Nobel peruano: Vargas Llosa, la literatura y el poder
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Desde hace días, el nombre de Mario Vargas Llosa suena en todas partes por una razón: su premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca reconoce así una trayectoria ligada a la descripción del poder (al que se acercó como candidato presidencial en Perú) y la derrota del individuo.
El galardón coincide con una exposición en París sobre la vida y obra del escritor peruano, ligado desde hace décadas a la capital francesa, Madrid y Londres.
El fuego es calor, pasión, sabiduría pero también se asocia a la guerra, la lucha. En términos literarios puede ser el amor, la ira, el intelecto. Así lo describe Vargas Llosa (Arequipa, 1936): “Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica” (fragmento de su clásico discurso al aceptar el premio Rómulo Gallegos en 1967).
Escritor del compromiso, Mario Varga Llosa demostró su pasión por la lectura y la escritura desde muy pequeño. Apenas empezó a escribir ya componía poemas, y a los 16 años creó su primera pieza de teatro, La huida del Inca. A pesar de la oposición de su padre se abrió camino en la universidad y destacó con su tesis sobre Rubén Darío. Largo fue el camino del escritor y numerosos los viajes que le ayudaron a crecer: Lima, Madrid, París, Londres o Nueva York han sido sus lugares de residencia.
A partir de 1980, Vargas Llosa se volvió políticamente activo. Sus tendencias liberales chocaron de frente con los ideales izquierdistas de la época, lo que no le impidió, en 1990, presentarse a las elecciones presidenciales de Perú. Pero su fracaso ante Alberto Fujimori le hizo volver a Madrid. Sus ideales políticos están reflejados en obras como La fiesta del chivo, y es que para él política e ideales van cogidos de la mano. “Voy a seguir escribiendo sobre lo que más me estimula y defendiendo las ideas que tengo, la democracia y la opción liberal, así como con las críticas a toda forma de autoritarismo”, afirmaba desde Nueva York nada más conocer su Nobel.
Veinte años después de su derrota política, la Maison de l'Amérique Latine en París, con la colaboración del Instituto Cervantes, dedica al escritor una exposición sobre su vida y obra. Es París (donde escribió Conversaciones con una catedral) una ciudad de la que dice estar enamorado; “Si tuviese que elegir una ciudad en la que vivir, elegiría Londres. Pero Londres no produce en mí esa pasión que me produjo el descubrimiento de París”.
El 13 de Septiembre Vargas Llosa se citaba allí para firmar libros, charlar y pasar un momento rodeado de amantes de la literatura. El maestro no dio discurso; según Dolores Ludger, una de las responsables del evento, “Se limitaba a pasear, reír y firmar libros. De aspecto tranquilo, no buscaba a llamar mucho la atención”. A la pregunta acerca de quién se llevaría el premio Nobel, Mario respondió “Hablar acerca de un premio que aún no me ha sido otorgado denotaría una falta de estilo por mi parte”.
El 7 de Octubre la Academia Sueca lo presentaba como ganador. “Ha sido una sorpresa total”, anunciaba a la Cadena Ser el mismo día. “Creo que es un premio literario y espero que me lo hayan dado más por mi obra literaria que por mis opiniones políticas. Ahora, si mis opiniones políticas, en defensa de la democracia y la libertad, y en contra de las dictaduras, han sido tenidas en cuenta, pues en buena hora. Me alegro”, siempre desbordante de humor y energía.
Y es que palabras como las suyas siempre quedaran grabadas en la mente de todos: “Nuestra vocación ha hecho de nosotros, los escritores, los profesionales del descontento, los perturbadores conscientes o inconscientes de la sociedad, los rebeldes con causa, los insurrectos irredentos del mundo, los insoportables abogados del diablo. No sé si está bien o si está mal, sólo sé que es así. Esta es la condición del escritor y debemos reivindicarla tal como es”.
Foto: Portada de El pez en el agua (ed: Seix Barral); vídeos: Youtube