Pepperminta es como las zanahorias
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La alegre propuesta de la suiza Pipilotti Rist entusiasma al público joven. Sin ser simplista, Pepperminta es una historia simple y directa.
Ni demasiado dulce ni demasiado amarga, ni demasiado salada ni demasiado sosa, así es Pepperminta, una joven revolucionaria con un laboratorio mágico del color que quiere un mundo más humano. Ésta es la última creación de la videoartista Pipilotti Rist, clara candidata al primer premio del Festival de cine europeo de Sevilla.
Sólo es necesario un momento sin miedo y gente dispuesta a colaborar para llevar a cabo la misión. Al principio sólo será ella, pero se irá haciendo de amigos de su talla para intentarlo. Un chico con cara de buenazo y obsesionado con el mal que pueden ocasionarle las bacterias, una mujer mayor que teme la muerte o una chica joven de rostro aparentemente duro que cultiva tulipanes serán sus compañeros de hazañas.
“Quiero cambiarlo todo, por ejemplo lo que significa la sangre de la regla, hacer hincapié en la posibilidad del cambio de significado de las cosas y reflexionar sobre el grado de censura que hay en nuestras vidas”, insiste Pipilotti Rist en rueda de prensa. Celebrar, porqué no, la llegada de la menstruación, cocinar celestiales espaguetis azules o hipnotizar a la policía con reflejos de colores es la misión de Pepperminta, convencida de querer reinventar y humanizar las relaciones sociales.
Pipilotti quiere cambiar las reglas, pero no lanza un mensaje político claro en su película. “Es más interesante que lata la ambivalencia. Prefiero dejar el mensaje político libre, si no es así el rojo se vuelve negro o rojo oscuro”, expone la directora suiza. Con los colores como instrumentos para vencer el miedo y remedios florales para curar las almas, Pepperminta arrasa en la aventura de reimaginar el cine europeo.