Ñam ñam: Comida polaca en el corazón de París
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La Asociación Jacky se dedica a ayudar a los niños de los orfanatos polacos y se financian de una forma curiosa: Gracias a los beneficios que da una pequeña tienda de productos polacos en el corazón de París. Los redactores de Cafébabel los han probado y han dado su opinión.
Cuando entro a la pequeña tienda de alimentación de la rue René Boulanger me encuentro a la dueña sola tras el mostrador. Le pregunto por la su relación con la Asociación Jacky y me responde divertida "¡La asociación es esto!". Me sonríe y me explica con amabilidad que la gente les lleva allí objetos que ya no usan (ropa, juguetes, mantas...) y que ellas los guardan y los envían a los orfanatos de Polonia cuando pueden. Pero esta actividad genera una serie de gastos, como las tasas de la asociación, el transporte del material o el alquiler del espacio, por lo que en 2003 decidieron abrir la tienda con productos "polacos de verdad": Toda la comida de la tienda es importada directamente desde Polonia, nada de lo que venden se fabrica en Francia.
No estamos solas en el pequeño local mucho tiempo, pues no tardan en entrar dos mujeres que le hablan en polaco y que vienen a hacer sus compras. A continuación entra un matrimonio francés, que se lleva un kilo de salchichas, y una mujer, también francesa y que por lo visto es clienta habitual, que hoy no viene a comprar uno de sus famosos pasteles, sino queso blanco 'bio'. Precisamente, la dueña me explica que entre sus clientes hay muchos franceses, además de los polacos, "debido a la gran variedad de productos ecológicos y sin gluten".
Le pido una selección de comidas polacas típicas, entre las que me encuentro carnes, pescado, queso y hasta algo de dulce. De vuelta a la redacción, y después de jugar un rato con la comida y hacer algunas fotos, los editores lo han probado todo y estas han sido sus opiniones:
1. Grasa de cerdo con carne y cebolla
Con un nombre que no resulta demasiado apetecible, se come untado en pan. Katharina, nuestra editora alemana, asegura que ella conoce el producto porque en Alemania también existe, pero sólo un par de personas se animan a probarlo. "No, yo no me voy a comer eso", dice Alice, la encargada de cuentas. Y la verdad es que no tiene demasiado sabor y se queda la tarrina casi entera.
"Recuerdo que mis abuelos solían tener grasa de cerdo en casa y la untaban en el pan junto con cebolla, y me imagino que entonces estaba bien, aunque en la época actual creo que no tiene demasiado sentido", reconoce Katharina.
2. Salchichas
Más parecidas a lo que en España llamaríamos "chorizo" o incluso "fuet" (especialmente por su tamaño), han sido sin duda las reinas de la fiesta. Las dos variedades que he traído han triunfado entre el resto de editores (yo incluida,confieso que han sido casi toda mi comida). Con un sabor ligeramente ahumado, nos han conquistado a todos.
"¡Hey, esto está muy rico!", ha dicho Pierre, nuestro webmaster, después del primer bocado. Con pan, con queso, con pepinillos (más abajo entenderéis por qué), apenas han sobrado dos trozos pequeños, que sospecho que también acabarán desapareciendo.
2. Queso ahumado
Se trata de una bolita de queso atada con cuerda, que esta vez sí probamos todos. "Es como un BabyBel, pero con sabor ahumado", es una de las primeras impresiones que se escuchan, probablemente debido a su textura, un poco gomosa. Aún así, tiene un rico sabor al que no estamos acostumbrados en un queso. Y aunque pasa casi desapercibido y nadie hace demasiados comentarios, casi todos lo acaban combinando con alguno de los otros productos que hay sobre la mesa.
3. Pepinillos en su jugo
"Nosotros los comemos con la charcutería, son muy típicos", me había dicho la mujer de Jacky cuando le dije que no estaba muy segura sobre si comprarlos o no. Y efectivamente, son varios los que se lanzan a preparar pequeños "pinchos" con las salchichas. Otros, en cambio, se los comen tan cual, sin miramientos.
"Me los esperaba más dulces", comentan algo decepcionadas Katharina (que se había emocionado al verlos) y Émeline, nuestra responsable de comunicación. Al parecer, tanto en Alemania como en Francia suelen tener un sabor más azucarado.
4. Pescado con cebolla en aceite de oliva
Los franceses me comentan que ellos también tienen algo parecido, aunque yo no creo haber visto algo así en España. Al contrario de lo que me esperaba, todos quieren probarlo y le piden a Pierre, que ha abierto el paquete, que les sirva junto con una tosta de pan. "Está muy muy bueno", comenta Laura, la responsable de proyectos, y Émeline coincide con ella. A mí no me ha encantado, lo confieso.
5. Bebida de manzana y menta
Le había pedido a la dependienta que incluyera alguna bebida típica en la selección y esta ha sido la elegida. Presentada en una botellita de cristal que los editores han calificado como "muy hipster", es básicamente un zumo de manzana con un ligero sabor a menta. La hemos dejado casi para el final y no ha suscitado demasiados comentarios más allá del típico "no está mal".
6. Postre de galletas
Son como una especie de pastelitos que vienen en una caja grande y se venden a granel; había de dos tipos diferentes. Yo creí que preferiríamos la de colores, que parecía llevar mermelada y bizcocho de chocolate, pero al verlas Laura ha asegurado que aquello no tenía "para nada buena pinta".
Efectivamente, al final ha acabado ganando la otra variedad: Una especie de nube, con trozos de toffe, entre dos galletas de chocolate -si bien la textura gomosa de la nube no nos ha acabado de convencer-. En cualquier caso, ambas eran, quizás, demasiado dulces.
7. Bombones
Este ha sido el producto que ha despertado un tierno "¡Ooooh!" por parte de nuestra redactora polaca Pia, pues le recordardaban a su infancia. Cada uno ha elegido alguna de las distintas variedades que había en la bosa, todos cubiertos de chocolate negro y con algo de textura blanda en su interior, aconsejados por la propia Pia.
Aún quedan algunos, y la bolsa sigue encima de mi mesa, por si acaso.