Polonia, "medalla de bronce" en homofobia
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Asociaciones víctimas de violencia homófoba, un Gobierno sin oposición en el Parlamento y unos valores católicos fuertemente arraigados. Aquí los ingredientes de una receta explosiva que convierte a Polonia en uno de los peores países europeos para amar libremente.
Como cada miércoles, Juan Manuel, un estudiante Erasmus residente en la ciudad polaca de Katowice, aguarda en la cola para poder entrar a su discoteca favorita: Klub Pomaranzca. Tras pasar el arco de seguridad y ver que todo está en orden, acude rápidamente a calmar su sed con una Warka, la cerveza polaca que sirven por 75 céntimos. La barra está a reventar, por lo que el joven, como un león en la sabana, prepara los codos para marcar su territorio. Es en ese instante, luchando contra la embriagada muchedumbre por conseguir la atención del camarero, cuando al estudiante granadino le da tiempo a cruzar la mirada con otra persona de la discoteca. Bastan unos bailes y alguna que otra cerveza para que la anterior afinidad se traduzca en un beso. Un alarde de pasión que se efectúa en el centro del bar, a la vista de todos , incluidos, por desgracia para los jóvenes, los empleados del local . En otras circunstancias, nada de esto sería extraño. El típico ligue de una noche. El problema lo tienen los porteros al ver que Juan Manuel no besa a una chica polaca, sino a un italiano alto y con barba.
Todo lo que se vivió después "ocurrió muy rápido", explica el joven, que no vacila ni un instante al asegurar que la actitud del portero que les estaba viendo fue de suma violencia. "Se acercó a nosotros a toda velocidad y nos separó de un empujón. No paraba de gritarnos cosas en polaco, dando a entender que lo que estábamos haciendo no estaba permitido. Nos encaramos con él y poco tiempo después nos obligó a marcharnos. Ciertamente, la frustración que se vive en un momento así es indescriptible".
Como Juan Manuel, miles de personas en Polonia sufren cada día agresiones por su condición sexual. Según el último informe de Rainbow Europe, una asociación financiada por la Unión Europea, Polonia es el tercer peor país de la UE para ser gay, superado únicamente por Letonia y Lituania. Además de este, otro informe de la Campaña en Contra de la Homofobia en Polonia (KPH, por sus siglas en polaco) asegura que casi un tercio de los miembros de la comunidad LGTBI ha sufrido algún tipo de agresión física o psicológica en los últimos 5 años.
Slava Melnyk, jefe de la división de Igualdad de KPH, considera que la tensión se vive en el ambiente. "Nuestras oficinas centrales de Varsovia han sido atacadas en dos ocasiones: la primera vez, tres hombres intentaron entrar en la asociación a la vez que improperaban insultos a los trabajadores, mientras que, en el segundo ataque, alguien que desconocemos nos rompió las ventanas", cuenta por teléfono. Pero el KPH no ha sido la única asociación víctima de ataques homófobos, Melnyk también hace mención del incidente que tuvieron sus compañeros de Lambda Warzawa (entidad que ha trabajado en multitud de ocasiones con KPH) al recibir una serie de ladrillazos que también rompieron sus ventanas.
Ambas organizaciones se encuentran en la capital del país, donde se presupone que la tolerancia de la gente es mayor. No obstante, Melnyk considera la homofobia como "un problema que afecta tanto a las ciudades grandes como las ciudades pequeñas", aunque se puede apreciar una "importante" emigración gay de localidades diminutas a metrópolis como Varsovia o Cracovia.
Poco dinero, una élite homófoba y 'Teletubbies'
Otro problema al que se tienen que enfrentar las organizaciones LGTBI polacas es la falta de presupuesto, especialmente las más pequeñas . Este es el caso de Stowarzyszenie Tęczówka, una asociación de Katowice cuya oficina, situada en un barrio a las afueras del centro, y en un callejón de difícil visión, parece más un búnker militar que un alegre punto de encuentro. Tomasz Kołodziejczyk, miembro de la asociación, lamenta no tener más recursos que los pocos que les brinda el Gobierno local: "Tenemos la suerte de que nuestra relación con el Ayuntamiento es buena y nos dejan el alquiler muy barato. Sin embargo, nuestra oficina es así porque adolecemos de una importante falta de presupuesto. Apenas hay locales que podamos alquilar en el centro", denuncia. "Prácticamente todo lo que conseguimos es gracias a nuestra financiación propia. Queremos cambiar muchas cosas, pero no tenemos ningún patrocinador", lamenta Kołodziejczyk.
