París libre de basuras, la cruzada verde a pie de calle
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Con la firma del Acuerdo sobre el Clima, París izó su bandera de ciudad en pie de guerra contra el cambio climático. Sin embargo, la capital francesa tiene una de las tasas de reciclaje más bajas de Europa, por lo que la alcaldía ha lanzado un ambicioso plan para convertir a la ciudad, en un plazo de 4 años, en una de las capitales más "verdes" del mundo. ¿Predicará con el ejemplo?
La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha emprendido una verdadera cruzada verde desde que se puso al frente de la capital francesa en abril de 2014. O, al menos, eso es lo que pretende transmitirle a sus más de 2 millones de ciudadanos, 12 si se cuenta el área metropolitana. Tras haber acogido una "exitosa" cumbre sobre el clima el pasado diciembre, su equipo de gobierno ha puesto en marcha una campaña para hacer de París una ciudad "cero residuos" de aquí a 2020.
El plan no dista de ser ambicioso. Según cuenta a cafébabel Léon Garaix, consejero adjunto de Mao Peninou, concejal de París encargado del tratamiento de residuos, los parisinos producen 5 millones de toneladas de residuos al año. La gran mayoría de estos residuos se tratan en incineradoras a pesar de que, del 80% de los residuos que se queman cada año, la mitad son productos reciclables. "Nuestro primer objetivo es actuar para que la mitad de ese 80% (...) acabe en el contendor amarillo y el blanco", es decir, los destinados al reciclaje según el código de colores de la ciudad, indicó Garaix.
¿Cómo conseguirlo? El ayuntamiento tiene previso desarrollar un proyecto en cuatro años, para lo que aumentará el número de contenedores públicos y lanzará una "gran campaña de comunicación" donde se explica a los ciudadanos cómo se debe separar la basura, incluyendo - y ésta es la gran novedad- la materia orgánica. "La idea es reducir a la mitad el contenido del cubo de basura verde [el general] y que [la parte sobrante] vaya al contendor amarillo o al blanco", señaló Garaix. Este aumento en la cuota de reciclaje incluirá, además, "entre el 15 y el 20% de los residuos biológicos" a través de un sistema de recogida de basuras puerta a puerta. El gabinete de Anne Hidalgo tiene previsto implantar antes de que termine 2016 este sistema de recogida de residuos orgánicos para fabricar compost en los distritos 2 y 12 de la capital, aunque la ciudad todavía no ha puesto en práctica esta parte del plan.
Desde el colectivo ecologista 3R, celebran la puesta en marcha del programa, que califican de un "gran paso adelante", destacando, con todo, la importancia de que la campaña de comunicación sea efectiva. "Si no te explican los errores que quizá vayas a cometer, como tirar una bolsa de plástico dentro de la basura, hay pocas opciones de que vayas a seguir separando los restos", explica Anne Connan, de 3R. "En Fráncfort, existía una recogida de residuos biológicos puerta a puerta pero lo hacían una vez por semana, lo que se convertía en una infección (...) por lo que la gente terminó por abandonar [la práctica]". Continúa: "En París, es importante prestar atención a cómo se va a implantar el plan" para que no ocurra lo mismo, incide Anne.
Objetivo Milán
La asociación destaca el éxito que tienen iniciativas parecidas desde hace años en ciudades como la estadounidense San Francisco, o la italiana Milán, donde se puso en marcha un sistema de multas para que la gente acatara la norma. "Si hay un cubo que no está conforme [a la reglamentación], se empieza por buscar al propietario -en general se le encuentra-, y se habla con él. Si ocurre lo mismo una y dos veces más, se le impone una multa".
También desde el equipo de gobierno quisieron destacar el importante éxito registrado en este tipo de programa. "En Milán, que tenía [unas tasas de reciclaje] mediocres, como las de París, se lanzaron a la recogida de residuos [orgánicos] y esto comportó un aumento en la recogida de todos los otros", señaló Léon Garaix. "En el lapso de unos años, Milán pasó del 20% de reciclaje al 50%, algo enorme como evolución. Ése es nuestro objetivo", destacó.
Y aunque en el colectivo 3R se muestran satisfechos con el camino emprendido, con la esperanza de que éste entre en vigor y que París empiece a reciclar "de verdad", los ecologistas se muestran cautos. Anne Connan recordó que en principio esto sólo afectará a los particulares, aunque ya es algo "enorme" pues "los residuos orgánicos suponen en París el 25% de la basura". Aún así, recalcó que la segunda parte de los afectados son los grandes productores (mercados, escuelas, hospitales, comedores de empresas...) y que todos ellos dependen de una ley de 2009 que ya preveía que el tratamiento de residuos se implementara progresivamente.
"El problema de la recogida puerta a puerta es que, por una parte, hay que organizar las recogidas para que éstas se realicen lo más a menudo posible", enfatizó la activista. "Además, los cubos para la basura orgánica tienen que ser redondos, pues son especiales y se tienen que limpiar aparte", explica, a lo que agrega que sería aconsejable separar todos los residuos "secos" de aquellos "húmedos".
Para hacer frente a algunos de estos problemas, la alcaldía de París ha previsto promover el reciclaje voluntario con la instalación de contenedores en las calles y columnas "Trilib" donde se puede reciclar vidrio, papel y cartón, plástico y ropa. Hasta ahora, sólo había contendores para reciclar vidrio y ropa en la vía pública de la capital, aunque no muy numerososos.
