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Nuevos proyectos para los huérfanos de Georgia

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Story by

Inge Snip

Sociedad

Cuando la Unión Soviética se desmanteló, dejó tras de sí un conjunto de instituciones destinadas a cuidar de los niños huérfanos donde, muy a menudo, los pequeños eran víctimas de maltratos. Ahora, Georgia está esforzándose por modernizarse y tratar de encontrar mejores soluciones para atender a su población huérfana, todavía muy numerosa. 

Está sen­ta­da en una es­qui­na, mi­ran­do fi­ja­men­te las pa­re­des. No quie­re ha­blar con nadie. Su corte de pelo mas­cu­lino, la se­ve­ra pso­ria­sis y los oca­sio­na­les ata­ques de his­te­ria y neu­ro­sis la aís­lan del resto del mundo. Ta­ma­ri no tiene más que 13 años. No sabe dónde está su madre y a su padre le han acu­sa­do de abu­sar de ella. Sus dos her­ma­nas y ella ya no pue­den vivir en casa.

Ta­ma­ri no es la única niña geor­gia­na que no puede vivir con sus pa­dres. Hay mu­chos niños que se ven for­za­dos a aban­do­nar sus casas de­bi­do a la po­bre­za, la vio­len­cia do­més­ti­ca o por­que sus pa­dres son al­cohó­li­cos, pa­sa­ron tiem­po en­car­ce­la­dos o sim­ple­men­te les aban­do­na­ron. Según Uni­cef, el 95 % de los niños en ins­ti­tu­cio­nes de aco­gi­da de Geor­gia están en si­tua­ción de «huér­fa­nos so­cia­les». Estos niños se crían en or­fa­na­tos y tie­nen pocas opor­tu­ni­da­des, ade­más de una vida de po­bre­za. Ade­más, la vida en estas ins­ti­tu­cio­nes les deja sin las ca­pa­ci­da­des ne­ce­sa­rias para en­con­trar tra­ba­jo, por lo que mu­chos ter­mi­nan par­ti­ci­pan­do en la de­lin­cuen­cia ca­lle­je­ra, el trá­fi­co de dro­gas y la pros­ti­tu­ción. En los úl­ti­mos años ha ha­bi­do va­rios re­por­ta­jes y ar­tícu­los que han sa­ca­do estas si­tua­cio­nes ex­tre­mas a la luz, así que el go­bierno se aso­ció con Uni­cef para desa­rro­llar un nuevo pro­gra­ma que pre­ten­día ce­rrar todos los or­fa­na­tos pú­bli­cos y en­con­trar nue­vos ho­ga­res para los niños. En 2003 Geor­gia tenía unos 72 or­fa­na­tos que aco­gían a unos 8.000 huér­fa­nos. Según las es­ta­dís­ti­cas solo que­dan tres or­fa­na­tos de los 49 que había en 2005.

El go­bierno ha de­ja­do claro que quie­re erra­di­car estas ins­ti­tu­cio­nes de es­ti­lo so­vié­ti­co. Por eso el Mi­nis­te­rio de Tra­ba­jo, Salud y Asun­tos So­cia­les de Geor­gia, junto con el Cen­tro de Ca­ri­dad Hu­ma­ni­ta­ria «Abkha­ze­ti» (CHCA), em­pe­zó un nuevo pro­yec­to en 2011: pe­que­ñas casas gru­pa­les. Estas casas son una al­ter­na­ti­va a los sis­te­mas tra­di­cio­na­les de los or­fa­na­tos y la aco­gi­da. Niños sin re­la­ción al­gu­na viven en un am­bien­te si­mi­lar al de un hogar con pa­dres de aco­gi­da o un grupo de cui­da­do­res cua­li­fi­ca­dos que va ro­tan­do cada cier­to tiem­po.

Los niños re­si­den en estas cosas cuan­do tie­nen entre 6 y 18 años, y son de dis­tin­tas et­nias. La meta prin­ci­pal de este sis­te­ma es crear un am­bien­te si­mi­lar al de una fa­mi­lia para los niños, apo­yar su edu­ca­ción y desa­rro­llo y pro­por­cio­nar­les las ha­bi­li­da­des pro­fe­sio­na­les que ne­ce­si­tan para lle­var una vida in­de­pen­dien­te.

En Geor­gia exis­ten tres mo­de­los: casas de es­ti­lo fa­mi­liar para un má­xi­mo de siete niños, casas es­pe­cia­li­za­das con no más de diez niños y casas tipo SOS que aco­gen a unos siete niños. CHCA lleva tres de estas casas en la re­gión de Kakhe­ti pero hay unas 50 casas de pe­que­ños gru­pos en todo el país y más de 10 or­ga­ni­za­cio­nes que las di­ri­gen: Ca­ri­tas Geor­gia, Di­vi­ne Child, Child and en­vi­ron­ment, Bres Geor­gia, Bi­li­ki y SOS entre otros.

Ta­ma­ri es una niña dis­tin­ta des­pués de haber vi­vi­do dos años en una de estas casas de CHCA. Se aca­ri­cia el pre­cio­so y largo pelo mo­reno, le bri­llan los ojos cuan­do le ha­blas y en­se­ña una pre­cio­sa son­ri­sa. CHCA tra­ba­jó mucho para me­jo­rar su es­ta­do psi­co­ló­gi­co por lo que ahora su agre­si­vi­dad y ac­ti­tud ne­ga­ti­va y re­ser­va­da ha des­a­pa­re­ci­do. Es capaz de ha­blar sobre sus éxi­tos es­co­la­res y tiene va­rios ami­gos. Tam­bién está apren­dien­do cos­tu­ra y tiene su pro­pia má­qui­na de coser. Es la pri­me­ra vez que a Ta­ma­ri el fu­tu­ro no le pa­re­ce negro.

Pero estas casas no son más que una so­lu­ción tem­po­ral. Al­re­de­dor de un 80 % de estos niños tiene al menos un padre con de­re­chos pa­ren­ta­les pero que en ese mo­men­to no puede cui­dar de ellos. Por eso el go­bierno, junto con Uni­cef y otras or­ga­ni­za­cio­nes, ha crea­do una cam­pa­ña para re­unir a estos niños con sus pa­dres bio­ló­gi­cos o algún fa­mi­liar.

Como con­se­cuen­cia, la vida de Ta­ma­ri ha cam­bia­do ra­di­cal­men­te. Des­pués de vivir dos años en una de estas casas apa­re­ció un tío suyo. El pa­sa­do Año Nuevo fue el pri­me­ro que Ta­ma­ri y sus her­ma­nas no lo pa­sa­ban en el or­fa­na­to. En lugar de eso, lo ce­le­bra­ron con fa­mi­lia­res ca­ri­ño­sos y las niñas pa­re­cían ser las más fe­li­ces del mundo.

Los nom­bres del ar­tícu­lo han sido mo­di­fi­ca­dos por ra­zo­nes de pri­va­ci­dad.

Fotos cor­te­sía de Onnik James Kri­ko­rian. Las fotos no re­pre­sen­tan casas gru­pa­les del CHCA, sino que son de niños en si­tua­ción de ries­go de Geor­gia.

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Translated from Orphans in Georgia: a new approach