¡Muerte al eufemismo!
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Se suceden los cónclaves de alto nivel para terminar de pactar los nuevos presupuestos comunitarios en los que nunca se habla del todo claro, pero las lenguas europeas tienen toda clase de consejos para evitar los eufemismos y el lenguaje políticamente correcto que no deja traslucir las verdades. En Alemania suelen pedir que se llame al niño por su nombre (“Das Kind beim Namen nennen”), y en Francia que se llame al gato gato (“Appeler un chat un chat”), para no obviar el carácter arisco de alguien. En España, país con la mayor tasa de obesidad infantil en Europa, solemos usar símiles gastronómicos: “al pan pan, y al vino vino”. Y como de duelos de altos vuelos se trata en cuestiones presupuestarias europeas e igual estamos cavándole una tumba a la UE, los irlandeses suelen llamar “pala” a la pala (“Call a spade a spade”). Los polacos, que no quieren ser quienes paguen la última ampliación, nos piden a todos que llamemos a las cosas por su nombre: “nazywa rzeczy po imieniu”.