Moratinos: “Asistimos a las últimas reminiscencias de las políticas nacionales”
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Miguel Ángel Moratinos, Ministro español de Asuntos Exteriores, nos habla del rol de Europa en el mundo ahora que, empezando por España, se ha dado el pistoletazo de salida a los referendos sobre la Constitución.
Miguel Ángel Moratinos nos atiende en su casa repleta de objetos decorativos de todos los rincones del planeta en donde ha trabajado. Como miembro entusiasta de este caravanserai de culturas múltiples e intereses comunes que es la Unión Europea, se muestra convencido.
El Tratado Constitucional consagra la coordinación de la política exterior: ¿qué réditos garantiza para el conjunto de la UE?
Lo del ministerio europeo de asuntos exteriores es revolucionario; aglutinará la cooperación al desarrollo, las relaciones exteriores y la defensa. Es cierto que las decisiones que se tomen requerirán en su mayor parte la unanimidad del Consejo, pero se permitirá al ministro europeo de asuntos exteriores hacer propuestas que se aprueben por mayoría cualificada.
¿Avanzar en la construcción europea pasa por una cesión de soberanía por parte de los Estados miembro?
Absolutamente. Además, en estos momentos estamos tocando hueso. Se han cedido muchas competencias en materia económica y en materia de ciudadanía: justicia, libertades, seguridad… Ahora se acerca lo más difícil: la cesión de soberanía en materia de política exterior y de defensa (ya hay parcelas cedidas). Y es que el concepto tradicional de ciudadanía se ha superado en el siglo XXI.
¿En qué medida la aplicación del Tratado Constitucional facilitará o dificultará un ulterior proceso constituyente emanado del Parlamento Europeo?
Lo que estamos viviendo supone un salto histórico de superación de eso que los críticos siempre han llamado “Europa de los mercaderes”. Démonos un cierto tiempo para que fragüe la nueva situación y se desarrolle su articulado. Además, la Convención ha sido un método diferente, un debate en el que han participado muchos sectores de la vida política y social, de modo que las críticas de déficit democrático son infundadas. La Convención se formó con un largo periodo de existencia para que hubiera tiempo de discutir, y hoy nos encontramos con un modelo de Europa menos gubernamentalizado y con más equilibrio de poderes. Evidentemente, el texto no es sacrosanto; en este sentido me apunto a la frase de Paul Hazard según la cual “Europa es una idea en movimiento que no se contenta jamás”.
¿La disparidad de políticas exteriores en Europa se debe a confrontación de intereses o a falta de coordinación política?
Asistimos a las últimas reminiscencias de las políticas nacionales. Poco a poco, las experiencias del pasado –en especial en los países principales de la Unión- se amoldarán a los desafíos para defender sus intereses. Hay consenso sobre la necesidad de estar unidos y la coordinación avanza con la creación del ministerio europeo de asuntos exteriores.
¿Aboga Usted por una diplomacia apoyada en acuerdos comerciales y económicos de cooperación –como con Irán o con Euromed-, o respaldada por una fuerza militar preparada para intervenir en conflictos internacionales?
A Europa se la respeta por su peso económico y comercial, pero es un enano político y eso hay que cambiarlo. Debe tener capacidad de disuasión. La diplomacia, si no tiene brazo militar, carece de credibilidad hoy por hoy, y por lo tanto tiene menos influencia. Europa se está dotando de una capacidad militar suficiente.
La UE se ha convertido en los últimos cuatro años en el primer socio comercial de China: ¿es una cuestión de diplomacia o sólo de habilidad comercial?
Ha sido por habilidad comercial; la verdad es que ha faltado estrategia política. El modelo chino nos ha cogido por sorpresa a todos.
¿Cree Ud. que con la creación de la función de Ministro europeo de asuntos exteriores se pretende incidir en algún capítulo concreto de la política exterior, como por ejemplo las relaciones con los EE UU, o con Rusia, Oriente Medio… etc.?
El ministro de asuntos exteriores tendrá un mandato general y empezará por centrarse en la creación de un servicio exterior europeo, es decir, de una diplomacia europea.
¿Qué ventajas tendrá para Europa la entrada de Turquía?
Es el gran debate estratégico. Europa debe respaldar el gran esfuerzo de Turquía. Con ello se podría probar que el Islam, la democracia y la modernidad son compatibles. Además demostraría que Europa no es enemiga del Islam, y en esto insiste mucho la propuesta de Alianza de Civilizaciones por parte de José Luis Rodríguez Zapatero. Sería más fácil con una frontera directa con Irak y Oriente Próximo.
Algunos opositores al Tratado Constitucional dicen que sólo sirve para blindar las fronteras de la UE; que no es generoso con los inmigrantes. ¿Qué opina al respecto?
Hay que definir la nueva vecindad europea con el círculo de países limítrofes. La Constitución crea mecanismos para generar atracción con sus fronteras.
¿Cree en la posible bondad de una Europa a varias velocidades?
Yo creo que el proceso de ratificaciones no va a fracasar. Pero desde luego, si no se ratificara la Constitución habrá que buscar otro método de integración. Y estoy convencido de que los países europeístas como España no se van a detener en la Constitución.