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¿Oh, Dios mío? No, ¡la vaca!

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Torre de BabelCulturaPolítica

“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida” dice la canción. Pero, ¿cómo las verbalizamos? A través de esas expresiones que se nos vienen a la cabeza cuando vemos una foto Aznar o de la Duquesa de Alba en traje de baño o nos enteramos de que al lerdo de nuestra clase le han enchufado en una empresa y es rico mientras tú sigues con tus prácticas de 400 euros pero con tu dignidad intacta.

En España, ese “Dios mío” o ni tuyo ni mío, sólo “Dios”, “La Virgen”, un sonoro “mi madre” o un buen “ostras” (en su modalidad con o sin tilde en la a) a tiempo son siempre bienvenidos. Claro que en el campo de la vulgaridad no nos gana nadie, pero hemos decidido no mencionar ese tipo de dichos por exigencias del guión.  ¿Cómo se sorprenden en otros países?

Los ingleses, como siempre, hacen gala de sus más refinados modales incluso en las situaciones más chocantes y tienen a Dios muy presente. Eso sí, sin nombrarlo. Así que, para no decir “God” (perdón, no he podido evitar nombrarlo) se decantan por “gosh!” o “golly!”, eufemismos que se remontan al siglo XVII, o el tan oído "Goodness". Y en un nivel más terrenal utilizan “sugar” (azúcar) en vez de “shit” (mierda), algo que parece fácil, no como en Italia donde…agárrense que hay curva. Tienen tantas expresiones para mostrar su admiración como Berlusconi causas pendientes con la Justicia. El más conocido, "Mamma mia!" y, a partir de aquí, toda una variedad de dichos según la región, aunque la religión es también un comodín. "Cess!", (abreviatura de Jesús) en Cerdeña, "Oh Gesù mio!" y "Oh mio Dio!", sin olvidar a la Virgen "Oh Santa Maria Vergine!". Y los más cultivados optan por el "Oh perbacco" invocando al dios latino Baco. En Milán, sin embargo, prefieren sorprendenderse apelando al órgano femenino ( interesados: busquen un diccionario)

Por su parte, los polacos no se complican. Las cosas claras. Un simple "Jej" o "Chryste" para referirse a Jesús o algo más familiar, "Matko droga" para "madre mía". Los alemanes no tienen ningún problema en reconocerlo: a ellos les van las expresiones vulgares cuando se sorprenden pero también tienen dichos algo más refinados. Incluso recurren a sus mitos, ahora muy de moda. " Holla die Waldfee !", haciendo referencia a un hada del bosque así llamada cuyo nombre evoca un príncipe antes de morir . O, por ejemplo, Ach du grüne Neune !" (Ah, el nueve verde),  por una leyenda de un restaurante . Aunque parece ser que para sorprenderse nada mejor que evocar a un sueco, "Alter Schwede !" (viejo sueco) o al tradicional Dios: "Ach Du meine Güte!" (oh Dios mio), algo tan oído como el clásico "Oh la la" de los franceses, políticamente correctos hasta para sorprenderse. “Bigre” (atenuación de “bougre”, que quiere decir buen hombre” o “Diantre” (alterando la palabra Diablos”. Y una palabra en la que coinciden con los alemanes: "Saperlipopette", vocablo con una apasionante historia detrás que sirve nada más y nada menos que para blasfemar. Aunque la expresión predilecta de los franceses es más del mundo animal: “La vache” (la vaca”).

De todos modos, si tanta información te agobia y lo único que quieres es expresar tu admiración por algo sin tener que recurrir a quedarte boquiabierto, recuerda: siempre nos quedará el "wow". Claro, conciso e internacional.