Polonia, Rusia y el accidente presidencial... Sólo falta la transparencia
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Aitana Pascual BuitragoDmitri Medvedev y Bronislaw Komorowski han anunciado en Varsovia que supervisarán la investigación sobre el accidente del avión donde viajaba el presidente polaco Lech Kaczyński, una iniciativa que servirá además para acercar a los dos estados. Pero, más de seis meses después del inicio de las pesquisas, algunos se preguntan: ¿Cumple el Kremlin su promesa de transparencia?
Un día después del accidente, el Gobierno polaco no hizo ningún comentario respecto a que los rusos tomaran las riendas de la investigación mediante el Comité Interestatal de la Aviación (MAK), que tiene sólo un representante polaco (el coronel Edmind Klinch). Imperdonable a los ojos de la guardia más cercana del difunto presidente Lech Kaczyński, éste es, en efecto, un sigo de confianza sorprendente con respecto a su vecina rusa. Porque incluso después de la apertura del telón de acero, el culto del secreto en Moscú todavía no ha perdido fuerza (tal y como testimonia el naufragio del submarino Kurks en el 2000).
La distensión y la comprensión
Pero en el 2010 se plantearon más preguntas sobre la falta de transparencia. Mientras que la carcasa del avión presidencial seguía en llamas, las autoridades rusas se precipitaban a exprimir su dolor y compasión a la vista de su ex-país satélite decapitado. Durante dos horas, Rusia se sumergió en el luto nacional. Para la ocasión, la polémica película de Andrzej Wajda titulada Katyn, que muestra cómo el Ejército Rojo asesina de forma despiadada a oficiales polacos en 1940, se emitió en la primera cadena de la televisión rusa. Durante las primeras semanas de la investigación, los medios de comunicación y los poderes públicos polacos no dejaron de subrayar la calidad de la colaboración con los investigadores rusos. La fraternidad polaco-rusa parecía haber alcanzado su punto más alto.
Las normas
Seis demandas de ayuda jurídica son formuladas tan solo en el mes de septiembre. Todas siguen sin respuesta.
Pero seis meses después del siniestro, en el Comité Intertáctico de Aviación (MAK) tiene lugar un diálogo de sordos. Al ministro polaco le cuesta trabajo acceder a los elementos importantes del dossier. El representante, junto con MAK, multiplica las quejas y denuncia la falta de transparencia: seis demandas de ayuda jurídica son formuladas tan solo en el mes de septiembre. Todas siguen sin respuesta. El 16 de octubre, Varsovia recibe el primer borrador del informe de la investigación. Empieza la cuenta atrás: Polonia sólo tiene 60 días para notificar sus posibles reservas con el fin de que sean tomadas en cuenta en el informe final. Una misión un tanto difícil dado que los elementos clave del dossier nunca han salido de Moscú: manuscritos de los intercambios de información entre los pilotos y los controladores aéreos de Smolensk, los informes de las autopsias, la documentación sobre los equipos y los procedimientos de aterrizaje en el aeropuerto de Smolensk… Además de elementos de la investigación con los que Varsovia contaba.
Por el momento, habrá que conformarse con fragmentos de información y copias de los documentos oficiales. Estos últimos, así como la carcasa del avión, no serán remitidos a los polacos hasta el final de la investigación rusa: dentro de varios meses, incluso años. Ante la gran cantidad de información retenida, es difícil no pensar en el riesgo de la manipulación de datos. Y sobre todo porque ésta no es la primera vez que Polonia y Rusia chocan en una investigación sobre las causas de un accidente aéreo.
¿Responsabilidad compartida?
El 14 de marzo de 1980, el avión IL62 SP-LAA Kopernik procedente de Nueva York se estrelló a menos de un kilómetro del aeropuerto de Varsovia: 87 muertos. Los investigadores polacos achacaron el accidente a un fallo en la construcción de una de las turbinas, que acabó explotando en pleno vuelo. Pero Moscú lo negó rotundamente. Siete anos más tarde, el avión Tadeusz Kosciuszko (vol 5055) con destino a Nueva York se estrelló minutos después de su despegue: 183 muertos. Los dos aparatos estaban dotados de los mismos motores rusos. Las autoridades soviéticas reconocieron al fin la pertinencia de las conclusiones polacas de 1980.
Pero, según la edición polaca del Newsweek, que ha realizado una investigación sobre la compañía LOT responsable de los aparatos, los rusos no serán lo únicos culpables. Las averías de los motores rusos no hubieran sido tan frecuentes si la compañía aérea no hubiese utilizado aviones con sólo tres de los cuatro motores en marcha. Es más: ¡para ahorrar, los trasatlánticos de LOT fueron obligados a efectuar la fase final de su vuelo con la reserva de gasolina! Así, la investigación actual podría por ello terminar con un acta de responsabilidad compartida. Por un lado, los polacos incluso han rebautizado al Tupolev 154 como "ataúd volador" por su mundialmente famoso índice de accidentes (6%); por el otro, un periodista georgiano alegó que el fallecido presidente Kaczyński había presionado a sus pilotos para que aterrizasen en plena zona del conflicto ruso-georgiano durante un vuelo en el 2008, y que podría haberse repetido la misma situación. También se dijo que los pilotos del avión presidencial no se habían entrenado en el simulador TU 54 debido a los cortes presupuestarios impuestos por la armada. Según Edmund Klich, el representante polaco encargado de la investigación, el fallo se ha dictado “en beneficio de los polacos”.
¿Responsabilidad compartida = investigación clasificada a toda prisa? No se ha hecho nada. Pero la visita de Dmitri Medvedev a Polonia el 6 de diciembre señala de todos modos que los dirigentes no han esperado a conocer el resultado de la investigación para profundizar sus relaciones.
Foto: (cc)meophamman/flickr ; Mémorial de Katyn : (cc)aatflickr/flickr ; Tupolev : (cc)Elcommendante/flickr
Translated from Crash de l’avion présidentiel polonais : en quête de transparence