Nørrebro: hogar de la multiculturalidad danesa
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El conocido barrio fue uno de los escenarios de los ataques terroristas que conmocionaron a Dinamarca. El área que ha sido durante mucho tiempo símbolo de multiculturalidad, ha mostrado su lado más oscuro. Semanas después, sus vecinos reflexionan sobre su miedo a que lo ocurrido conduzca a un discurso en contra de la integración y confían en que la comunidad consiga superar lo vivido.
Nørrebro se ha convertido recientemente en el protagonista de los titulares de medio mundo. El barrio más multicultural de la capital danesa ha sido, hasta su muerte, el hogar del joven que aterrorizó Copenhague durante las 13 horas más largas que recuerda esta ciudad en mucho tiempo.
Fue entonces cuando Omar Abdel Hamid el-Hussein irrumpió armado en un debate sobre libertad de expresión y asesinó a tiros al cineasta Finn Nøgaard, de 55 años, antes de huir para cometer su segundo ataque contra una sinagoga del centro de la ciudad en el que murió Dan Uzan, un miembro de la comunidad judía de 37 años. El-Hussein decidió entonces volver a su casa en el ahora internacionalmente célebre barrio, donde la policía le esperaba y acabó con su vida después de un intercambio de disparos.
Pero Nørrebro es mucho más que el lugar donde vivía el terrorista de Copenhague. Es un área tan fascinante como su ambiente, historia y habitantes. Desde que pasó a formar parte de la capital después de su expansión a mediados del siglo XIX, Nørrebro ha sido un barrio de clase trabajadora, donde los recién llegados inmigrantes residían durante su búsqueda de mejores oportunidades. Esto no ha cambiado desde entonces y es uno de los lugares de la ciudad donde la inmigración es más visible, lo que fortalece su espíritu multicultural.
Sin embargo, el origen de sus habitantes no es lo único que enriquece la cultura propia de Nørrebro. Las opciones gastrónomicas son incontables y con precios que van desde un económico menú de kebab hasta cartas de establecimientos con estrellas michelín. La música en directo es protagonista en las noches del barrio y los bares inundan el área. Incluso acoge un gran cementerio reconvertido en parque donde se encuentran los restos de los más grandes de la cultura danesa, como el famoso escritor de cuentos Hans Christian Andersen y el filósofo Søren Kierkegaard.
“Nørrebro es un área muy colorida, con muchos bares pequeños, tiendas de inmigrantes, cafeterías, edificios antiguos, pequeños parques, tiendas modernas, restaurantes de kebab y mucha gente joven”. Así describe el barrio en el que vive un joven danés de origen japonés, Julien Nielsen. “La atmósfera en Nørrebro es muy relajada y una de las más multiculturales”.
Por esto, Nørrebro siempre ha sido considerado como un símbolo de la política de integración danesa. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esta afirmación y después de los ataques este asunto es más controvertido que nunca.
“Mucha gente ve Nørrebro como un ejemplo de integración en la sociedad danesa. Personalmente creo que esquizofrénico es un término mejor para describirlo”, explica Niv Dayan, nacido en Israel y vecino de Nørrebro desde hace varios años. “Hay mucha gente aquí de primera, segunda o tercera generación de inmigrantes de países árabes y también muchos jóvenes daneses modernos que viven aquí porque es barato y está cerca de la universidad. Y claro, toda esta gente quizá vaya a las misma tiendas en los mismo lugares y acudan a los pequeños negocios locales. Pero por lo que yo percibo, hay muy poca integración social real o conexión entre estos grupos”, explica Niv.
Lo mismo opina Snorre, un estudiante danés, desde su experiencia como habitante del barrio: “Nørrebro es distinto porque tiene una tensión subyacente entre las comunidades de inmigrantes y la clase de jóvenes modernos y con estudios”. Snorre también expresa uno de los mayores temores que han aparecido entre los habitantes del barrio después de los ataques: el que los atentados sirvan de excusa para dejar de apoyar la política de integración y se pase a políticas más agresivas. “Mi principal sentimiento durante los ataques fue el miedo. Miedo a lo que el miedo de otros pueda traer”, explica el joven.
“No tenía miedo a ser herido, sino miedo a lo que los ataques pueden movilizar en Dinamarca. Como diferentes grupos puedan tratar de utilizar el acontecimiento para promover su propia agenda política”, añade Snorre. “Creo que hay gente que ha estado esperando que pasara algo así en Dinamarca durante mucho tiempo, extremistas en ambos lados. Nacionalistas daneses y extremistas religiosos”.
Para Niv, es evidente que hay un problema real en Dinamarca: “El ataque es un síntoma de un problema mucho más profundo. Muestra que la maquinaria para fabricar yihadistas en Dinamarca existe a día de hoy”. Y añade: “Lo más importante para todos nosotros es no negarlo”.
A pesar de esta realidad, los vecinos intentan seguir siendo positivos y defender esa cultura de integración que quieren acabar de implantar en el barrio. “Creo que es necesario mucho más que esto -los ataques- para cambiar la vida y mentalidad en Nørrebro o de todo Copenhague”, reflexiona Niv. “No puedo leer el futuro, pero tengo fe en que la gente sea lo suficiente lista y solidaria como para ver más allá de este ataque y resista la tentación de prejuzgar y demonizar a sus vecinos”, sentencia Snorre.