PAC: granjero busca libertad
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Luis González VayáLos jóvenes campesinos de Auvernia temen por su futuro, que está siendo asfixiado por las regulaciones de una Europa demasiado liberal. En las próximas elecciones europeas quieren dar rienda suelta a su ira
Sabine Tholoniat está dispuesta. A las cinco y media, la agricultora ya está puntualmente en la ordeñadora, con su Babyphone en el bolsillo derecho de la chaqueta, por si a su hijo le da por llorar desde la casa de enfrente. Lleva recogido el pelo en una coleta a la espalda. Con 26 años, desinfecta mecánicamente la ubre de su vaca lechera con un líquido verde neón. Luego va a la máquina ordeñadora. ¡Es pura rutina! 80 vacas pasan cada día por las instalaciones de Les Granges, no lejos de Tiers; es un trabajo digno de Sísifo. Pero Sabine está contenta. Aprecia mucho su libertad de “hacer lo que quiero y cuando quiero”. Lejos del ruido de Clermont-Ferrand, a tan solo 50 km de distancia, que resplandece en el horizonte, sobre el ancho Macizo Central. Junto con su pareja, Raphaël (26), y sus padres ha montado una pequeña explotación familiar.
Sabine es agricultura por pasión. Trabaja en una de las 22.309 explotaciones de la Auvernia, en un sector que, según el Consejo Regional, ocupa al 8,8% de la población activa de la región. Como propietaria de una granja lechera proporciona leche a las instalaciones circundantes y produce queso, que se vende en grandes superficies o pequeños comercios de la región.
Las especialidades de queso como el Cantal o el Bleu d’Auvergne son la seña de identidad de la agricultura regional, que anualmente celebra la segunda feria agrícola más importante de la región. La especialidad de Sabine son quesos de cabra de aspecto extravagante. La explotación iría bien –si no fuera por las onerosas cuotas lecheras de la UE. Déesse, Drucila y Dalida, los terneros –este años sus nombre empiezan por D- tienen que contenerse. La leche de las felices vacas está muy bien –pero en su justa medida, que si no vendrán jugosas sanciones desde Bruselas. “Estamos preocupados”, dice Raphaël mirando hacia el futuro.
¿Hándicap PAC?
2013 –la próxima fecha clave para los agricultores de la UE. Y es que el idilio campestre es solo aparente. Bajo la presidencia francesa, los ministros de agricultura de la UE dijeron “sí” y “amén” al llamado “Cheque Salud” (Health Check) de la Política Agrícola Común (PAC). “Modernizar, echar lastre”, así se bautizaron las “sanas” medidas en aquél momento –puede leerse todo en la Red. A partir de 2013 deberán desaparecer el 10% de las subvenciones directas; la cuota lechera deberá aumentarse gradualmente y deberá desaparecer completamente en 2015. Tras las palabras sobre modernización se oculta un progresivo desmantelamiento de uno de los proyectos comunitarios que más éxitos se había prometido en beneficio de un mercado más libre.
La PAC fue creada de la nada en 1958 por la Comunidad Económica Europea con el fin de garantizar la independencia alimentaria en la Europa de la posguerra. Hoy se ha convertido en un gigante opaco. “Es compleja, desequilibrada, pero necesaria”; así es como define la ‘HandiPAC’ Elisabeth Thévenon-Durantin, vicepresidenta del Consejo Regional y responsable del sector agrícola. Dado que supone un 45% de las subvenciones comunitarias de la UE, la PAC constituye un fundamento sólido en el proceso de construcción europea. ¿Qué pasa cuando la política agraria desaparece a pasos pequeños pero decididos?
Cada año afluyen 9 millones de euros a las explotaciones francesas. Para que el reparto se lleve a cabo en el futuro con mayor equidad, Thévenon-Durantin quiere que se cree un sistema similar al de Italia o Alemania –la regionalización de la PAC. Pero los lobbies campesinos se suben a las barricadas, y los sindicalistas se encrespan. “Nos tememos que 2013 suponga la desaparición de lo poco de Europa que aún queda, con la renacionalización de determinados aspectos”, critica el ganadero Gilles Amat, presidente del sindicato Jóvenes Agricultores en Auvernia.
“El problema es que no quieren aceptar que en 2013 cambiarán las cosas. Deberíamos actuar con vistas al futuro”. Mariann Fischer-Boel habló en su última visita a Clermont-Ferrand de “el final de un modelo”. Con el final de las cuotas lecheras no existirá ninguna regulación más y el campesino sencillo “no conseguirá deshacerse de su leche”. ¿Entonces los productores de leche ya están vendidos? “Exactamente”, responde Thévenon-Durantin.
Regulomanía
También la familia de Sébastien Vidal tenía vacas hasta que en 1983 llegaron las cuotas lecheras. Hoy, Olivier cultiva sobre todo trigo y –no hay que olvidarlo- el Petit Rose d’Auvergne, un tipo de ajo rosado, en su terreno de 85 hectáreas en Ceyssat, a 20 km al noroeste de Clermont-Ferrand. Pero el joven agricultor y administrador de 32 años quiere poner fin al pequeño tubérculo –las 3 toneladas en vez de las 8 anteriores ya no le salen rentables debido a las nuevas decisiones de la UE sobre plaguicidas.
Sébastien vende su ajo a dos euros el kilo –en el supermercado llega a valer de 10 a 15 euros, ya bien seleccionado en la verdulería. Una variación del precio que llama la atención a muchos agricultores. “Pasa lo mismo que con el pan: si sube el precio del trigo, el panadero lo siente. Ahora, sin embargo, el valor del trigo cae a la mitad pero los precios del pan no varían. En algún momento la gota colma el vaso. ¡Para mí, esto es robo! Vivimos en un país en el que no se respectan las materias primas”.
Europeos contra su voluntad
Sabine y Raphaël han acabado hoy de ordeñar. También les gustaría ser más independiente; intentarían vender sus productos ellos mismos. Pero a final de mes, a pesar del dinero de la UE, nunca sobra mucho. Los agricultores ganan entre 900 y 1.000 Euros. “También hubo años en los que no tuve ganancias netas”, asegura Sébastien. Uno de sus vecinos en Ceyssat, Frédéric Dutheil (32), recurre al pluriempleo para redondear las cuentas. Todavía vive con sus padres.
No, cada vez se sienten menos europeos, aclara Sébastien, mientras silba a su perro para que vuelva. “Se lo digo con toda sinceridad; en las elecciones europeas todavía no se cómo votaré –si a favor o en contra de Europa”. También Sabine irá a las urnas, dice, mientras un cabritillo intenta alcanzar su pelo. La participación en las elecciones es decisiva para los agricultores. “¡Somos empresarios, así que dejadnos emprender algo!”. Al fin y al cabo –y a menudo contra su voluntad-, son, se corrige Sébastien, más europeos que el parisino medio. Para los campesinos europeos el futuro está en juego: “En Europa todavía no hemos comprendido que la agricultura tiene importancia estratégica –es un arma alimenticia. Un país que pasa hambre no es un país estable”.
Gracias a Nicolas Trufféry de Babel Auvergne
Translated from HandiGAP: Bauer sucht Freiheit