Premios del Cine Europeo 2013: pobres y decadentes
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Teresa Molés CasesPobres y poco sexys. En la 26ª edición de los Premios de Cine Europeo, los cineastas compiten con indirectas sobre la política cultural, reivindicaciones de su identidad europea e himnos a la actriz Catherine Deneuve. Los galardonados son principalmente veteranos que se deleitan en escenarios decadentes. ¿Dónde está el cine joven y emergente?
Multitud de destellos y no pocos ilustres invitados sobre una gran alfombra roja. La tarde del pasado domingo 8 de diciembre, jornada de la celebración de la 26ª edición de los Premios de Cine Europeo en Berlín, podría dar a entender que el cine no va tan mal en Europa a pesar de la crisis política y financiera. Sin embargo, esa ilusión se desvanece con la misma celeridad con la que aparece en cuanto Marion Döring, la directora de la Academia de Cine Europeo, que concede una vez al año estos anhelados premios, lo desmiente retomando las palabras con las que el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, caracterizó a su ciudad. Unas palabras que son lema de la misma: “de Berlín se suele decir que es pobre, pero sexy. Desgraciadamente, la Academia de Cine Europeo sólo es lo primero. Sólo somos pobres”. Por eso el lugar de la celebración es tan pequeño, el marco de acción de la Academia, tan limitado y el cine europeo está en general en apuros. A primera vista, esta atmósfera en la presentación de Döring se podría asociar a un desliz, pero no es coincidencia y finalmente está presente durante toda la ceremonia, en la que se conceden un total de 21 premios a cineastas de toda Europa e Israel.
Pedro Almodóvar, que fue galardonado con el premio honorífico al logro europeo en el mundo del cine, no dudó en denunciar públicamente la economía y la política catastrofistas en España. A pesar de la crisis político-social y de un gobierno que se muestra “sordo e insensible” a los problemas de sus ciudadanos, el cineasta siempre se las arregla para producir películas buenas. Almodóvar dedicó especialmente su galardón a la generación de jóvenes directores españoles. Sin embargo, no está muy claro dónde tiene cabida esta generación. Por desgracia, lo que ocurre tradicionalmente en muchos premios de cine de reconocida importancia es que limitan los premios “Mejor película”, “Mejor director” y “Mejor guión” a cineastas veteranos y famosos principalmente. Para los jóvenes quedan sólo los premios al “Mejor cortometraje” y a la “Mejor ópera prima”.
De hecho, resulta un poco estrambótico si la Academia de Cine Europea se muestra demasiado poco previsible y nomina a algunos directores jóvenes en las categorías principales, si bien al final el galardón vuelve a recaer en el “colchón” de los acomodados veteranos. Es lo que ha pasado con la grandiosa película “The Broken Circle Breakdown” (2012) del joven director belga Felix van Groeningen, que fue nominada en seis categorías, pero que finalmente sólo ganó el premio a la “Mejor actriz” por Veerle Baetens. También “Oh Boy” (2012) del joven director alemán Jan Ole Gester se fue con las manos vacías de la categoría "Mejor película“, aunque al menos se llevó el premio a la “Mejor ópera prima” (Premio Fipresci). “Oh Boy” cuenta los días grises de Niko, un joven que vive en Berlín y que abandona los estudios. Gester personifica en Niko una vida que muchos jóvenes europeos ya conocen: encerrado por su desesperación en la jaula dorada y tirante de la gran ciudad cegadora.
Esta jaula también la conoce el director franco-portugués Ruben Alves, que con su primera creación, “La Cage Dorée” (La jaula de oro, 2013) ganó el “Premio del público”. La pregunta acerca de si se siente francés o portugués le molesta un poco: “Es como si me preguntan si prefiero a mi padre o a mi madre”. Responde con firmeza: “No tengo ninguna preferencia, me siento europeo”. Ese énfasis de la identidad europea es un denominador común durante toda la ceremonia. Jan Ole Gester lo vincula al sentimiento de nostalgia y Catherine Deneuve lo deja claro en su discurso de agradecimiento: “antes me consideraba una actriz francesa, pero desde hace algunos años, ya no es así. Ahora me siento europea”.
Esta identidad europea no parece estar tan extendida en el caso de los actores británicos, ya que las butacas de Keira Knightley, Naomi Watts y Jude Law, nominados a “Mejor actriz” y “Mejor actor” respectivamente, se quedaron vacías. Tampoco en el caso de François Ozon, galardonado por el guión de su película “Dans la maison” (En la casa, 2012), que se escapó tan veloz del escenario que en realidad no se puede garantizar su presencia en la ceremonia. En cambio, en Berlín se busca en vano al veterano Paolo Sorrentino, cuya película “La Grande Belleza” (La gran belleza, 2013) se alzó con cuatro galardones, entre ellos “Mejor película” y “Mejor dirección”. Su producción, un homenaje a la ciudad de Roma y a la obra maestra de Fellini “Roma” (1972), cuenta la historia del viejo vividor Jep Gambardella, interpretado por Toni Servillo, que también se llevó el premio al “Mejor actor”. Jep pasa opulentos y atrevidos años en el seno de la alta sociedad romana, se arrastra de fiestas a recepciones y se pierde ante una vida cansada y una decadencia apasionante. Que el Premio de Cine Europeo se haya decidido por este himno a la ciudad de Roma como una diva pasada de moda y lentamente petrificada deja entrever que a algunos miembros de la Academia quizá les atraiga ese toque decadente.
Pero afortunadamente de los extraños centelleos moribundos surge un rayo de esperanza, la directora rumana Ada Solomon, que se llevó en Berlín el premio a la “Mejor coproductora europea” (Premio Eurimages). En los últimos años, su productora HiFilm ha llevado a la gran pantalla varias películas de éxito de directores rumanos, como por ejemplo “Best Intentions” (2011) de Adrian Sitaru o “Pozitia Copilului” (La postura del hijo, 2013) de Călin Peter Netzer, que se llevó el Oso de Oro en el Festival Internacional de Cine de Berlín de este año. “Los cineastas europeos son como una gran familia, además también transmiten valores familiares”, afirma Solomon. Es recomendable no perderse demasiado en la nostalgia: “Sí, hay que honrar a los padres y satisfacer las exigencias de la herencia del cine europeo. Pero también tenemos que pensar en nuestros hijos, en el porvenir, para ocuparnos de un nuevo cine joven y emergente. Miremos al futuro, y no al pasado”. El jurado de los Premios de Cine Europeo de esta edición ha cumplido sólo parcialmente estas esperanzas. El cine joven y los artistas emergentes desearían que el Premio de Cine Europeo del año que viene no fuera tan paralizador y decadente, sino que finalmente fuera sexy.
Translated from Europäischer Filmpreis 2013: Arm, aber dekadent