Moratinos: 2005 puede ser el año de la paz
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Miguel Ángel Moratinos, actual ministro de asuntos exteriores español y hasta hace poco enviado especial de la UE para el proceso de paz en Oriente Próximo, nos ofrece su visión optimista sobre el futuro inmediato de la zona.
Nos recibe en su casa de Madrid quien probablemente sea hoy por hoy el europeo mejor informado sobre las cuestiones de Israel y Palestina tras 7 años como enviado especial del Consejo de ministros europeo para el proceso de paz en Oriente Medio. En zapatillas de andar por casa y con su habitual sonrisa de ojos achinados trata de no transmitirnos la prisa bajo la que vive día a día –vive prácticamente subido a un avión-, con ese gesto de paciencia bíblica de quien está acostumbrado a negociaciones maratonianas y controla los tiempos en que debe desarrollarse cada conversación. Bajo su aparente pragmatismo quizás se dibuje la personalidad de un idealista convencido.
¿Los europeos sabemos poco sobre el mundo árabe y el conflicto israelí-palestino?
Quizás sepamos mucho, pero lo conocemos mal. La profusión de imágenes e informaciones da sensación de cercanía. No se conocen otros aspectos como el origen, la mirada de cada parte y la falta de compromiso para resolverlo.
Ud. ha sido mediador durante años en el conflicto israelí-palestino: ¿es tan complejo como parece?
Es muy complejo. Son muchas décadas de conflicto entre dos sociedades enfrentadas y polarizadas en el que se mezclan elementos territoriales, religiosos, sociales y políticos; factores endógenos y exógenos que se entrecruzan y hacen más difícil la solución.
¿Es Jerusalén el gran nudo gordiano del conflicto?
Sí, es uno de ellos, pero no el único. Hay mucho enconamiento sobre la cuestión y en este punto la comunidad internacional por si sola no puede aportar soluciones. Pero hay más nudos. Como he dicho alguna vez, hay muchas llaves para abrir el laberinto de Oriente Próximo.
¿El llamado “muro de la vergüenza” le suena a usted a agotamiento de ideas o a atrincheramiento israelí?
Hay una preocupación por la seguridad en Israel que debemos comprender. Esto es esencial. Pero la cuestión no es el muro, sino dónde se construye. Si se hubieran atenido a las fronteras de 1967 estaría bien y no hubiera sido objeto del dictamen negativo del tribunal de La Haya. Dicho esto, creo que en el siglo XXI nuestra obligación, nuestro objetivo debe ser el de construir puentes y no el de levantar muros.
¿Entre Israel y Palestina hay guerra o enfrentamientos entre terrorismos de distintos bandos?
Hay violencia. En algunos casos terrorista y por lo tanto condenable. Luego, está la presencia de Israel en “los Territorios”. Pero aun así hay que centrarse en buscar soluciones dentro de la diplomacia y las mesas de negociación y no mediante acciones militares.
¿Estamos quizás en el típico conflicto en el que la violencia genera violencia?
Sí, ese es el círculo vicioso del que cuesta salir. Cada acto terrorista determina la reacción de Israel, y este círculo infernal va en contra de la dinámica de negociación. Hay que creer en esta dinámica, al igual que lo hizo Isaac Rabin cuando afirmaba la necesidad de seguir negociando como si no hubiera terrorismo y de combatir el terror sabiendo que hay negociaciones en marcha.
¿Se trata de un conflicto religioso, económico o de soberanías encontradas?
Es sobretodo un conflicto político con “P” mayúscula. Los acuerdos de Oslo fueron la gran esperanza, y en ellos no se incorporó la dimensión religiosa. En cambio, los acuerdos de Camp David fracasaron cuando hicieron aparecer la cuestión de Jerusalén. Y como dije antes, Jerusalén no es el único nudo gordiano. También hay algo de territorial: en las negociaciones de Taba en las que participé, las propuestas fueron consensuadas, creativas, imaginativas…, prueba de que se pueden resolver las cosas. Ahora bien, nunca se logrará nada si no se establece un Estado Palestino independiente, soberano y viable económicamente, y si al mismo tiempo no se garantizan las exigencias de seguridad de Israel. Es como un juego de muñecas rusas en el que según abres una te encuentras con otra hasta llegar al centro de la cuestión.
