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Piergiorgio Rosetti: la paz como instrumento político

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Sociedad

Voluntario en Palestina, Rosetti vive entre el miedo y las ganas de construir infraestructuras intelectuales para la paz. Mientras en el país aumenta la tensión por las recientes elecciones, sugiere una solución: los cuerpos civiles de paz europeos.

Piergiorgio Rosetti tiene 31 años y ha pasado los dos últimos en Palestina viviendo en estrecho contacto con la población de los territorios ocupados. Pasó las vacaciones de Navidad en su casa de Italia y café babel fue su invitado. Piergiorgio, su compañera Kristine y su hermano Riccardo nos recibieron con una fantástica cena ya sobre la mesa.

Miedo y hospitalidad

"Pensaba que me iban a cortar la cabeza, pero no fue así", nos explica Rosetti durante la cena. "Tenía mucho miedo cuando llegué a Palestina en 2003, pero pronto descubrí que también los representantes de los partidos más extremistas no son como te esperas y la hospitalidad de la gente es la primera cosa que te conforta."

Acabada la cena, nuestro encuentro continúa de manera relajada. Rosetti es un voluntario de la

Operazione Colomba (lit. Operación Paloma) un cuerpo de paz, no violento, activo en diversas zonas de guerra, desde Kosovo a Chiapas, pasando por Israel y Palestina. En calidad de cascos blancos desarrollan una labor continua de apoyo, documentación e información sobre la vida cotidiana en los territorios ocupados. Para Rosetti es importante precisar que "en todos los conflictos la presencia de civiles internacionales evita una mayor violencia porque a los militares se les obliga a comportarse de manera más humana". Sus numerosas historias sobre la vida cotidiana denuncia los episodios de violencia que sufren los palestinos: rebaños envenenados, amenazas, palizas, pequeños abusos cotidianos, etc. "Por desgracia", añade serio, "los soldados israelíes que deberían garantizar la seguridad de todos los habitantes de Cisjordania

–colonos, palestinos, civiles internacionales– a menudo no lo hacen". A eso hay que añadir la

construcción del muro,

cuyo trazado pasa en muchos puntos por territorios palestinos y que, "al quitarles tierras y destrozar los olivos de los campesinos, vuelve aún más precaria la ya difícil vida de los palestinos".

Viviendo separados y buscando el reencuentro

Rosetti parece muy relajado pero se exalta al contarnos algunas de sus muchas anécdotas. Desde que empezó la segunda intifadalas condiciones de vida han empeorado: colonos y palestinos viven separados, las colonias están cercadas y se prohíbe la entrada a palestinos. Lo mismo sucede con los colonos en el otro territorio. "Existe un mercado negro de trabajo que permite un mínimo de contacto, pero cada uno vive su vida de forma separada", añade. Sin embargo, hay quien intenta compartir los sufrimientos de la guerra. Una historia que le emociona en particular es la de Parents circle,

una asociación que reúne a más de 500 familias israelíes y palestinas con un triste denominador común: un pariente muerto durante el conflicto. Pero en común tienen también un noble objetivo: dejar a un lado el odio para tomar un camino basado en el diálogo y la comprensión mutua.

Me pregunto cómo las dos comunidades perciben la presencia de la Unión Europea y Rosetti nos señala una ausencia: "Los colonos, excluyendo a los extremistas -que constituyen la minoría-, ven en la Unión Europea un mercado importante para los productos agrícolas israelíes, mientras que los palestinos saben que es su mayor fuente de ayuda económica". Además de la dimensión económica se advierte una "falta de estrategia geopolítica,

un proyecto concreto" por parte de la Unión Europea. Es tarde y se nota el cansancio, pero continuamos un poco más.

Los cuerpos civiles de paz europeos para la cooperación

A menudo se critica la presencia de pacifistas en territorios de guerra. A veces se pone en duda sus motivaciones y se les retrata como gente en busca de aventuras que huye de una sociedad en la que no se encuentran a gusto. "¿Qué fue lo que te impulsó a ir?", le pregunto a Rosetti. "Las convicciones morales fueron importantes, pero se hubieran quedado en solidariedad momentánea si no me hubiese dado cuenta de la necesidad de una revolución cultural que oponer al punto de vista decimonónico tradicional. Entre la guerra y la diplomacia es necesario prever la intervención no armada en zonas que son teatro de conflictos". Para Rosetti, los cuerpos civiles de paz europeos tienen que convertirse en instrumentos de política exterior, e insiste en su capacidad para adaptarse a diversas situaciones y para desarrollar macroproyectos de cooperación. Además, en las zonas de guerra "a ojos del personal de formación civil, ciertos comportamientos de los militares con los civiles resultan incomprensibles e injustificables. Y al revés, observadores de formación militar desarrollan comportamientos psicológicos de solidaridad y justificación que perjudican a los más débiles que padecen las consecuencias del conflicto". Hablamos de Alexander Langer, a quien Rosetti admira. Langer ha sido Presidente de la delegación del Parlamento Europeo para las relaciones con Albania, Bulgaria y Rumanía y ha sostenido siempre que los cuerpos civiles de paz pueden calmar las dinámicas violentas en los conflictos de matriz étnico-religiosa mejor que las operaciones tradicionales de peace keeping. "La idea de que los cuerpos civiles profesionales puedan ser usados como instrumentos de política exterior puede molestar, pero es fundamental para colocar en el centro de la acción la tutela de los civiles en zona de guerra", subraya Rosetti, que opina que el Parlamento Europeo últimamente ha demostrado más amplias miras que en el pasado, afrontando en más ocasiones el tema de los cuerpos civiles, y espera que se llegue hasta el fondo del asunto.

Con tanto hablar ya se ha hecho de noche y nuestra sobremesa llega al final. Las discusiones sobre los cuerpos de paz continúan y la congelada Constitución europea en teoría prevé la institución de un cuerpo voluntario europeo de ayuda humanitaria. Si se hará relaidad o no, no podemos aún saberlo.

Translated from Piergiorgio Rosetti: la pace come strumento di politica