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Multiculturalismo en Italia: Emigración y éxodo

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Default profile picture Sophie Inge

Translation by:

Magdalena Barro

SociedadPolítica

Del mismo modo que los italianos están abandonando su país, otros inmigrantes llegan a él, pero cuando se van al extranjero la percepción de su identidad nacional cambia. Una nueva sensibilidad multicultural y tolerante contrasta con la mentalidad de la generación de sus padres, pero, ¿permanecerán aferrados a su tierra natal?

Llevo esperando el autobús en el centro de Roma durante casi una hora, así que comparto mi frustración con una joven romana que viaja todos los días al trabajo. Parece extrañada de que hable su idioma “¿Por qué alguien decide estudiar italiano?” exclama, insinuando que debo de estar loca por venir a un país que está enfrentándose a una posible bancarrota. Me encojo de hombros “Italia siempre me ha interesado.” Ma che Italia é questa! (¡Qué Italia es ésta!), suspira mientras mira cansada el reloj.

Los refugiados de la crisis italiana

En Italia se palpa un sentimiento de desilusión. Silvio Berlusconi aconsejó en un mitín de los jóvenes militantes de su partido, El Pueblo de la Libertad, que la gente debe “encontrar un marido rico” o “buscar un trabajo en el extranjero – que no es tan difícil”. Éste fue su consejo para conseguir un empleo. Un año en el que él mismo no tiene trabajo después de haber “dimitido” de su cargo de primer ministro de un país que recientemente describió como “una mierda”, Berlusconi deja trás de sí una generación de italianos en el epicentro de un volcán financiero europeo. A medida que la tasa de desempleo llega al 30%, miles de jóvenes italianos de clase media parecen estar siguiendo parte de su consejo. Según datos oficiales, la fuga de cerebros en Italia es de unas 100.000 personas, de las cuales el 60% tiene entre 20 y 30 años y se van a países tan lejanos como China o Australia.

“¡Soy tan mayor!” se queja Sara, una graduada en comunicación empresarial y uno de los muchos refugiados de la actual crisis italiana. A los 26 años es demasiado mayor y posee demasiada experiencia para trabajar por unos míseros 400 euros a la semana. Cuando estaba en el poder, Berlusconi cambió en diversas ocasiones la ley laboral, permitiendo en un primer momento a las empresas renovar las prácticas, por lo que muchas compañías tenían pocos incentivos para dar trabajo a la gente joven – ¿por qué pagar sueldos cuando pueden tener hombres y mujeres jóvenes y entusiastas desesperados por demostrar su valía por unos cientos de euros o menos?- Una nueva ley establece que las prácticas no pueden durar más de seis meses; y que sólo los graduados (no más de 12 meses después de su graduación) pueden realizar estas prácticas. Originaria de Turín, Sara no puede permitirse vivir en Roma por mucho más tiempo. Irse al extranjero es su única opción.

Lejos de la economía y de la mentalidad de la “pequeña Italia”

Elena, 21 años, originaria de una ciudad a las afueras de Roma, planea mudarse a China cuando finalice su doble grado en inglés y chino en 2012. En Italia, explica, los chinos a menudo están sometidos a un estereotipo racista. De hecho, la palabra “chino” -Cinesi- es usada frecuentemente como un sinónimo de tiendas de descuento, cuyos propietarios suelen ser chinos, pero también se usa como “ladrones de trabajo”. Elena siente que muchos italianos están chapados a la antigua. “La economía de China está evolucionando. Debemos tomar las oportunidades que se nos presentan de una manera positiva” dice. Luisa, 22 años, y graduada en finanzas, deja Roma después de conseguir unas prácticas en Alemania. No es sólo la débil economía italiana la que la está alejando de su país, dice, sino también la mentalidad de la “pequeña Italia” que observa a su alrededor. “Quiero sumergirme en una nueva cultura y estar un un ambiente internacional al que Italia no pertenece. Los italianos no están acostumbrados a interactuar con los extranjeros. Ir al extranjero los hace más tolerantes y abiertos de mente.”

Elena Uderzo, de 30 años y natural de Milán, que ha trabajado como voluntaria a lo largo del mundo en países tan diversos como Rusia o Malawi es un vivo ejemplo. Ella se considera una “portavoz de la cultura italiana” y está orgullosa de su nacionalidad, pero admite que tiene una “desarrollada sensibilidad multicultural después de haber vivido en el extranjero”. Este internacionalista punto de vista señala un dramático cambio generacional. Loretta es una estudiante de económicas de 25 años de Barrea en Abruzzo, una ciudad de 800 habitantes. “Mis padres nunca fueron a la universidad y nunca han ido al extranjero”, dice. “Ellos escogieron su profesión y ahí se quedaron para poder mantener a sus familias – mientras que nuestra generación tiene más ambiciones personales y una mayor curiosidad sobre el mundo exterior.” En realidad no es tan simple como el viejo proverbio italiano Chi esce riesce (“quién quiere, puede”). Adaptarse a la vida en un nuevo país puede ser un largo proceso, incluso en Europa. Cuando Natalia, ahora asentada en Kenia, dejó Bolonia para irse a Londres en 2007, la barrera del idioma significaba empezar de nuevo desde el principio: “Volví a ser una camarera, como cuando estaba en la universidad”, dice la graduada en idiomas modernos de 33 años. Tres años después y todavía se siente como una “invitada”.

¿Volverán a casa?

Igual que los inmigrantes que vienen a Italia, los italianos que están en el extranjero pueden encontrarse con prejuicios. “¡Los italianos son intrallazzatori (embaucadores), los franceses no usan el bidé y los ingleses simplemente son sucios!”, ríe Luisa. Loretta cuenta como a un amigo suyo le preguntaron en una entrevista de trabajo en Inglaterra si realmente era el nieto de Berlusconi (es de suponer que era el único italiano moderno del que habían oído hablar.) Davide, de 24 años, un romano graduado en relaciones internacionales con la ambición de trabajar en Australia, está menos seguro. “Me siento en casa allá donde vaya en Europa. Italia es parte de Europa, ahora más que nunca.” Fue un año en Paris como estudiante erasmus cuando cambió su visión no sólo de Europa, sino de todo el mundo. “Al menos que las cosas cambien, no hay motivo para volver a Italia.” ¿Incluso ahora que Super -Monti está en el poder? “Él es otro banquero, ¿no?”

Antiguo palacio del dictador

Esta generación no es la primera en dar la espalda a su país. Durante la depresión de los años 30, miles de italianos empobrecidos fueron en busca del sueño americano; después, cuando el fascismo se apoderó del país, muchos judíos y socialistas huyeron del miedo. Cabe citar una ironía italiana (para aquellos romanos que conocen su historia) : el Museo Italiano de la Emigración está situado bajo el fastuoso monumento de Vittorio Emanuele II en la Piazza Venezia de Roma, donde Mussolini daba sus discursos. Muchos de esos emigrantes nunca volvieron. El mayor miedo de hoy en día radica en que los jóvenes italianos desilusionados nunca vuelvan a casa.

Este artículo forma parte de Multikulti on the Ground 2010-2011, una serie de reportajes realizados por cafebabel.com en toda Europa.

Fotos: portada (cc) Pizza Vittorio (cc) e://Dantes; motorcyle diaries (cc) fabbriciuse/ ambas cortesía de flickr; emigration museum © Ehsan Maleki

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Translated from Multiculturalism in Italy: emigration and exodus