Palestina depende económicamente de Israel: ¿se prevén en la llamada hoja de ruta mecanismos para que esto cambie con el tiempo?
Palestina necesita plena soberanía sobre sus recursos naturales, en especial sobre sus aguas territoriales. Necesita también poder desarrollar sus capacidades de producción y exportación agrícolas. No en vano, el 60% del presupuesto palestino proviene de la ayuda internacional (de la cual el 50% es ayuda comunitaria) y del comercio con el Estado de Israel. Yo creo que al final la solución se parecerá a la de un Benelux constituido por Jordania, Egipto, Israel y Palestina. Será una especie de zona de libre cambio que ya se prevé en el Proceso de Barcelona tras el cual se encuentra la UE. No quisiera por último pasar por alto que, cuando se cierran las fronteras, quienes más sufren son los exportadores Israelíes.
Ariel Sharon acosado por casos de corrupción y por el abandono de ciertos apoyos políticos: ¿cree que puede haber un doble cambio de interlocutores en los próximos meses?
No. Sharon tiene el respaldo fuerte de la opinión pública israelí. No pasa por dificultades de liderazgo político. De hecho, al final consiguió el apoyo de la Kneset (parlamento israelí) para la retirada de Gaza. Y es que en Israel es considerado como el elemento centrista del Likud (el partido conservador).
Entre grupos como Hamás o Hezbolá, y el gobierno de Sharon ¿le quedará margen de maniobra al próximo representante de la ANP (Autoridad Nacional Palestina) para no quedar como un amparador de terroristas o un traidor a la causa palestina?
Navegar en ese margen estrecho es el desafío actual. El próximo representante de la ANP debe recibir la colaboración de Israel y del propio Sharon. Este último tiene en alta estima a Ahmed Qureia y a Mahmud Abas, y se confía en esta segunda oportunidad. Creo que se debe ampliar la base de participación en el gobierno a otros grupos y buscar acuerdos con Sharon para abrir una nueva etapa: la de la normalización de la vida.
¿La diplomacia de la UE debe centrarse en acabar con las disputas entre países árabes?
Sí, esta ha sido la preocupación esencial de la UE. Y no sólo a favor de la causa palestina, sino también para lograr la paz en la región. Se debería lograr un reconocimiento del Estado de Israel unánime por parte de los árabes, para romper el tabú. Además se trabaja para fraguar una ayuda sin fisuras y sin dobles agendas hacia Palestina, para reforzar la ANP y evitar financiaciones a grupos que no comparten la necesidad del compromiso histórico con Israel. El momento ideal, el que marcará si estamos en la buena vía, será la próxima Cumbre Árabe en Argelia en marzo de 2005. Debemos ser valientes y hacer una oferta de paz que suponga un cambio cualitativo y la negación de las fobias hacia Israel.
¿Cree usted en la posibilidad de regresar a las fronteras anteriores a 1967?
No habrá solución sin Estado palestino sobre la base de 1967. A menos que haya modificaciones acordadas por ambas partes.
¿Tiene usted esperanza en que el conflicto se resuelva a corto plazo?
Creo que 2005 va a ser un buen año: el año de la reconciliación. Si no se desaprovecha la oportunidad yo sería optimista: en 2 ó 3 años estaremos ante la solución definitiva.
¿Cree en la posibilidad de una Intifada “a lo Gandhi”?
Hubiera sido lo ideal en los momentos más difíciles. La primera Intifada se limitó a las piedras. La segunda, desgraciadamente ha sido la de las armas y ha desgarrado el país. Ha sido un fracaso; ha retrasado la solución. Quizás haya quedado claro que hay que cambiar de estrategia. Creo que existe un derecho a resistir, pero sólo en lo político y en lo diplomático.