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Pop Chalga: Siete, ocho, te la meto por el... ¡premio!

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CulturaSociedad

Caminando o en el taxi, en la televisión o en la radio, los búlgaros escuchan con entusiasmo el pop chalga. Los críticos lamentan el estilo “hortera” del último grito del folklore de Bulgaria.

Delante del estadio Levski de Sofía, algunas viejas gordas venden grasientos rollitos de carne picada asados en parrillas desmontables. Por unidad piden el equivalente a 25 céntimos de euro. De todas las direcciones afluyen al estadio las masas de asistentes; se ve a jóvenes, familias con niños, soldados y estudiantes. Todos esperan ansiosos el inicio de un concierto de pop chalga, durante el que por 1,50 euros verán bailar a ritmo frenético a diez cantantes vestidas con ropas provocativas.

En la folkoteca después del trabajo

“A nosotros, los búlgaros, nos gusta relajarnos con Slivovitz de destilación casera, ensalada de tomate y chalga”, así aclara tal entusiasmo el conductor de autobuses Evgeni Ivanov, de 29 años. El pop étnico se ha adaptado al gusto de la gente joven. El típico fan de chalga se entrega a la música después del trabajo o baila hasta el agotamiento durante el fin de semana en alguna de las numerosas “folkotecas”.

Los productores “toman prestadas” melodías plausibles de toda la zona de los Balcanes, a las que añaden un ritmo machacón con diferentes compases sencillos. De ahí sale una mezcla de música disco-árabe, rock-gitano y house. Las letras fáciles y la ropa provocativa de las intérpretes predominantemente femeninas hacen de este cóctel de pop folklórico algo muy atractivo de cara al público.

La palabra chalga viene del turco calgi, que significa “instrumento” o “tocar (un instrumento)”. Hace 100 años, la palabra significaba para los búlgaros la música instrumental de la orquesta gitana; durante el periodo comunista, el término hacía referencia a una música cursi y sin ningún valor. Después de la crisis de 1989, se convirtió en el nombre que designa el estilo musical más exitoso de Bulgaria.

El chalga ha cautivado desde hace tiempo a toda la sociedad búlgara. No importa si son ricos, políticos, estudiantes de instituto o auxiliares de hotel. La agencia de estudio de mercado Alpha Research constató en mayo de 2006 que la radio de chalga Vesselina era la segunda emisora de radio preferida del país. Más de una cuarta parte de los búlgaros conoce las cadenas del sector Diema y Planeta TV consagradas al chalga.

Es significativo que más del 80% de los búlgaros puedan nombrar al menos un hit de chalga. La agencia Mediana ha descubierto, incluso, que el 87% de los escolares búlgaros conocen la canción de la cantante Ivana Vamos al bar de la esquina. El poema más conocido del poeta nacional de Bulgaria Hristo Botev Hadschi Dimita consiguió un 63% de reconocimiento.

“Un nivel de vergüenza”

Dicho esto, no todos los búlgaros comparten este entusiasmo. “El pop folklórico no viene del pueblo y no se compuso para el pueblo”, dice Vassil Naydenov, uno de los cantantes más conocidos de Bulgaria. “Esta música proporciona enormes ganancias a unos pocos. Manipulan el gusto público musical con la ayuda de los medios y la publicidad.”

No sólo encontramos críticos en las filas de los cantantes de rock y de los expertos en música. Muchos búlgaros que tras la crisis abandonaron el país y ahora regresan no han oído hablar de la tendencia musical más novedosa. Fruncen el ceño ante el “vergonzoso nivel” de esta música, tal y como expresa el informático de 40 años David Penkov, de Plovdiv. Penkov recuerda que, antes, la música búlgara era conocida por su calidad. “En 1977, la estación orbital Voyager envió como mensaje al espacio la canción “Delyo Hagdutin” de la cantante Valya Balkanska”, añade. “¿Se merece nuestra Bulgaria el horroroso chalga?”.

Barbies medio desnudas

Las estrellas del pop folklórico tienen nombres artísticos tales como Gergana, Malina o Gloria. Sus apariciones medio desnudas son casi tan importantes como sus cuidadas voces. No pocas veces acuden las sirenas del chalga a cirujanos plásticos.

En sus canciones, se habla de un estilo de vida ostentoso, de fiestas y chicas bonitas. El vocabulario de las letras está limitado a unas 100 palabras, lo que también contribuye al éxito del chalga. Muchas canciones suenan primitivas y ofensivas, a veces incluso pornográficas. Un ejemplo de ello es la canción Desnuda, del gitano travestido Azis: “Déjame tocarte desnuda ahí abajo, y te perderás en nuestro ritmo”. Algunas canciones lo expresan de una manera aún más ruda, como el clásico chalga de Slavi Trifonov: “Siete, ocho, te la meto por el chocho.”

Vídeo: Gloria, Nameri si maistora (You Tube)

Translated from Tschalga: Sieben, acht, ich leg’ dich flach