"Pobre pero sexy": ¿Vender Berlín a cualquier precio?
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Ana Isabel Contreras Domingo"Pobres, pero aun así sexis". La declaración de Klaus Wowereit en noviembre de 2003 en la revista Focus se convirtió r en eslogan para Berlín. Principal área de trabajo en Europa, orientada hacia el futuro, la capital alemana es una ciudad moderna «actual». Sin embargo, su imagen está formada sobre todo por su historia. Un pasado que se vende a precio de oro.
París. Ciudad de la luz, capital de la moda. Romántica o bohemia, la capital francesa evoca al mundo la imagen de una ciudad mítica. París es la torre Eiffel, el Arco del Triunfo, Montmartre, los bulevares ideados por Haussmann. Es el París de Victor Hugo, el de Zola. Se compran pequeñas torres Eiffel o imágenes de Notre Dame. Lo que París vende al mundo es una historia milenaria. Las capitales europeas a menudo obtienen su imagen de marca por su patrimonio. Con gran cantidad de reproducciones de toda clase, de camisetas y de postales, las grandes ciudades elaboran su identidad a través de su historia. De esta forma, Roma está ligada al Coliseo, Londres al Big Ben y Atenas al Panteón. El patrimonio, ya sea arquitectural, cultural o natural, vende.
UN PASADO RECIENTE Y OSCUrO SABIAMENTE EXPLOTADO.
Berlín no es una excepción. Y sobre todo porque la ciudad está profundamente marcada por la historia. Teatro de numerosos eventos importantes del siglo pasado, Berlín conserva las huellas incrustadas en sus muros. Sin embargo, lejos de sufrir este pasado reciente y a menudo oscuro, Berlín ha sabido apropiárselo y explotarlo para verse favorecida.
Del espectacular Memorial del Holocausto al espacio denominado "Topografía de los Terrores", pasando por el Museo Judío o incluso el menos conocido –más discreto- monumento dedicado a los gitanos víctimas del nazismo, la segunda guerra mundial es uno de los argumentos de venta de la capital alemana. El tercer Reich, la Solución Final, los bombardeos,de 1933 a 1945... todos los engranajes del conflicto más mortal del siglo XX pasaron por la criba, fueron contados y analizados. Así, la ciudad está salpicada de monumentos a los fallecidos, homenajes a todas las víctimas de esta guerra.
Pero es sin duda de la Guerra Fría de la que Berlín saca el mayor provecho para vender su imagen. La larga separación de la ciudad y su reunificación forman parte integrante de su identidad. Las imágenes del Muro y sobre todo las de su caída han dado la vuelta al mundo. Ese muro al que muchos denominaban Muro de la vergüenza hace la fortuna de la capital. Reconstrucción de una historia compleja, el East Side Gallery quiere ser testigo de la euforia que siguió a la caída del Muro. Aquí y allá hay trozos del Muro colocados en la ciudad, acompañados de un cartel explicativo, que hacen felices a los turistas que posan delante de esta decoración mitificada. En las tiendas de souvenirs, reproducciones o fotos de pinturas del East Side Gallery e incluso "verdaderos trozos del Muro con certificado de autenticidad" que se los quitan de las manos.
UNA HISTORIA POLÍTICA Y POLITIZADA
El Muro no es el único souvenir de la guerra fría que se vende en Berlín. Más sutil, menos marcado directamente por la historia, encontramos al Ampelmann. Este pequeño peatón de semáforo del ex Berlín Este está a partir de ahora en máxima decadencia, desde la pasta alimenticia a los pendientes, lo vemos en calcetines, decorando las tazas y hasta en las fundas para el iPhone. La marca registrada ha creado incluso el equivalente femenino de la estrella berlinesa: Ampelfrau. Surfeando sobre la tendencia vintage y sobre la "Ostalgie" ("nostalgia del Este"), los símbolos y la cultura de la ex RDA (República democrática alemana) han sido retomados y reproducidos de nuevo para mayor deleite de los turistas. El Trabant, coche típico de la RDA, se vende bajo todas sus formas e incluso se alquila para dar una vuelta a través de Trabi World.
Pero la "RDA-Manía", este entusiasmo nostálgico sabiamente explotado para promover la imagen de la ciudad, debe quedarse en unos límites precisos, unos límites de naturaleza claramente más ideológicos. Las imágenes de la Puerta de Brandemburgo, del castillo de Charlottenburg o incluso de la avenida Unter den Linden -todos símbolos de la gloriosa época prusiana- contribuyen también a elaborar la imagen de la capital alemana. En cambio, la imagen del Palast der Republik dejará de aparecer entre los souvenirs con los que se identifica a la ciudad. Centro cultural más visitado de la Alemania socialista, sede de la Cámara del Pueblo, fue destruido en 2006, a pesar de la gran polémica que sacudió a la clase política alemana. Como para borrar definitivamente de la memoria berlinesa este episodio de su pasado, se decidió reconstruir en la plaza el antiguo Stadtschloss, residencia de los Hohenzollern hasta la caída del imperio alemán en 1918, destruido en 1950.
Salta a la vista que la capital alemana ha sabido remarcablemente utilizar y vender a su favor su historia reciente. Incluso si esto significa a veces tomar atajos con la historia.
Translated from « Pauvre mais sexy » : vendre Berlin à tout prix ?