A la violencia y la falta de dinero se les tiene que sumar la que seguramente sea la barrera más grande para alcanzar la igualdad: el actual Gobierno del país. Desde que el partido político Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco) salió elegido en las pasadas elecciones de 2015, la preocupación del colectivo LGTBI no ha hecho más que crecer. De hecho, la formación ultraconservadora de Jarosław Kaczyński ya tiene algún que otro antecedente relacionado con la homofobia. En 2007, cuando Ley y Justicia también gobernaba el país, se planteó prohibir los Teletubbies por creer que el morado Tinky Winky podría incitar a la homosexualidad .
Muchos temen que los logros conseguidos en los últimos años se queden en nada con el nuevo ejecutivo al mando.Hechos como que en 2011 el Movimiento Palikot (RP), un partido anticlerical liderado por Janusz Palikot que aboga por legalizar el matrimonio gay, obtuviera 40 asientos de 460 en el Congreso; como que Robert Biedroń fuera uno de los primeros políticos abiertamente gay del país, o que Anna Grodzka, miembro del mismo partido, se convirtiera en la tercera diputada transexual de Europa supusieron una inyección de esperanza para el colectivo. Sin embargo, el panorama parece haber cambiado mucho desde aquellas históricas elecciones de 2011. El Movimiento Palikot, que cambió su nombre a Twój Ruch Tu Movimiento (TR) en 2013, cayó estrepitosamente en los siguientes comicios y, pese a haber creado una coalición con hasta otros cuatro partidos progresistas, la agrupación no alcanzó el 8% de los votos necesarios para obtener escaños.
Por otra parte, cabe recordar que el partido de Ley y Justicia ha contado en todo momento con la que se puede considerar su pareja de baile en este vals de la homofobia: la Iglesia Católica. En un país donde el 97% de la población es católica, el discurso de la institución religiosa no puede pasar desapercibido. El año pasado, la KPH organizó una campaña bajo el emblema "Intercambiemos un signo de paz". Esta iniciativa, como explica el jefe de la división de Igualdad de la entidad, "pretendía unir un poco más a los gais con la Iglesia" y demostrar que la homosexualidad y la religión no son cosas "contrarias". Pese a que la propuesta tuviera una buena acogida entre algunos integrantes y medios de comunicación religiosos, también hubo una fuerte oposición por parte de la élite de la organización, hasta el punto de que la Asamblea de Obispos Católicos de Polonia publicó una carta abierta incitando al resto de miembros de la Iglesia a no participar en el acto. "En ningún momento de la campaña quisimos provocar a la Iglesia, todo lo contrario", asegura Melnyk, quien lamenta que la rama más poderosa se posicionara en contra.
Según Agnieszka Turska-Kawa, doctorada por la Universidad de Silesia en Katowice y experta en psicología política y comportamiento del electorado, los votantes de Ley y Justicia destacan por su inseguridad personal: "Hay estudios que corroboran que el electorado de PiS busca una figura fuerte", explica , "alguien que sirva de medicina para sus miedos cotidianos. Y parece que han encontrado dicha figura en el líder de Ley y Justicia, Jarosław Kaczyński".
Los trans, "un ataque a la familia"
Los gais no son los únicos en sufrir acoso. Las personas trans (transgénero y transexuales) también deben enfrentarse a un entorno poco amable. Las trabas a las que este grupo se tiene que enfrentar día a día son muy variadas, desde problemas legales a la hora de realizar los cambios de nombre o sexo en sus documentos personales, hasta la no admisión en el ejército por "enfermedad o deformación". Además, al igual que las lesbianas y los gais, los trans no tienen ningún aliado en el Gobierno. En este aspecto, Jarosław Kaczyński vuelve a llevarse una mención especial, ya que durante la campaña de Ley y Justicia de las pasadas elecciones definió el cambio de género como "una moda y un ataque a la familia" , y aseguró que con su partido en el poder la sociedad polaca no cambiaría.
Pese a todo, los trabajadores de la KPH se muestran optimistas: "No tenemos ninguna duda de que la situación va a cambiar. Aunque sea muy poco a poco, la sociedad tiene que evolucionar, y acabaremos llegando adonde queremos llegar", ha zanjado Melnyk. Un mensaje que Juan Manuel comparte también. "¡A mí no me va a parar lo que pasó! , exclama. "Ya he procedido a denunciar, y pienso seguir saliendo y pasándomelo igual de bien que antes. Toda la ayuda que he recibido tanto por parte de asociaciones como de abogados sirve para recordar que, por suerte, aquí también hay mucha gente tolerante".
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Foto de portada cortesía de Rainbow Europe.