que adoptar este enfoque. Queremos a millares de nuevos Giordano Bruno, queremos a trente Galilée, queremos a algunos santos Thomas.
Queremos palabras, no actos. Las palabras para describir este mundo.
Translated from Prolegomena alla rivoluzione globale