Piers Faccini: “Cuanto más nos mezclamos, más ricos somos”
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Pedro PicónSus hijos italianos crecen, junto con algunas canciones dulces, en los campos del sur de Francia. A sus 24 años, este artista polifacético guarda varios ases musicales bajo la manga, que no duda en combinar alegremente
Conduciendo su furgoneta Volkswagen, Piers Faccini ha buscando y encontrado un lugar donde domiciliar su exilio: en las Cevenas, en el sur de Francia, cerca del Mediterráneo, pero en las alturas. Los protestantes ya se habían refugiado aquí antes que él para practicar su culto “tranquilamente”. Se siente bien, nadie viene a buscarlo aquí. Describe un paisaje “luminoso”, un silencio, un horizonte que le ha proporcionado el color dominante para su próximo álbum, llamado Two Grains of Sand.
“Soy un apátrida”, dice de forma tranquila, serena, y se presta, con amabilidad pero sin demasiado ánimo, al juego de preguntas y respuestas. Un padre italiano, una madre inglesa, Piers Faccini vino al mundo en Gran Bretaña, para rápidamente cruzar el mar, la Mancha, para pasar sus primeros años en Francia. El resultado, hoy, es un artista que hace malabares con tres lenguas. Y que, según la biografía de su sitio web, tiene “cierta idea de Europa, quizá”. En caso de duda, Piers Faccini aclara su pensamiento.
Kora y violón
Mis abuelos fueron inmigrantes en Gran Bretaña, por eso siento todas sus influencias irlandesas, rusas, italianas, gitanas… en mí. ¿Acaso sueño? ¿Es romanticismo? En cualquier caso, siempre he sentido curiosidad por la diversidad musical de todos estos orígenes geográficos. Como si estuviera inscrito en mi ADN”. A sus 34 años, este músico “apasionado por los sonidos” le mete mano también a la pintura y a la fotografía: “Soy sobre todo un gran curioso. Juego como un niño… incluso si se trata de algo serio”.
Tras su primer álbum, salido en 2004, Leave no trace, su principal disciplina es la composición de canciones folk, depuradas, luminosas como el alba sobre los montes de las Cevenas. En su casa, donde nació su último disco, podemos imaginarnos puestos aquí y allá instrumentos del mundo entero. Una kora, por ejemplo, que toma prestada de la música maliense, que aprendió a tocar gracias al músico Balleké Sissoko. Un violón que surge de ninguna parte en medio del álbum.
Impresiones de sol criollo. De disolución en disolución, queda la esencia de todos esos sones. En dosis homeopáticas. Al fin, como una evidencia, enmarca el decorado con una frase: “Mientras más nos mezclamos, más ricos somos”. Y en familia, también. Gracias a su mujer italiana, remonta en su furgoneta hacia Nápoles, y ese país de donde saca su apellido y se clavan sus raíces: “me encanta la música folclórica tradicional del sur de Italia. Es súper rica. De hecho, me encantan los italianos, ¡pero no tanto su política!”.
Encontrar las palabras adecuadas
Podríamos encontrarle un punto neurasténico. Piers Faccini no es el tipo de roquero de grandes golpes de guitarra. Se enfrenta también a las cosas de la vida, no siempre divertidas, con textos que, aquí y allá, podríamos describir como sombríos: “Mis canciones no son para nada torturadas. Tengo la intención de ver al mundo tal y como es y eso significa también encontrarse con demonios”. “Abandonarse a la vida”, añade, evocando la canción My burden is light (una ‘carga’ ‘ligera’ y ‘luminosa’ a la vez). Antes de empezar su carrera en solitario y de ser producido en París, Piers Faccini era londinense, pertenecía al grupo Charley Marlowe durante cinco años.
Fue a la vera de un poeta, Francesca Beard. Su “slam” british ha animado durante un tiempo las escenas de una capital cosmopolita. Para él, nada de escribir en otra lengua que no sea el inglés: “Incluso si hablo con soltura francés e italiano, para escribir canciones, hay que tener un control total. Es el arte de poner palabras sobre una melodía y encontrar en cada ocasión las buenas”.
En primavera, cambiará su campiña francesa despoblada por una gira de conciertos. “Es un lujo, admite, poder grabar en mi casa, donde encuentro la mejor energía, y luego irme para ver la otra cara del mundo, a la ciudad, y de encontrar esa red de personas con las que puedo compartir mi música sobre el escenario”. “Hack of all trades, master of none”: Dotado de muchos dardos, pero incapaz de colar ninguna en el blanco, la expresión que le atormentaba de joven es, ya, agua pasada.
Translated from Piers Faccini : «Plus on se mélange, plus on est riche»