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'Okupas', un asunto de Estado en Barcelona

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Política

El movimiento en Barcelona a favor de la "expropiación popular" de casas abandonadas está haciendo de la primavera su estación más influyente. En mayo de 2014 impidieron el derribo de un histórico centro social. Hace un año, la ciudad eligió a Ada Colau, otrora una 'okupa', como alcaldesa. Ahora, tras dos semanas de disturbios, el colectivo se resiste a desalojar el local de un banco abandonado.

El Instituto Nacional de Estadística dice que en Cataluña, durante 2015, se produjo un desahucio cada 33 minutos. Visto así, no es extraordinario que los Mossos d'Esquadra -la policía catalana- hayan desalojado un local en el barrio barcelonés de Gràcia. Algo que no ha pasado desapercibido. El desalojo ha venido acompañado de varias noches de disturbios, un centenar de heridos y desperfectos por valor de 80.000 euros. Incluso Estados Unidos ha instado a sus ciudadanos a evitar la zona por un tiempo.

El epicentro del conflicto es un local que durante los últimos 5 años ha servido de espacio para cursos de idiomas, talleres y hasta una red de reparto de alimentos y ropa. En el barrio lo conocen como 'Banc Expropiat' (Banco Expropiado, en castellano) porque hasta 2011 funcionó como sucursal de un antiguo banco. Los 'okupas' se hicieron con el lugar cuando la entidad financiera lo abandonó tras ser rescatada con dinero público.

La Asociación de Vecinos ha defendido en un comunicado la importancia que tenía este centro cívico para el barrio y ha tildado de "insensata" la actuación policial. Sin embargo, nada ha impedido el desalojo ni que los Mossos hayan tapiado la fachada para protegerlo de nuevas intrusiones. El problema persiste: los manifestantes han montado un modesto campamento en la acera y han vuelto a colocar en su sitio el letrero de 'Banco Expropiado'.

El porqué de la contundente respuesta del barrio

Aunque Cataluña fue en 2015 la comunidad española en la que se practicaron más desahucios, no es frecuente que en torno a ellos se genere tal grado de oposición por parte de los ciudadanos. Uno de los motivos para explicar la feroz resistencia en el barrio de Gràcia es que "hay una parte" de los barceloneses "que conecta bien" con las acciones 'okupas'. Es el análisis de Jordi Mir, profesor de la Universidad Pompeu Fabra y miembro del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales de esta misma institución. En su opinión, esta afinidad hacia el movimiento 'okupa' "se ve claramente en el apoyo que reciben de asociaciones vecinales, otras organizaciones y personas a título individual".

Sobre el uso de la violencia, Mir explica que "algunos sectores" del movimiento sí la ven como un recurso legítimo para alcanzar sus metas, pero define como "mayoritaria" la posición no-violenta. Por otro lado, entre los sectores más críticos cunde la idea de que en la sociedad hay otras formas de violencia que "se invisibilizan, mientras se sobredimensionan otras". Y se pregunta: "¿Es violencia dejar a alguien sin casa, sin suministros básicos?"

Asimismo, Mir cuestiona el tratamiento que la prensa española da a este tipo de sucesos: "Los medios de mayor alcance se acostumbran a centrar [la noticia] en los conflictos surgidos, en la violencia, y eso no ayuda a su conocimiento". Precisamente, una de las fotografías más reproducidas del ecosistema 'okupa' barcelonés es la de una excavadora en llamas. Sucedió en el barrio de Sants en mayo de 2014, cuando el colectivo y los vecinos evitaron el desalojo de un histórico centro social, el Can Vies, que en 2017 celebrará su 20º aniversario.

¿Es Barcelona la capital de los 'okupas'?

En el Ayuntamiento se les escapa una tímida risa cuando se les pregunta por esos periódicos que hablan de ellos como "la capital de los 'okupas'". Les parece "algo exagerado". En Internet atribuyen a la alcaldesa el dato de que en 2015 llegó a haber 1.500 inmuebles 'okupados' en la ciudad. Pero desde el Consistorio lo niegan y dicen que para conocer ese dato "habría que entrar en cada piso a comprobarlo".

No obstante, los 5 años que la policía ha necesitado para ejecutar el desalojo del 'Banco Expropiado' prueban hasta qué punto algunos políticos son conscientes de la buena imagen que una parte de la sociedad tiene del movimiento. Para el profesor Jordi Mir, la mejor prueba de la influencia 'okupa' en Barcelona es su alcaldesa, Ada Colau: "Si alguien que ha ocupado llega a ser alcaldesa es que puede tener mucha influencia este tipo de movilización, ¿no?"

Cuando Colau echa la vista atrás dice no reconocerse como una 'okupa', sino como "una vecina que ocupa". De hecho, fue la fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, (La PAH), una asociación que legitima la ocupación si se han "agotado todas las vías antes de llegar al desahucio". Pero ahora es la máxima representante del Ayuntamiento y sus explicaciones se miran con lupa. Por un lado, condena todo tipo de violencia. Por otro, reclama a los Mossos que eviten ciertas "actuaciones no del todo adecuadas".

Colau no es la única a la que piden explicaciones. El anterior alcalde, Xavier Trías, ha reconocido que durante al menos un año estuvo pagando en secreto el alquiler del 'Banco Expropiad' con el dinero de los contribuyentes. Trías ha explicado que lo hizo para evitar un mal mayor, pero, casualidad o no, lo cierto es que firmó el contrato a unos pocos meses de las elecciones municipales que ganó Ada Colau.

Por si fuera poco, la repercusión del conflicto trasciende lo municipal. En los disturbios se ha visto a diputados de la CUP, un partido anticapitalista que, aunque minoritario, tiene la llave no sólo del Gobierno catalán, sino también del proceso de independencia que Cataluña ha emprendido a contracorriente del Gobierno central. En este contexto, a nadie debería extrañarle que el 'Banco Expropiado' ocupe las portadas de la prensa nacional.

[En el momento de publicación de este artículo, vecinos y miembros de las asociaciones que gestionaban el 'Banco Expropiado' llevan a cabo en el paseo de Gràcia un escrache como medida de presión contra el propietario del local].