Nicolas Rion: “Suiza corta y pega la legislación comunitaria”
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Existen en Suiza quienes apremian al país a recuperar soberanía adhiriéndose a la UE. Hablamos con el secretario general del Nuevo Movimiento Europepo Suizo.
“Suiza es un miembro pasivo de la Unión Europea”. Con afirmaciones así de contundentes elabora su tarjeta de presentación el Nuevo Movimiento Europeo Suizo (NOMES) en su web, dando a entender –paradojas de la vida- que el país helvético es algo así como “el pariente pobre de Europa”. Con un lenguaje más cercano al de un manual de estrategia empresarial que al de un tratado ideológico, esta institución sita en Berna desde 1998 desgrana los motivos que aconsejan que Suiza se adhiera al club comunitario. “Para defender con eficacia los intereses y la soberanía suizos”, subrayan con vehemencia, “nuestro país debe pertenecer a la UE. No es posible que tengamos que adaptarnos a todas las decisiones comunitarias sin poder tomar parte en el proceso de decisión de las mismas.”
El suizo Nicolas Rion, de 27 años, Secretario General del NOMES, nos explica el grado de europeísmo de los suizos, “soprendido”, afirma, “de que el país haya realizado un proceso de integración histórico en el plano interno [Suiza es un país confederal] y, en cambio, no sepa añadirle un piso más a la construcción del federalismo”.
¿Es Suiza un miembro comunitario de 2ª clase?
Sí. Suiza, por ejemlo, homologa la movilidad en su territorio con el Tratado de Schengen, y en la práctica realiza lo que llamo un alineamiento autónomo –una especie de cortar/pegar legislativo- para compatibilizar al país con lo que se adopta a nivel comunitario y evitar al máximo situaciones discriminatorias. ¡Hasta contribuimos económicamente a las agencia europeas –como la medioambiental- o al crecimiento de los nuevos 12 países miembro con un montante de 625 millones de euros! En contraste, ni tenemos representantes elegidos democráticamente en la Eurocámara, ni participamos en el Consejo europeo de ministros, ni nos beneficiamos de las rebajas en las tarifas de móviles forzadas dentro de la UE.
¿Cuántos suizos se manifiestan a favor de la entrada de pleno derecho de su país en la UE?
A pesar de la tradición helvética en relación a la democracia directa, nunca se ha sometido esta cuestión al voto popular. En 2001, el NOMES promovió una consulta popular y obtuvo como respuesta un 70% de rechazo a la entrada suiza en la UE. Creo que en la actualidad existe un tercio de suizos muy a favor, otro tercio muy en contra y un último tercio dubitativo que tiende a encoger en beneficio de los otros dos, polarizándose el país.
¿Qué interés tendría Suiza en adherirse a la UE?
Suiza es un islote de precios caros que podríamos combatir dentro de la UE, porque nos veríamos obligados a realizar determinadas reformas: nuestro mercado está muy protegido. Por otro lado, debemos co-decidir en muchas materias, y en especial en la fiscal. La UE nos presiona mucho para que cambiemos nuestra fiscalidad y estaría bien que Suiza participara en las deliberaciones comunitarias sobre política fiscal.
¿Cuál sería la ventaja para la UE?
La primera es que seríamos un contribuyente neto en su presupuesto económico. En segundo lugar, aportaríamos nuestras competencias y experiencias a la hora de organizar un Estado multicultural y plurilingüe. Suiza es como una Europa en miniatura.
¿Y no piensa que muchos adinerados europeos lo tendrían más fácil para evadir sus ingresos gracias a la opacidad de los bancos suizos?
No creo, porque en Suiza existe un mecanismo de ajuste para estos comportamientos: un sistema de retención en la fuente para los capitales ingresados en cuentas suizas. Me explico: cuando algún extranjero ingresa una suma en una cuenta suiza, la entidad bancaria le retiene un 20% de los intereses generados por este capital, que luego liquida con la hacienda pública del país de origen del cliente. En 2011, el tipo ascenderá hasta el 35%.
¿Cuál es en la actualidad el principal contencioso entre Suiza y la UE?
Sin duda la fiscalidad. Ciertos cantones suizos aplican unos tipos impositivos a las empresas que varían según que los beneficios se hayan generado en Suiza o fuera de Suiza, y esto crea una distorsión de la competencia que no se ve con buenos ojos desde Bruselas, que nos observa como un pasajero clandestino que deseara reservarse un sitio privilegiado dentro del club. Una solución para que Suiza no perdiera la cara ante la UE sería que sustituyera el sistema actual por otro de tipo impositivo único inferior al actual.
¿Es el suizo un pueblo nacionalista?
Suiza no es una nación como lo entienden los franceses –un Estado nación-, sino una Willensnation, es decir una nación resultante de la voluntad de muchas comunidades, cantones en nuestro caso. Lo que sí es cierto es el repliegue sobre sí mismo del país, tradición que se remonta a cuando el santo Nicolas de Flüe en el siglo XV evitó la guerra civil entre los confederados al recomendarles que no se preocuparan por los asuntos de los demás. Sin embargo, es un sentmiento cíclico. Hay épocas en que nos autoflagelamos y otras en las que sacamos pecho.