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Miguel Duarte: "No me arrepiento de salvar vidas en el Mediterráneo"

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Cafébabel

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Ivo Alho Cabral

migraciónrefugiadosLibiaEditors PickSociety

Miguel Duarte vive en Lisboa, donde se está sacando un doctorado en Física. En los veranos de 2016 y 2017 participó en cuatro misiones de salvamento en el Mediterráneo, a bordo del barco Iuventa. Por eso, su nombre está entre los investigados por la fiscalía de Trapani (Sicilia), acusado de ser cómplice de ayudar a la inmigración ilegal.

¿Cómo llegaste a la tripulación del Iuventa?

Mi colaboración con el Iuventa comenzó en el verano de 2016. Había terminado mis estudios de Física y buscaba proyectos en los que involucrarme como voluntario. Quería ser útil en la crisis humanitaria que atravesamos. Encontré este proyecto de salvamento marítimo, el Jugend Rettet ["la juventud salva", en alemán], que buscaba tripulantes, y pasé la entrevista. Me aceptaron y en septiembre embarqué en mi primera misión.

¿Cuánto dura una misión en el mar?

La misión dura tres semanas, pero en el mar pasamos unas dos. Durante el resto del tiempo preparamos el barco para que esté listo para salir en la próxima misión. Los plazos varían: depende de los medios de salvamento disponibles en la zona en un momento determinado. Si terminamos las dos semanas pero no hay ningún otro barco en la zona, esperamos a que otro llegue para que cubra nuestra salida.

¿Cómo es el día a día a bordo?

Nos entrenábamos en Malta, nuestra base, y después partíamos. Nos llevaba unas 24 horas llegar a la zona SAR (Search And Rescue) [Búsqueda y Rescate] del sur del Mediterráneo central que patrullábamos y surcábamos aguas internacionales en busca de situaciones de urgencia. Vigilábamos tanto la proa como la popa del barco, pero la mayor parte de los salvamentos que practicamos nos llegaban a través de alertas del Centro Nacional de Coordinación de Socorro Marítimo [IMRCC, por sus siglas en italiano] de Roma.

¿Eran las autoridades quienes os avisaban de la presencia de lanchas neumáticas?

Sí, porque el campo de visión de una pequeña embarcación como la nuestra era muy limitado, y la zona SAR es enorme. Nos cruzamos con algunas barcas a la deriva, pero en la mayoría de los casos nos llegaban a través de alertas del IMRCC, que a su vez recibía avisos de aviones o helicópteros que sobrevuelan la zona.

Una de las acusaciones que circulan contra vosotros es que vais directamente hacia las lanchas, como si ya supierais dónde están.

(ríe) Íbamos derechos en cuanto el IRMCC nos daba las coordenadas.

¿Os comunicabais con los otros barcos de la zona SAR para decidir quién acudía al rescate?

Sí, nos comunicamos, pero la decisión es del IMRCC. Son ellos quienes tienen la responsabilidad de coordinar los salvamentos en el Mediterráneo central. Nosotros solo recibimos la llamada para salvarlos. Por supuesto, hay cierta coordinación entre los barcos de la zona: por ejemplo, no debemos estar todos juntos en un área y dejar otras zonas sin vigilancia.

Como norma general, ¿cuántos barcos de salvamento hay a la vez en esa zona?

Depende de la época. En 2014 éramos uno o dos, en 2016 éramos diez (aunque no todos al mismo tiempo), y hoy hay uno. Volviendo a lo de antes, cuando el IMRCC nos comunicaba una urgencia, íbamos a rescatar a la gente, los hacíamos subir a bordo y comunicábamos a las autoridades el número de adultos, de niños, su género y sus condiciones de salud. Entonces, el IMRCC nos enviaba un barco guardacostas para llevarse a esa gente. Toda la acción de salvamento se desarrollaba de principio a fin en colaboración con las autoridades italianas. En ocasiones muy contadas fuimos nosotros quienes llevamos a los náufragos al puerto de Lampedusa.

¿Cuántas personas componían la tripulación y de qué nacionalidades?

De trece a quince. La mayor parte alemanes, porque la oenegé es alemana, pero también había gente de otras nacionalidades.

¿Italianos?

Sí, también. Durante un tiempo colaboramos con una oenegé italiana que se llama Rainbow for Africa, que era responsable de la parte sanitaria de la misión.

Hay un testimonio, precisamente de Rainbow for Africa que habla de vosotros como de gente extremadamente idealista e imprudente a la hora de realizar los salvamentos y que usabais una embarcación demasiado pequeña y peligrosa, aunque también dejan claro que siempre habéis respetado la ley.

No me parece negativo que me acusen de idealismo.

Sí, pero lo decían precisamente para justificar interrumpir su colaboración con nosotros. También destacaban que las razones eran técnicas y no legales.

Estamos completamente de acuerdo: nada de lo que hayamos hecho, hasta lo que yo sé, es ilícito.

¿Pero es verdad que su modus operandi era diferente que el de otras oenegés más experimentadas, con más medios y barcos más grandes?

