Pastafarismo: vivir con un colador de pasta en la cabeza
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¿A quién no le gustan los espaguetis? Poca gente rechazaría una buena boloñesa, pero ¿cuántos se atreverían a pasear por la calle con un escurridor de pasta en la cabeza? Serge no lo duda: la pasta y la cerveza son la solución a todos nuestros males.
Al otro lado del teléfono responde una voz serena, calurosa y dispuesta a hablar de religión. Pero no de cualquier creencia, sino de una un tanto particular. Serge Burgman es el director de la Iglesia pastafari belga, una de las miles de congregaciones que existen en nuestro planeta. Hablar con él es, ante todo, una revelación. "El mundo, tal y como lo conocemos hoy en día, no fue creado por Dios, sino por el Monstruo del Espagueti Volador (MEV o FSM, según sus siglas en inglés)". La conversación no ha hecho más que comenzar, pero ya promete. Según la Biblia, Dios tardó seis días en crear el mundo y fue el séptimo cuando descansó. Sin embargo, la versión de Serge es diferente: "El Gran Monstruo, que había bebido unas cervezas de más, creó el mundo en cuatro días". Los pastafaris creen que su estado de embriaguez explica la imperfección de nuestro mundo: "Son cosas que pasan. Uno sale a tomar algo y se le va un poco de las manos. ¿A quién no le ha pasado alguna vez?". Esta teoría creacionista, por muy sorprendente que pueda parecer, es la base de una religión que cuenta con cada vez más fieles en todo el mundo. El pastafarismo (que proviene de "pasta" y "rastafarismo") tiene sus propias escrituras, costumbres y mandamientos, conocidos como "los ocho condimentos".
Todo surgió en Estados Unidos hace once años. Tras recibir mucha presión por parte de varios grupos fundamentalistas cristianos, el Consejo de Educación del estado de Kansas decidió aprobar algo insólito: las clases de biología en las escuelas públicas debían dedicar la misma carga lectiva a la teoría del diseño inteligente que a la de la evolución darwiniana. Esto causó un enorme revuelo. Fue entonces cuando Bobby Henderson, un físico de Oregón, intervino y en junio de 2005 envió una carta al Consejo criticando la decisión de introducir el creacionismo en las aulas. Henderson redujo esta medida al absurdo y pidió que se estudiara también su propia teoría inventada: el mundo no fue creado por Dios sino por una bola de espaguetis y albóndigas gigante y voladora.
"El paraíso está lleno de cerveza y strippers"
Como toda religión que se precie, el pastafarismo también tiene su propio Jardín del Edén. "Nuestro paraíso está lleno de volcanes de cerveza y strippers. Claro que el sexo de estos depende de la orientación sexual de cada uno". Pero, ¿quién merece acabar sus día en el cielo pastafari? "En principio, todo el mundo merece ir al Paraíso. El único problema es que, si no has sido un buen pastafari, tu cerveza estará aguada y tu stripper no será especialmente atractivo. Y este, es el mayor castigo que se le puede imponer a un mal pastafari".
¿Es el pastafarismo algo serio o se trata de una parodia para burlarse de otras religiones? Serge lo tiene claro: "Oficialmente, es totalmente serio. Extraoficialmente, sirve para decir a los creyentes que pueden venerar a quien quieran siempre y cuando no introduzcan sus creencias en nuestras escuelas". Además, afirma que esperan contar algún día con los mismos derechos que los demás. Por eso, en las prisiones debería haber pastafaris que oficien "misas" para los presos de esta religión.
Actualmente, el pastafarismo tiene estatus legal como religión en los Países Bajos y en Nueva Zelanda, siendo este último el único país donde se reconocen oficialmente las uniones celebradas por este rito. En Polonia, por el contrario, los pastafaris consiguieron llegar a los tribunales pero la religión nunca ha sido registrada de manera oficial. En Bélgica, sin embargo, todavía no se considera una religión. Este mismo año, cuenta Serge orgulloso, su Iglesia ha organizado una boda pastafari en Uccle, un barrio burgués de la capital belga. La boda de Martine y Philippe no esquivó la norma a excepción de un detalle: en el momento del sí quiero, ambos llevaban un escurridor de pasta en la cabeza. El plato estrella tampoco podía ser otro que unos buenos espaguetis.
A pesar de desear que la gente les tome en serio y se les deje de ver como a bichos raros, Serge reconoce que en los dogmas pastafaris el humor es primordial: "El humor es la manera que tenemos de expandir nuestras ideas".
Pastafaris y piratas: una historia de amor
Los pastafaris adoran a los piratas. De hecho, uno de los símbolos del pastafarismo, además del MEV, es un pez pirata. Serge explica cómo a él y al resto de amantes de los espaguetis les encanta vestir con atuendos de piratas, pues para ellos son seres sagrados. Pero ¿a qué se debe esta relación tan estrecha entre pastafaris y los surcadores de mares? "Según las escrituras, los piratas son los pastafaris originales, aunque ahora se les vea con malos ojos." Además, afirma que existe un vínculo entre el calentamiento global y los piratas, ya que luchan contra los desastres naturales. "¿Conoces el problema de la capa de ozono?, pregunta Serge. "Hemos comprobado que desde que los piratas de ultramar han desaparecido, el agujero aumenta cada vez más, por lo que se puede decir que los pastafaris y los piratas influyen enormemente en el cambio climático". Para los creyentes de otras religiones, no hay nada que pruebe que Dios no exista. Por eso, los pastafaris creen en los piratas y en su influencia positiva en el clima.
Aunque el pastafarismo no impone reglas estrictas, los creyentes pueden guiarse por los Ocho Condimentos, una lista de ocho "preferiría que no hicieras" bastante coherentes. Entre ellos destaca el sexto condimento, que dice algo así como: "Preferiría que no construyeras iglesias multimillonarias, templos, mezquitas o altares para mi tallarinesca santidad cuando podrías invertir tu dinero en acabar con la pobreza, curar enfermedades o bajar el precio de la televisión por cable". Una vez más, el pastafarismo deja ver su lado ateo.
Aunque nació como una iniciativa personal para luchar contra la religión, el pastafarismo tiene cada vez más seguidores, gracias, sobre todo, a las redes sociales. "La nuestra es una religión actual que se adapta a los jóvenes. Utilizamos Facebook para compartir nuestras ideas." Serge se enorgullece de tener más de 2.000 seguidores en su página. Y no es para menos. ¿Quién sabe? Quizás algún día las calles estén pobladas de gente con un escurridor de pasta en la cabeza. Hasta entonces, que el Monstruo del Espagueti Volador gigante llene de salsa carbonara vuestros días. Ramen.