Milosz Matuschek: 'talking about my generation Y'
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Carmen M. Carpena OrtegaSon conformistas mimados con síndrome de Peter Pan; llevan una vida superflua sin pensar en los 'por qué' de la vida; quieren un amor romántico, pero se enzarzan en relaciones mediocres – esto es lo que Milosz Matuschek, periodista y escritor, piensa sobre la Generación Y. Aun así, estando en Roma, ¿puedes criticar objetivamente la ciudad? Nos encontramos para divagar sobre este asunto candente.
Milosz Matuschek llega un par de minutos tarde, no encontraba la estación Velib'. Pero no importa, no estoy esperando bajo una lluvia torrencial. Estoy sentada cómodamente en el famoso Café de La Rotonde donde Picasso y Modigliani solían pasar el rato. Puede que incluso esté sentada en una de las sillas en las que se sentaron -ambos al mismo tiempo-. Este es el escenario para nuestro debate sobre la Generación Y, tan despiadadamente criticada por Matuschek en uno de sus artículos, sobre la que llora en un libro, Das romantische Manifest (El Manifiesto Romántico), sobre el deplorable estado del amor en la era de Internet y en un blog, Lovenomics. El amor y una rabia generacional solo a 700 metros de donde Gertrude Stein vivía hace que me pregunte qué es más común en París: ¿los clichés o las huelgas?
"Hallo", "Cześć", "Bonjour": Milosz Matuschek sabe hablar muchos idiomas. Tiene 34 años, nació en Polonia y creció en Alemania. Estudió Derecho y Humanidades en Múnich, Ratisbona y París, donde vive y trabaja enseñando Derecho en La Sorbona. Antes de empezar su carrera como profesor universitario, Matuschek realizó una pasantía en el Tribunal Supremo alemán y llevó a cabo una investigación en derecho penal internacional en Friburgo, París, Berlín y Cracovia. Calificarlo de escritor y periodista sería una simplificación excesiva.
Hay intelectuales a los que les gustaría un pase VIP en el metro solo porque han escrito y publicado un libro. Afortunadamente, tener estatus VIP en transporte público no es la prioridad de Matuschek. Nada más empezar, aclara que no considera sus opiniones sentencias definitivas. El humor respalda su amargura existencial.
"Quizás soy más como lo que critico, después de todo. De hecho, mi artículo puede ser un acto de autoagresión", dice Matuschek, contestando a por qué es tan crítico con su propia generación.
Un patito bonito convertido en un cisne feo
Un ácido y provocador artículo publicado en un periódico suizo, Neue Zürcher Zeitung, serviría perfectamente como nota de suicidio de la Generación Y. Como Guy Debord en La Sociedad del Espectáculo, Matuschek acusa a la sociedad moderna de ignorancia espiritual, una consecuencia de su progreso. Según el escritor, la pasividad, la falta de compromiso y un impulso hacia la mediocridad conformista son características de los nacidos entre 1980 y 2010. "Estamos distraídos y nuestro problema más grande es no tener suficientes problemas. Somos pasivos porque cambiar al modo activo quema demasiada energía", afirma Matuschek. "¿Y qué hay de Emma Watson? ¿Y de la juventud ucraniana? ¿El racismo y la discriminación de género no se clasifican como problemas?", pregunto. Él contesta que Emma Watson es una excepción, mientras que nuestro argumento atañe a la mayoría. Sostiene que la mayor parte de la Generación Y evita las profesiones creativas, eligiendo trabajos administrativos en su lugar con la esperanza de que les permita estructuralizar la libertad opresiva y engañar a la madurez. Explica: "En la infancia, nuestra vida está en las manos de nuestros padres y, una vez que crecemos, nos gusta pasarle esta responsabilidad al Estado".
