Móstar: Puentes lejanos
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Belén Burgos HernándezHace algunas semanas, Cafébabel Estrasburgo presentó el proyecto de dos jóvenes de Estrasburgo que han partido en una furgoneta Combi Volkswagen hacia las carreteras de Europa del Este. Hoy dedicamos nuestra columna al "Bulli Tour Europa" para presentaros Móstar. ¡Buen viaje!
Móstar cuenta con una veintena de puentes, bellas riberas a ambos lados del río Neretva y numerosas instituciones culturales. Inmejorablemente situada en la salida de las gargantas que unen la región con Sarajevo, al pie de hermosas montañas, la ciudad resplandece con el sol de principios de verano. El centro histórico se reconstruyó después de la guerra de 1993 alrededor del Stari Most, el "puente viejo", desde el que se lanzan saltadores acrobáticos para conseguir algunos marcos convertibles bosnios (BAM). Está lleno de turistas, y en cada tenderete de la ciudad vieja hay bonitas postales con la frase I Love Mostar. Sin embargo, Móstar está dividida en dos. "Nos han contado que algunos habitantes no han cruzado el puente en toda su vida", dice un chico en la ciudad vieja. Al oeste, los croatas y, al este, los bosnios: la línea del frente de 1993 que bordeaba el río Neretva no ha desaparecido.
En Móstar todo existe por duplicado: dos hospitales, dos clubs de fútbol, dos compañías eléctricas, dos sistemas educativos… ¡Para unos 80.000 habitantes, la ciudad cuenta con cuatro teatros! A cada uno de los dos lados, su teatro tradicional y su teatro de marionetas: un lujo muy por encima de las posibilidades de la ciudad.
Cada uno en su casa
"Es estúpido tenerlo todo por duplicado, en el este y en el oeste. Necesitamos más dinero que Estados Unidos para hacer funcionar nuestra ciudad, ¡y no lo podemos conseguir!", explica Elvedin Nezirovic, director del Centro Pavarotti, un lugar dedicado a la cultura y a la formación musical. Lamenta el bajo presupuesto asignado a los proyectos mixtos que desarrollan para mantener unidas las poblaciones. "Una gran cantidad de dinero va a parar a proyectos bastante inútiles. Delante del Centro Pavarotti, podéis ver obras de pavimentación en este momento; sin embargo, las aceras que teníamos estaban en buen estado. La ciudad tiene ahora otras iguales ¡pero nuevas!, mientras que muchos edificios están siempre en ruinas y gran cantidad de proyectos federativos carecen de fondos para poder ver la luz".
Desde 2011, Elvedin Nezirovic dirige este centro cultural que intenta, mediante la creación de pequeños grupos de música clásica o de grupos de rock, reunir a los habitantes más allá de su nacionalidad. "¡Esto les disgusta enormemente! La cultura permite unir a la gente, pero aquí los políticos no quieren esa unión. Según ellos tienen que permanecer absolutamente separados". En Móstar, el desempleo y el amiguismo contribuyen a no solucionar nada: "Si eres bosnio y quieres un buen puesto en una empresa cuyo director es croata, no tendrás ninguna oportunidad. Por supuesto, a la inversa ocurre igual".
Una juventud abierta
En el patio del Centro Abrasevic, una parte de la juventud de Móstar se reúne al anochecer para tomar algo o ver una película. Este centro cultural, destruido durante la guerra, se reconstruyó hace veinte años en la orilla oeste. Desde hace un año, Vladimir Coric es su joven director: "Montamos exposiciones y conciertos para los jóvenes de Móstar sin importarnos para nada la nacionalidad de cada uno". El centro tiene doce trabajadores en nómina y cuenta con una veintena de voluntarios. "Intentamos tender puentes entre mentalidades con el fin de acercar y unir las dos partes de la ciudad", explica Vladimir. Desde hace algún tiempo, el Centro Abrasevic tenía que haber abierto un albergue juvenil para acoger a más visitantes. "Para los jóvenes que están de paso en Móstar, no siempre es fácil darse cuenta de lo que sucede aquí", nos dice con sinceridad Vladimir.
De hecho, según el guía que le acompañe por la ciudad y según la orilla donde se encuentre, la historia que se cuenta es diferente. Aquí, como en todos los Balcanes, no existe una versión común de los hechos, sino una dura competencia de memorias entre vecinos. En 2013, en el barrio croata, la estela en memoria de los soldados bosnios víctimas de la guerra, fue destruida por un explosivo. "Tenemos que sentirnos todos como ciudadanos de la misma ciudad, y no pensar en etnias o en nacionalidades", lamenta Elvedin Nezirovic.
¿Quién mueve los hilos en Móstar?
Ranka Mutevelic es la directora del teatro de marionetas de la orilla este, encima de la ciudad vieja bosnia. Se encarga desde hace más de diez años de la colección del teatro, instalada desde 1952 en la antigua sinagoga de Móstar. En 1993, el teatro fue destruido y solo sobrevivió al desastre una figurilla que hoy en día se encuentra en el despacho de la directora. Ranka Mutevelic lamenta que no se haya producido una fusión entre los dos teatros: en beneficio del joven público de la ciudad, ello habría permitido llevar a cabo grandes creaciones, equipos más eficaces y más recursos. De hecho, las dos estructuras estaban de acuerdo para unirse: "En 2008, un representante de la Unión Europea vino a Móstar. Consultó a los dos teatros y negoció con cada uno de nosotros para que nos fusionásemos en una sola institución. Nosotros pensamos que era primordial constituir un fondo mutual con nuestros recursos económicos. El representante de la Unión Europea redactó un protocolo que envió al alcalde de Móstar. Desde entonces, y han pasado seis años, no hemos tenido ninguna noticia. Es realmente un problema político el que divide la ciudad; los habitantes querrían vivir en armonía de una forma normal, pero los políticos avivan el odio".
Un símbolo de convivencia
Entre los muros de la antigua sinagoga, el director búlgaro Todor Valov se apresura delante de la compañía permanente de teatro. Está viviendo aquí y realiza el montaje de Un corazón de piedra, una pieza del repertorio teatral alemán. En el descanso, nos lleva junto al escenario donde descansan las marionetas, seres de repente inanimados. "La ciudad está dividida por cuestones de identidad, pero sé que los teatros se relacionan entre sí", explica.
"Los directores están pendientes de los estrenos que tienen lugar en el lado contrario respectivamente, y acuden a ellos. El símbolo de esta ciudad es el 'puente viejo' que fue destruido en 1993. Hoy, ya reconstruido, debería servir para unir a los habitantes de Móstar. Es para eso para lo que tiene que servir la cultura y el teatro: para unir a la gente más allá de las identidades", concluye Todor Valov.
Este artículo forma parte de una serie de reportajes realizados en el marco del proyecto "Bulli Tour Europa", del que Cafébabel Strasbourg es colaborador. Para ver otros artículos relacionados visitar la página (www.bullitour.eu). Crédito de la foto: "Bulli Tour Europa"
Translated from Des ponts trop loin