Pesadillas culinarias
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Paula MartínezViajando por Europa nunca se está a salvo de una mala sorpresa gastronómica: paté de cabeza de cerdo, champiñones para untar en el pan, quesos que apestan… ¡Y mucho más!
"El 25% de los ingleses meten Marmite en su maleta cuando se van de vacaciones". Podría ser la primicia gastronómica del año… Pero no se trata de una olla, sino de una especie de pasta para untar a base de levadura vegetal (formada por champiñones microscópicos y muy rica en vitamina B1), sin la cual un cuarto de la población británica no puede sobrevivir dos semanas seguidas. No les hacía falta mucho a los comerciales de la marca Marmite (¡nacida en 1902!) para hacer una campaña publicitaria bastante divertida. Porque lo cierto es que la Marmite, con su gusto agrio, divide los paladares ingleses. No hay punto medio: 'Love it or hate it', (amalo o odialo) como dice el eslogan.
Queso que apesta
Extended una capa de Marmite y otra de queso fresco entre dos rebanadas de pan de molde, cerrad y metédselo en la boca a ese amigo francés que ha venido a visitarte el fin de semana: dependerá del nivel de cortesía de vuestro huésped, pero puede ser que empiece a sudar más de lo normal, que frunza el ceño y que su nuez se niegue a tragar. “Oh, what a drôle de taste!” Sigamos siendo así de educados.
En Europa, los alimentos que provocan ese tipo de reacciones existen en todos los países, y más vale tenerlo presente antes de largar las amarras. Imaginaos a un alegre español que visita el este de Francia: en un supermercado del Franco Condado ve un pequeño tarro de Cancoillotte. “¿Qué es?”, se preguntará. 'Queso líquido', pone en la etiqueta. Aunque se trata más bien de un tipo de Camembert para untar con 'un pequeño' toque de ajo. Producido a partir de leche desnatada y cuajada, la Cancoillotte despertaría el paladar de cualquier muerto. De hecho, este queso es tan pastoso que algunos luxemburgueses (a quienes les encanta para desayunar) suelen decir “que sirve también para pegar el papel pintado de casa”.
Rabo en su salsa
Pero los españoles también tienen algunas recetas explosivas, bien escondidas detrás del bar, que hacen huir a los turistas: el rabo de toro (cocinado y con salsa, por supuesto) es un plato típico de Andalucía. ¿Lograrán las cocineras quitarle todos los pelos? También les podríamos hacer esa pregunta a los gurmés italianos que prefieren hacer sus estofados con rabo de buey. Se trata de la coda alla vaccinara. Pero para comer carne de verdad hay que irse a Alemania: allí despedazan sin complejos la cabeza de los cerdos para hacer paté. Carrillos, hocico, orejas, lengua… Se cortan en trocitos, se dejan marinar en vinagre y luego se les pone en gelatina. En tierras germánicas se llama a eso Sülze, pero es una receta que tiene éxito en toda Europa, incluso en Polonia, donde hacen salchichas con la sangre del cerdo: la Kiszka se parece a la morcilla española o al boudin noir francés y suele combinar muy bien con frutas cocidas (algo a recomendar a las personas anémicas). ¿Qué os parece degustar una mousse de sangre porcina envuelta en intestino y puesta con delicadeza sobre una alfombra de manzanas al horno? ¡Jamás! ¡Prefiero la Marmite!
Receta: Estofado de rabo de buey
- 1 rabo de buey
- 2 cebollas
- 1 diente de ajo
- ½ l de caldo de buey o 1 cubo de buey
- Sal y pimienta
- Hierbas provenzales
Como acompañamiento:
- Patatas
- Champiñones
En una olla, poner dos cucharadas soperas de aceite de oliva. Cuando el aceite esté caliente, dorar el rabo de buey por todos los lados. Mientras tanto, pelar las cebollas y el ajo. Cortarlos en láminas y añadirlos mientras removemos. Salpimentar y añadir las hierbas de Provenza (una mezcla de tomillo, orégano, mejorana, romero, albahaca, perifollo, estragón, laurel, ajedrea, lavanda...). Poner en la olla el caldo de buey (que recubra todos los trozos de carne). Cerrar la olla y dejar hervir a fuego lento durante al menos tres horas. Pelar las patatas y lavar los champiñones. Abrir la olla y añadir las verduras 20 minutos antes de servir. Un último consejo: podéis dejar que se cueza más tiempo, pero tened cuidado que no se os queme. Para saber si el plato está listo, mirad si la carne se suelta sin esfuerzo del hueso.
¡Que aproveche!
Translated from Cauchemars culinaires