Me remuevo inquieta en la silla. ¿Estamos pensando en la misma generación? Dorota Maslowska, una exitosa escritora polaca, los directores Xavier Dolan y Lena Dunham y el actor Tom Schilling son parte de ella. Además, ¿podemos dar una definición concreta de algo de cuya existencia no estamos seguros? Parece que Generación Y es un término acuñado por los medios, especialmente los medios orientados a la economía. "Los fenómenos necesitan definiciones, ninguna de las cuales podría describirlos íntegramente", continúa Matuschek. "Generación Y no es una etiqueta para el consumidor, sino una entidad social definida por una mentalidad dada". La generación parece sufrir de un síndrome de patito feo invertido. "Desde el principio, se nos alimenta con la visión del mundo a nuestros pies. Enfrentarse a la vida real y aceptar nuestra fealdad una vez que hemos abandonado el país de las hadas es una conmoción terrible para muchos".
El amor: a tan solo un 'click'
El escenario cambia en el segundo acto de nuestro encuentro. Nos vamos al mundo de las webs de citas, el supermercado de los amantes: navegas en páginas web, eliges tus productos favoritos y los añades a la cesta.
Acabas de añadir al amor de tu vida. "No es amor", dice Matuschek. "El amor no es una elección del consumidor". Lo aprendió todo sobre el amor de cartón mientras buscaba a "la definitiva" en línea después de llegar a Berlín. La comunidad llevada por el consumismo que encontró en las páginas de citas le desalentaron rápidamente, y aun así Matuschek decidió seguir conectado para realizar un experimento. En total, intercambió mensajes con 2.000 mujeres y conoció a 100 de ellas. "Mi objetivo era escudriñar el deterioro económico del amor y el acercamiento al ser humano como producto", explica. "Creo que estudiar el amor nos permite descubrir mecanismos dominantes de la sociedad moderna". Sin embargo, también hay un tipo distinto de amor que a la modernidad le gustaría probar. "¡Exigimos amor romántico!", gritan las masas frente a la televisión mientras ven otra versión de Titanic.
"Pero no en serio", añaden enseguida, avergonzados. Preferimos evitar retos y sacrificios eligiendo un amor predecible, basado en esquemas que conocemos. Como dice Matuschek: "Una esposa de Stepford de hoy es una MILF, una mujer trofeo de la que uno puede presumir ante sus amigos y hacer que se les caiga la baba". Por otro lado, un macho alfa atractivo es el hombre perfecto: un príncipe romántico siempre listo para limpiar las lágrimas y ofrecer consuelo siempre que la vida te trata mal". Este es el secreto de las webs de citas.
Hacia el final del encuentro, Matuschek me lanza un par de clichés románticos gastados, que muchos considerarían baratijas. "'No es por tu aspecto, sino por cómo eres', 'Aprende a amar los defectos, también' y 'El amor es espontáneo, no racional'", enumera Matuschek, a la pesca de otro cigarrillo Gitanes de su pitillera. Es difícil no estar de acuerdo con él, pero es igualmente difícil no pensar en Paulo Coehlo. Quizá solo seamos cínicos hasta la médula e incapaces de apreciar la pura verdad de tales declaraciones.
"People try to put us d-down (Talkin’ ‘bout my generation) [La gente intenta echarnos por tierra (hablando de nuestra generación)]", como cantaba The Who, el grupo de la juventud de los 60 por antonomasia. ¿Es posible mirar con objetividad a cualquier generación? ¿No arruinaría un individuo espectacular los intentos de definir un grupo dado? Dejo La Rotonde para envolverme en el cálido ambiente de París. Es una bonita tarde de viernes, no podría haber un momento mejor para olvidar Internet, liberar creatividad, entablarse en un debate sobre el día del Juicio Final y enamorarse. O causar una buena impresión.
Si quieres aprender más sobre Milosz Matuschek, encontrarás un gran fragmento de la entrevista en francés en mi blog.
Translated from Milosz Matuschek: Talkin’ ‘bout my generation Y