Esto, al fin y al cabo, es subjetivo. Cada oenegé tiene su manera de hacer las cosas. Algunas son más políticas que otras. Por ejemplo, Médicos Sin Fronteras no aprovecha estas acciones para transmitir un mensaje político. Por su parte, _ Iuventa_ y Sea-Watch aprovechan la atención mediática de los rescates en el mar para criticar la política de fronteras de la Unión Europea. Y creo que hacen bien. En cuanto a nosotros, ya habíamos oído algunas veces que se quejen de nuestra imprudencia, pero eso depende de la tripulación a bordo, que cambia en cada ocasión.

Pero, considerando esta diferencia, ¿cómo ha sido vuestra relación con el resto de oenegés? ¿ha sido siempre buena?

Sí, siempre. Aunque tenemos diferencias, siempre ha predominado un espíritu de colaboración entre nosotros, y con algunos incluso verdaderos lazos de amistad. Quedamos en tierra y compartimos historias y experiencias.

La denuncia contra vosotros tiene su origen en la acusación de un agente infiltrado en el barco de Save the Children. ¿Nunca habéis denotado ningún comportamiento sospechoso en vuestro entorno?

No, jamás. Y nuestra relación con Save the Children siempre ha sido positiva. La acusación vino de un agente infiltrado, no por una decisión tomada por esa oenegé.

La acusación se apoya en imágenes para asegurar que entregaron una barca a un grupo de presuntos traficantes, que se marchan tranquilamente sin que nadie les moleste.

Creo que te refieres a un hecho ocurrido en junio de 2017. Yo estaba en el barco. Sin embargo, entre las personas interrogadas hay gente con la que yo jamás he estado en ninguna misión. Tengo como la sensación de que la selección ha sido un poco aleatoria. Las acusaciones son absurdas y hay un vídeo de Forensic Architecture, una organización ligada a una universidad inglesa, que las desmonta completamente. [El vídeo, en el que se puede ver a Miguel Duarte en varias secuencias, puede verse aquí). Nuestra política ha sido siempre la de destruir las embarcaciones una vez que salvamos a las personas que van a bordo.

Además, sois civiles, imagino que no es aconsejable tomar una posición muy agresiva si se encuentran con traficantes.

Por desgracia hemos tenido muchos encuentros malos, sobre todo con la guardia costera libia. Están bien armados y son muy agresivos. En esos casos siempre hemos tratado de mantener la calma.

¿Cómo se han comportado con vosotros?

El Sea-Watch ha hecho muchos vídeos. También hemos tenido casos de grandes barcos que se nos acercaban cortándonos el paso a gran velocidad, hasta situarse a solo dos metros de la proa. Peligrosísimo.

¿Estabas en Portugal cuando el Iuventa fue confiscado?

Había vuelto para la boda de mu hermano y estaba a punto de volver a marcharme. Tenía la maleta preparada cuando me avisaron de la confiscación y que no habría ninguna nueva misión.

¿Qué recuerdos guardas?

A bordo se ve tanto lo mejor como lo peor. Hemos visto muchas cosas horribles. Para muchos llegamos demasiado tarde, y es entonces cuando nos dábamos cuenta que el problema era la falta de recursos para el rescate. Teníamos un barco con capacidad para 100 y a veces nos encontrábamos frente a embarcaciones con capacidad para 800. O botes volcados, donde habíamos perdido a decenas de náufragos, niños y bebés incluidos. Pero también vimos muchas cosas bonitas. Se ve la esperanza en los ojos de la gente, la felicidad de estar finalmente a salvo. Una cosa que me sorprendía era la reacción común de muchas personas: tirarse en el suelo y dormir. A veces en plena operación de socorro, o en un día de mar agitado, con olas muy grandes, les bastaba con oír que no volveríamos al infierno libio para que se echaran en el puente y se durmieran.

¿Qué contaban de Libia?

Las cosas más horribles: campos de detención, torturas que a veces eran grabadas para pedir dinero de rescate a sus familias de origen, trabajos forzados... en Libia se venden personas, es algo que se sabe. Y además había historias horribles sobre cómo atravesaban el desierto del país. Se calcula que muere más gente en el desierto que en el Mediterráneo, pero ahí hay muchos menos observadores para dar fe de ello y menos oenegés que les apoyen.

¿Y ahora qué proyectos tienes? Estás terminando un doctorado pero, ¿te gustaría volver al mar?

Si pudiera volver al mar mañana mismo, lo haría sin ninguna duda. Ha sido la cosa más útil que haya hecho en mi vida. El salvamento marítimo es algo que se aprende a través de la experiencia. Yo no tenía ninguna, entré como deckhand, una persona más para ayudar a bordo, y llegué a ser deck manager [gerente de cubierta]. Todo lo que sé sobre el mar lo aprendí en el Iuventa. También he hecho de intérprete para comunicarnos con las autoridades italianas.

¿Dónde aprendiste italiano?

Hice un Erasmus en Padua. Fue una experiencia preciosa. El alcalde era de la Lega [el partido de Salvini], ¡pero el ambiente estudiantil era fantástico!


Este artículo ha sido publicado gracias a una colaboración editoria con la revista QCodeMag. El artículo es de Marcello Sacco y fue publicado originalmente en QCodeMag el 3 de julio de 2019.

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Translated from Miguel Duarte (ex Iuventa): «Non mi pento di aver salvato vite nel Mediterraneo»