PEGGY HUGHES: LIBROS QUE NOS HABLAN
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Juncal Fabra RibellesPodemos ver a Peggy Hughes metiendo los dedos en uno de los pasteles literarios de Edimburgo, antes de echarles sal, pimienta y nuez moscada; pero también organizando salones literarios, festivales o publicaciones como directora de desarrollo literario de Dundee. Quedamos con ella en la librería-café Looking Glass Books de Edimburgo para hablar sobre Electric Bookshop y los tatuajes literarios.
Electric Bookshop es uno de los últimos proyectos de Peggy. En él, se llevan a cabo eventos para la creación de contactos y talleres “sobre edición digital, pero también sobre el diseño, el futuro de la lectura y la escritura y los fascinantes adelantos en el mundo de los libros”, como ella misma cuenta. Electric Bookshop empezó cuando Peggy, que trabajaba en Edinburgh City of Literature, y Claire Steward, una amiga que trabajaba en Scottish Book Trust, descubrieron un evento llamado Book to the Future. “Era una especie de reunión social nocturna dirigida por The Bookseller en Londres,” explicó Peggy, “centrada en el futuro del formato de los libros. Invitaron a todo tipo de profesionales de la industria, pero fue realmente una gran ocasión para conocer a personas afines.” Dado que el evento se realizó en el lugar equivocado y que no existía un equivalente en Edimburgo, ambas amigas decidieron organizar uno. “Edimburgo es un una gran ciudad literaria, pero también tiene...” busca la palabra correcta y finaliza disculpándose con una sonrisa, “cosas realmente increíbles en cuanto a informática, computación e inteligencia artificial.”
UN Papel QUE HABLA
Peggy se detiene para hablar con la camarera que nos trae nuestro chocolate caliente y, a continuación, toma un sorbo antes de proseguir. “Así es como empezó todo. Padmini Ray Murray, quien imparte clases de edición en la Universidad de Stirling, se unió a nosotras. Teníamos claro que queríamos que fuera algo social y cultural; dar a la gente la oportunidad de conversar. Si hay un escritor en la sala que quiere pasarse a la práctica digital, queríamos ser capaces de ayudar a que esto sucediese. Como resultado, normalmente disponemos de tres invitados que nos dan una pequeña muestra de lo que están haciendo y, por lo general, se clasifica dentro de un tema: diario, moda, ciencia, etc.”
Además de los habituales salones, Electric Bookshop trabaja actualmente en un proyecto que va a ser una máquina del tiempo para la edición, financiado por New Media Scotland’s Alt-W award. “¡Es genial! Hará que la gente interactúe con sus prácticas de lectura,” explica Peggy. “El último evento de Electric Bookshop fue parte de este proyecto. Queríamos explorar la ciencia y la evolución del papel.” Los invitados abarcaban desde lo analógico y lo tradicional, como la artista plástica Yvette Hawkins; hasta lo más moderno, como Mike Shorter, que fabrica papel electrónico. “¡Él puede hacer que un papel hable!” exclama Peggy. Además, en el podio estaba la artista Alyson Fielding. “Alyson piratea libros,” explica Peggy al tiempo que describe su demostración como uno de sus momentos favoritos en Electric Bookshop. “Tú sabes que en el iPhone tienes Siri y preguntas: ‘¿Dónde está Looking Glass Books?’ Y el móvil te lo dice. Pues ella ha hecho esto con un libro. Aunque éste no te contesta de la misma manera, ¡sí que te habla! Alyson tenía un ejemplar de Secuestrado, escrito por Robert Louis Stevenson. Colocó el libro y éste empezó a funcionar,” Peggy pone una voz profunda y divertida, a la vez que agradable, “’¡Hola, cógeme! ¡Vamos, cógeme!’ Alyson nunca había hecho esto en público, de modo que cuando el libro habló, ¡aquello fue simplemente alucinante!”
TATUAJES DELEBLES
La pregunta de qué fragmento de una poesía elegiría alguien para hacerse un tatuaje, por lo general, es recibida con un desconcertante silencio. De alguna manera no sorprende que Peggy sea la primera entrevistada que me responde con estas palabras: “Bueno, es curioso, porque casi me hice un par de tatuajes de una poesía en el cuerpo,” dice riendo. “Estoy muy, muy contenta de no haberlo hecho, porque si fuera ahora, no los querría. Esto fue justo antes de que me graduara, por lo que tenía 21 años o algo así. Incluso me informé sobre los precios y todo. Se trataba de un haiku de Issa, pero estaba en la obra de Salinger, Franny y Zooey, que es uno de mis libros favoritos. ¿Has leído Franny y Zooey?” se interrumpe a ella misma. Niego con la cabeza, arrepentida. “Todos han leído El guardián entre el centeno, pero los libros de la Familia Glass de Salinger son magníficos, ¡magníficos!” dice con entusiasmo. Mira las paredes del café, repletas de libros y lentamente recita: “‘¡Ánimo, caracol, que subes lentamente el Monte Fuji!’ Creía que era una de las cosas más bonitas con las que me había encontrado. Me lo iba a tatuar en Courier Sans en la muñeca. Aquí.” Se da unos golpecitos con el dedo índice en la parte interior de la muñeca. “Pero en principio me eché atrás y, por otra parte, estaba a punto de graduarme y estaba pelada. ¡Era bastante caro! Me alegro de no haberlo hecho, porque de lo contrario ahora lo miraría y pensaría: ‘¡Oh, no! ¡Ojalá no lo hubiera hecho!’” Hace una mueca burlona de horror.
“A veces escribo cosas en mi muñeca y luego la limpio,” reflexiona Peggy. “A veces escribo simplemente ‘choose kind’. Y otras anoto ‘alérgica a la penicilina’, porque lo soy. Debería llevar una pulsera, pero no me gustan las joyas. Como si por estar escrito, precisamente tuviera que ocurrir algo...” Se detiene y luego se ríe entre dientes. “Creo que lo que quiero decir es que me gustaría que existiera un tatuaje que me lo pudiera lavar sin más. Un tatuaje que se limpiara con una toallita. Que fuera más permanente que un boli, pero que lo pudieras cambiar cada día. A lo mejor eso podría ser un proyecto. ¡El tatuaje indeleble!” ¿No quiere decir ‘tatuaje deleble?' Interrumpo. Su cara se ilumina con una sonrisa burlona. “¡Oh, un nuevo proyecto! ¿Acabamos de crear una firma?”
Translated from Peggy Hughes: Listening to Books that Talk