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Populares, socialistas y liberales se enrocan en Europa

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Europa confidencial

Si algo caracteriza el voto euroescéptico o la abstención en la política europea es el desapego a la cultura del consenso que rige en ella. Ante esto, los grandes líderes de la Eurocámara y la política comunitaria se habían entregado durante la campaña electoral a un discurso en el que parecía que había una clara diferencia entre un modelo socialista, conservador, liberal o verde para Europa.

La elección, hoy, del presidente del nuevo Parlamento, en la persona del conservador polaco Jerzy Buzek por 555 votos a favor, destapa el acuerdo de legislatura que Populares, Socialistas y Liberales tienen entre manos, jugando de nuevo al consenso.

Sin embargo, una vez pasado el trámite electoral, todos los grandes partidos vuelven a repartirse entre sí los puestos de poder, impidiendo así una verdadera competición parlamentaria. Durante los próximos cinco años tampoco habrá un gobierno y una oposición en Europa y los ciudadanos, presumiblemente, no tendrán el derecho de identificar los distintos modelos para Europa.

Hoy, los grandes partidos se han puesto de acuerdo sobre Jerzy Buzek. Mañana lo harán sobre Barroso y el presidente de la UE. Y por supuesto sobre la persona que sucederá a Buzek a mitad de mandato.

Ya nadie duda, en los pasillos de Estrasburgo, que será el socialista alemán Martin Schulz, quien ha dejado escapar la mayoría de las presidencias de comisiones parlamentarias económicas (las importantes) con tal de asegurarse el puesto en 2012. Sin lugar a dudas, dentro del Partido Socialista Europeo, el hombre fuerte no es su presidente, el danés Poul Nyrup Rasmussen, quien se ha mostrado muy beligerante con los conservadores y liberales en los últimos años, sino el alemán Schulz. Este último parece no temer las consecuencias de sus pactos en el voto de las elecciones alemanas del 27 de septiembre próximo. No debe creer en las posibilidades de su partido, el SPD. O quizá quiere encumbrarse en Europa y, más tarde, regresar a Alemania como un césar que cruza el Rubicón para tomar las riendas de los socialistas alemanas en desbandada y la cancillería. De nuevo, los verdes monopolizarán la labor de oposición.