Un programa alternativo
Con todo, desde 3R no abandonan su actitud reivindicaitva y proponen un cambio radical en el tratamiento de residuos que no incluya el método por incineración.
"La política de incineración ha bloqueado mucho el reciclaje. Tenemos tasas de reciclaje ridículas, al nivel de Marsella, de un 10% según el Syctom [La agencia metropolitana de residuos domésticos, ndlr]", lamentó Connan, refiriéndose a la agencia de tratamiento de residuos del área metropolitana de París. "Vamos con mucho retraso". Frente a la renovación de la incineradora de Ivry, (al sur de París) uno de los flancos de batalla del colectivo 3R desde hace año, los ecologistas proponen un programa alternativo, llamado Plan B'om.
"Está destinado a toda la población y muestra que no necesitamos reconstruir la incineradora si aplicamos otras medidas bastante simples que han sido probadas en otras ciudades de Francia y del extranjero", explica. "No es un plan cero residuos, es un plan razonable". "No podemos pasar de 10% de tasa de reciclaje al 65% en diez años en la región parisina [como prevé la ley de transición energética], nuestro plan es alcanzar el 35%, algo que no está ya nada mal y que no es en absoluto irrealizable".
Anne Connan admite que, al principio, llevar a cabo este programa podría suponer una inversión importante, aunque ésta acabaría recuperándose a largo plazo. "Al principio hay que hacer una inversión, [comprar] pequeños camiones especiales, distruibir los contenedores y armonizar la recogida entre los diferentes [tipos de basura]", señaló. "Pero después, muy muy rápido, la curva se invierte y todo se vuelve mucho más barato". A groso modo, el plan costaría unos 200 millones de euros iniciales, una cantidad mucho menor a la que costaría, según Connan, reformar la incineradora de Ivry (sur de París), unos 500 millones de euros.
Cuando se le pregunta al respecto, Léon Garaix rechaza que el programa de Hidalgo vaya encaminado a acabar con las incineradoras, aunque destaca que, estimulando el reciclaje, la cantidad de residuos que se incineren será mucho menor.
La lucha contra la incineradora de Ivry es una guerra que se libra en varias batallas y, de momento, parece que los ecologistas podrían ir ganando. En la última reunión del Consejo del municipio de Ivry, celebrada el 20 de octubre, los concejales votaron en contra de la reconstrucción de la incineradora y solicitaron la puesta en marcha de un proyecto alternativo que "excluya la incineración y se comprometa claramente hacia una gestión eficiente y ecológica de los recursos que constituyen nuestros residuos", anuncia el colectivo 3R mediante un comunicado. "Esta votación podría marcar un giro en los debates sobre el proyecto de reconstrucción, que duran más de 10 años", reacciona Anne Connan, que aplaudió el voto de los regidores.
El cambio empieza en los barrios
Pero la cruzada verde no se organiza únicamente desde los despachos. También se lleva a cabo a pie de calle, con el compromiso diario. Como el de un grupo de vecinos del distrito XIII de París, en el sureste de la ciudad, que en junio de 2015 abrieron el primer espacio de tratamiento de compost gestionado por los propios vecinos en la ciudad de París.
Sin embargo, abrir el pabellón no fue fácil, señala Isabelle Moréteau, una de las voluntarias que gestiona el espacio. La idea inicial era establecer una recogida puerta a puerta, pero la idea era de difícil aplicación, por impedimentos legales. Al final, decidieron abrir un centro de aportaciones voluntarias. Ahora, se recogen allí alrededor de 1,5 toneladas de desechos al mes, que llegan hasta el parque gracias a unos 200 voluntarios.
"Somos víctimas de nuestro éxito", agrega risueña Isabelle, mientras echa un ojo a sus dos hijos que suelen acudir con ella al pabellón para remover los fétidos desechos. "Nos dimos cuenta muy pronto de que la gente tenía mucho interés en realizar aportaciones voluntarias, ya no nos queda sitio. El hecho de que la gente venga y se implique, es algo muy agradable".
La asociación J'aime le Vert, que gestiona un proyecto parecido en Alfortville, al este de París, se encargó de apadrinar el proyecto durante los primeros dos años. "En algo menos de un año se creará una asociación aquí [en el distrito XIII de París] que controlará el proyecto de forma perenne", indica Damien Hubron, presidente de J'aime le Vert.
El pabellón ha costado 8.000 euros y ha sido costeado en parte por el Syctom, el Ayuntamiento de París, diversos fondos de la región y una campaña de micromecenazgo. "Se construyó en un centro penitenciario. Nos lo entregaron pero el montaje era bastante caro, así que lo montamos entre todos, en un sólo día, en junio de 2015", recuerda Isabelle, contenta.
Ahora, tras más de un año en funcionamiento, este espacio se ha convertido en un centro de reunión, ha dado lugar a otras actividades de concienciación ciudadana y ha servido para reavivar la vida asociativa del barrio. No es sino el fruto del trabajo colectivo, de meses de recogidas de firmas, de manifestaciones frente a la alcaldía y de la determinación y el convencimiento de que, con la ayuda de todos, una sociedad más limpia y respetuosa con el entorno es posible.
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