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Plagio “made in Europe”

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Política

En Europa son muy pocos los que nunca han oído hablar de alguna historia de plagio relacionada con sus políticos. Sin embargo, ¿los países europeos dan a igual problema, igual solución? Parece ser que no. De zu Guttenberg a Rama Yade, pasando por Rumanía, damos una vuelta por el continente para mostrarte verdaderos maestros de la fotocopia.

El plagio relacionado con el primer ministro rumano, Victor Ponta, no ha hecho más que despertar viejos recuerdos en Europa. Entre los casos más llamativos se encuentra el del ministro alemán, zu Guttenberg, quien había iniciado una carrera profesional muy prometedora antes de verse obligado a dimitir en 2011. Con 37 años, se convertía en 2009 en el ministro de Economía más joven que Alemania hubiera conocido y, pocos meses después, fue nombrado ministro de Defensa. Todo parecía irle bien, de no ser por un problema: el plagio de su tesis doctoral. Aunque nunca lo ha reconocido oficialmente, su antigua universidad lo ha hecho por él, de ahí que el exministro haya tenido que pagaruna suma de 20.000 euros con la esperanza de borrar toda posible demanda en su contra. En definitiva, por su nombre y sus actos, parece ser que su relación con el ámbito de la imprenta era ineludible.

En líneas generales, ocurre la misma historia con el presidente húngaro, Pál Schmitt, quien abandonó su puesto cuando, en abril de 2012, se descubrió que su tesis doctoral sobre los Juegos Olímpicos fue en gran medida tomada prestada de otros autores. En ambos casos, aunque solo reconocieron a medias su engaño, da la impresión de que el escándalo fue demasiado importante para pasar desapercibido. En Hungría, como en Alemania, se consideró que su imagen está bastante manchada y, en consecuencia, les resultó difícil seguir ejerciendo su cargo con la misma credibilidad.

¿Una regla sistemática?

“Si a un político se le declara culpable de plagio, ¿entonces debe dimitir?”

Los políticos pasan pero sus funciones permanecen, ya que suelen grabarse en la continuidad para garantizar la perennidad del poder de su clase. He aquí uno de los grandes principios en los que normalmente se basan los regímenes políticos. No obstante, ¿de verdad podemos confiar en la regla según la cual si a un político se le reconoce culpable de plagio, debe entonces dimitir para no desacreditar la imagen ligada a su cargo? No está muy claro, ya que si bien esta norma es válida en algunos países, no en todos se aplica.

En realidad, el tema de la reacción de la opinión pública frente a los escándalos políticos de todo tipo remite directamente a nuestro imaginario político. Se trata de saber hasta qué punto está anclada en nosotros la idea según la cual nuestros dirigentes son honestos y cunden con el ejemplo. A fin de cuentas, no es más que una cuestión de grados de tolerancia. Lo que resulta intolerable para los alemanes quizá no lo sea para los franceses. Una prueba de ello es Rama Yade, que ha seguido en su puesto. A diferencia de los demás, la secretaria de Estado francesa no plagió su tesis doctoral, sino su libro publicado en 2011Plaidoyer pour une instruction publique (en castellano, Alegato por una educación pública). Aunque no se dieron motivos para evitar la inhabilitación, este episodio, sin embargo, no ha sido motivo de escándalo. Sin duda, hace falta algo más que eso para escandalizar a los franceses.

Rumanía: experta en la materia

Los rumanos están lejos de encontrarse ante su primer caso de plagio. De hecho, el primer ministro, Victor Ponta, que está actualmente en el punto de mira de Bruselas, no tiene la más mínima intención de dejar su puesto. ¿Debemos deducir de ello que los rumanos están tan acostumbrados a estos episodios que ya nada les sorprende? La pregunta parece estar mal planteada. El hecho de que el Consejo Nacional para la Certificación de Títulos y Diplomas Universitarios (el organismo rumano encargado de verificar las acusaciones relacionadas con la tesis de Victor Ponta) se haya desmantelado recientemente (el pasado 29 de junio) cuando iba a dar su veredicto ha sorprendido a la prensa europea. Sin embargo, en Rumanía el plagio es algo habitual: los políticos no son una excepción a la regla, por lo que no dimiten cuando sus copia-pega, más o menos explícitos, se descubren.

Una cuestión de buen gobierno

¿Haber cometido plagio lo convierte en un político mediocre?Quizás haya que buscar en otra parte lo que caracteriza a un buen gobierno en Rumanía. En el país en el que “todo se compra”, la moral es otra.  Sin duda alguna, en lo que a valores se refiere. Pero ¿qué es él desde el punto de vista de la eficacia? ¿Acaso es un primer ministro ineficaz? ¿Pueden sus descalabros políticos considerarse una consecuencia de ese plagio? La respuesta parece ser negativa.

De hecho, los rumanos lo han entendido todo. Reflexiona durante un momento, ¿cuál es la virtud primordial en política? La eficacia, ¿no? Y no soy yo quien lo dice, sino el pensador de la política moderna, Machiavelo, en su obra más importante, El príncipe.

En política, la moralidad existe, tan solo que es diferente y la eficacia es lo único que cuenta. Antes de que la carrera profesional de zu Guttenberg se fuese a pique por un plagio sacado de unos viejos cajones, ¿no era considerado un ministro de calidad a la vista de todos? Podríamos perfectamente considerar el problema al revés. Si estos políticos son tan eficaces una vez que llegan al poder, ¿por qué no puede considerarse que este paso obligatorio por la tesis doctoral es superfluo e inútil? Después de todo, el fin justifica los medios. Los rumanos ya lo han entendido así, y tanto los alemanes como los húngaros parecen no tener otra opción más que atenerse a ello.

Fotos: portada, (cc) Christophe Verdier/Flickr; texto, Víctor Ponta © cortesía de la página oficial en Facebook. Video : euronewses/YouTube.

Translated from Le plagiat et la politique : calquer c'est tromper ?