Musulmanes en Bruselas: ciudadanos (casi) como los demás
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Argemino BarroSon belgas y musulmanes, lo que no les crea un problema particular. Omar, Younes y Mourad describen su vida cotidiana en la capital de la Unión Europea, donde la tolerancia y el rechazo comparten espacio. No llevan burka (prohibido en Bélgica) y a veces no les permiten la entrada a algunos bares... Testimonio de unos ciudadanos casi como los demás.
¿Quiénes son los musulmanes bruselenses ? El 70% de ellos son de origen marroquí, el 20% de origen turco. A estas dos comunidades se añaden otros de procedencia tunecina, argelina o paquistaní, entre otras. Según las estimaciones de la investigadora Corinne Torrekens, el 17% de la población de Bruselas practica el islam.
Pero la comunidad musulmana está confinada en las comunas del noroeste de la ciudad (Molenbeek, Saint Jean, Saint Josse, y Anderlecht), ¿la razón? Cuando los inmigrantes de origen marroquí fueron invitados a vivir en Bélgica en los años 60, los alquileres eran más asequibles y el trabajo estaba cerca… Pero ¿existe hoy un freno geográfico a su integración?
“Muslim way of life”
Para Corinne Torrekens, no hay “Muslim way of life”. Según la investigadora de ciencias políticas de la Universidad Libre de Bruselas especializada en las comunidades musulmanas, “las diferencias son menores de lo que pensamos”. Sólo hay que hablar con los propios afectados para darse cuenta. Según Younes, estudiante de origen marroquí de 19 años, “no hay ninguna contradicción entre los valores inculcados por mi religión y los de mi país. En la práctica, esto quiere decir que mi compromiso ciudadano está constantemente reforzado por mis convicciones religiosas”. Por su parte, Mourad, que llegó a Bélgica hace 18 años, afirma: “Nunca tuve la impresión de que hubiese dificultades para integrarse en el modo de vida belga”. Con 40 años, este tunecino trabaja como ejecutivo.
La fe islámica fue reconocida oficialmente por el Gobierno belga en 1974. Hoy, Omar dice que el islam está “considerado como la tercera religión del país”, lo que subraya el grado de apertura y tolerancia de la sociedad belga. Este joven estudiante marroquí de 27 años encuentra Bélgica un lugar más abierto que España, donde vivió una temporada. ¿Por qué? Por el respeto mutuo, que “facilita la vida musulmana”. No sintió ninguna diferencia entre Bélgica y Marruecos durante la celebración del Ramadán, por ejemplo.
Los musulmanes belgas, “bailarines” precarios
¿Y los otros? Un comerciante belga cercano a Place Flagey no tiene nada que añadir. Para él, una de las imágenes más divertidas del islam es la salida para rezar el viernes, que describe como una "serie de bailarines” entrando a escena. Pero en una ciudad donde la tasa de pobreza alcanza el 25%, los problemas a los que se enfrentan los musulmanes son los mismos que para todos los bruselenses, pero peores; así lo dice Corinne Torrekens: alojamiento, movilidad, empleo y educación: “Diferentes estudios muestran que los musulmanes, en general, sufren discriminación en varios sectores debido a su religión. Combinado con problemas socio-económicos, se trata de una prueba de futuro. El otro desafío es hacer aceptar la identidad musulmana sin miedo, desmontando los prejuicios mediante el diálogo”. En una ciudad donde a los musulmanes se les impide en ocasiones entrar a algunas discotecas (lo que he visto varias veces y denuncian las asociaciones anti-racistas), la mezcla social representa un desafío mayor. Omar lo confirma: inclusa cuando queremos acercarnos al otro, no siempre es posible.
Minoría demasiado visible, mayoría invisible
Como en todas las religiones, el islam tiene diferentes caras, muchas veces deformadas por los medios o por los radicales que sólo representan una mayoría. Según Mourad, “hay diferentes interpretaciones del islam pero el verdadero es sólo uno, el que definió el profeta Mahoma mediante el Corán”. Younes considera que “la práctica del islam es única. Pero dado que convive con otras culturas, se mezcla y sus prácticas pueden ser afectadas”. Llevar el burka en algunos países árabes vale como ejemplo. Pero la cara del islam es omnipresente en Bélgica como en otros lugares de Europa. “La forma en que los medios muestran al islam es una caricatura”, considera Corinne Torrekens, “una imagen por lo general sensacionalista porque hace vender. Y lleva ciertos símbolos y prejuicios (la barba, la mujer velada, el burka…); eso no ayuda a que los bruselenses cojan confianza, ni a promover el descubrimiento del ‘otro’”.
Younes apunta en la misma dirección: “El radicalismo no es bueno en ningún lado”, defiende; Mourad es más categórico: “Esos no son los verdaderos musulmanes”. Omar zanja el debate: “Es una ideología que no va ligada a la religión”.
Afaf Hemamou, el regidor de Schaerbeek, organizó (junto a Cafebabel Bruselas) cuatro conferencias al año; la próxima tendrá ligar en diciembre para “potenciar la mezcla social. Los debates, explica esta marroquí de origen, son frecuentados sobre todo por gente del barrio, pero no solamente. La mezcla concierne a todo el mundo; el objetivo es romper los guetos dando un paso hacia la gente”. Afaf Hemamou añade: “Es necesario tener una visión más amplia e inclusiva de la sociedad promoviendo la mezcla social para todos los grupos. Es el único medio de no estigmatizar los grupos sociales de Bruselas”.
Foto: En portada, pantallazo del vidéo de Gazullenzi (You Tube); Manifestación en Bruselas: (cc) mkhalili/Flickr
Translated from Musulmans à Bruxelles : des citoyens (presque) comme les autres