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Nanterre, 40 años después

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La Parisienne de cafébabel

« Nanterre no ha sido un sueño » es el slogan que puede leerse en las camisetas y en los pins vendidos por un grupo de estudiantes a la entrada de la universidad de Nanterre. El slogan no puede denunciar de forma más elocuente los cambios en la situación política y cultural de una juventud que sacudió Francia hace 40 años.

Para mi, debo admitirlo, que había elegido la Universidad de Nanterre precisamente por su pasado revolucionario, es deprimente observar cómo la chispa de aquel famoso mes de mayo de hace 40 años se encuentra hoy totalmente apagada. Y sin embargo, ¡cuántas conmemoraciones durante este mayo de 2008! Numerosas exposiciones de fotos, proyección de películas, entre ellas un festival sobre el cine de 1968 del 25 de marzo al 3 de abril. De aquel tiempo lo que salta a la vista es su evidente falta de cohesión, los ideales compartidos y las ganas de lucha. Precisamente algo de lo que esperaba yo encontrar en este antiguo templo de la contestación estudiantil, en lugar del actual indiferencia, indolencia e individualismo... ¿Es así como somos los jóvenes 40 años después? ¿Qué queda de la herencia del 68 si ni siquiera el caminar sobre sus ruinas es capaz de inflamar los espíritus y aún menos las almas?

¡Y eso que no faltan razones para la revuelta! En Francia como en Italia la política de derecha antiinmigración y autoritaria – que los jóvenes generalmente detestan – debería provocar manifestaciones. Si bien se han producido algunas, no han conseguido una gran participación ni intensidad.

¿Es acaso porque actualmente vivimos demasiado bien?

A pesar de que la situación internacional podría en cierto sentido compararse con la del 68 –Vietnam e Irak, dos símbolos de la arrogancia occidental-, los modelos ofrecidos por la China de Mao o la Cuba del Ché están pasados de moda. Si bien antes se podía aspirar a cambiar las cosas, hoy en día sólo nos queda la desesperación. Pero es en la vida cotidiana donde la situación es verdaderamente diferente. Actualmente nadie cuestionaría el hecho de que una mujer lleve pantalones o incluso los anticonceptivos y el aborto. Bueno, mejor dicho casi nadie, porque en Italia es un poco más complicado. Es difícil poner en cuestión estas conquistas que debemos a mayo del 68, así como el nuevo derecho de familia porque debemos recordar que, precisamente en los años 70, el pater familias» tenía poderes sobre su mujer e hijos hoy en día impensables. Si actualmente se alzan voces contrarias al 68 y sus hijos, a los que acusan de exdrogadictos totalmente frustrados y disolutos, y lo que aún es peor, si este período nos aparece actualmente como lejano y confuso, (¿para qué se manifestaban todos esos jóvenes en la calle ), ¿no será porque hemos olvidado cómo era la vida antes del 68?

La imagen que hizo de ello Bertolucci en su film «the dreamers» (Inglaterra/Francia/Italia 2003) ofrece quizá una imagen demasiado estética sobre un modelo de vida bohemia y un triángulo amoroso que refuerza el estereotipo del 68 como el receptáculo de todos los vicios.

Igualmente el retrato que hace Pasolini – intelectual de izquierda italiano de aquella generación – de los jóvenes manifestantes no resulta halagador. Para él, no son más que “hijos de papá” que atacan a los pobres policías, de baja extracción social, y que son por tanto los verdaderos marginados (la poesía “el PCI –partido comunista italiano- a los jóvenes” le acarreó duras críticas).

En cuanto a los eslóganes « la imaginación al poder » o « está prohibido prohibir », nos parecen actualmente ingenuos refranes anacrónicos. Pero conservar el espíritu del 68, quiere decir no dejar de soñar que una generación puede influir en la historia y que nosotros, Babelianos, ¡también podemos hacerlo!

Alessia Farano

Traducción al español : Isabel Aspe Montoya