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Migración : la Unión Europea mantiene su hoja de ruta

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Elisa de la Torre

La cumbre del 28 y 29 de junio ratifica los acuerdos alcanzados para la gestión de los flujos migratorios, orientados a deslocalizar los controles en las fronteras. No hay ningún cambio de rumbo: los Estados y la Unión Europea no se replantean la situación.

Los acuerdos de Rabat (2006), el proceso de Jartum (noviembre de 2014), la cumbre de La Valeta sobre migración (11 y 12 de noviembre de 2015)... Y otras tantas medidas hasta que los Estados miembros no acuerden un plan de acción ambicioso en materia de migración con el objetivo de «hacer frente a las causas profundas de la migración irregular y al fenómeno de las personas desplazadas».

Dichos acuerdos contemplan sobre todo fondos fiduciarios (en proceso de negociación), «una especie de plan Juncker para África» según la representación permanente francesa, para «combatir las causas profundas de la desestabilización, de los desplazamientos forzosos y de la migración irregular fomentando las perspectivas económicas y la igualdad de oportunidades, la resiliencia de personas vulnerables, así como la seguridad y el desarrollo», tal y como indica el plan de acción de la cumbre de La Valete.  

   De la teoría a la práctica

Los acuerdos entre la UE y Turquía, establecidos el 18 de marzo de 2016 pretenden ir aún más lejos, siguiendo con la lógica de la externalización establecida por la Unión Europea para la gestión de los flujos migratorios.

En concreto, las autoridades turcas se han comprometido a acoger a todos los migrantes que lleguen a Grecia, incluidos los sirios. Como contrapartida, Turquía ha conseguido obtener tres mil millones de euros en 2015 y también agilizar su proceso de adhesión a la Unión.

Además, Europa se compromete a que por cada sirio devuelto a Turquía otro se quede en los campos de refugiados turcos o sea enviado a Europa a través de un corredor humanitario. Este complejo mecanismo tiene como objetivo, según ha explicado el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, «evitar las muertes en el mar», en el Mediterráneo, e impedir la trata de seres humanos.

Los resultados de estas medidas son bastante dispares. Por un lado, ha disminuido el paso de migrantes por las islas griegas (y también por los principales países de acogida de Europa, lo que para el Consejo es uno de los aspectos «positivos»). Por otro, ha habido un aumento de flujos migratorios provenientes de Egipto y Libia por la ruta marítima del centro del Mediterráneo (Italia). Además, el número de fallecidos en el mar ha aumentado. Desde enero de 2016, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cuenta 2467 muertos en la ruta del centro del Mediterráneo. Hay 681 ahogados más que en el mismo período de 2015, mientras que ha disminuido el número de personas que han llegado de 70 354 en 2015 a 65 752 en 2016 por la misma ruta marítima.

A pesar de esta cifra alarmante, la UE se alegra del resultado del acuerdo con Turquía, tal como expone en las conclusiones de la cumbre, y está valorando poder trasladar este mismo modelo a los países de África, externalizando el control de los flujos migratorios a través de fondos fiduciarios «para el desarrollo», a los cuales tendrán acceso dichos países siempre y cuando controlen la emigración. Un comunicado de prensa de la Comisión Europea del 7 de junio de 2016 expone que «se introducirá una combinación de incentivos positivos y negativos en las políticas comerciales y de ayuda al desarrollo de la UE para recompensar a aquellos países dispuestos a colaborar de manera eficaz con la UE en la gestión de la migración, así como para garantizar que haya consecuencias para aquellos que se niegan a hacerlo».

   Reacción de las ONG

En respuesta a todo ello, el Consejo Europeo para los Refugiados y los Exiliados (ECRE), que reúne entre otras a un conjunto de ONG para la protección de los derechos humanos y del derecho de asilo  (Amnistía Internacional, Asylum aid, Belgian Refugee Council…), en total más de 100 ONG de 38 países, ha publicado un comunicado de prensa para denunciar la política europea en el ámbito de la migración y advierte de los riesgos que entraña un acuerdo de estas características. « Se propone utilizar la ayuda, el comercio y otros fondos para hacer que los países reduzcan el número de migrantes que alcanzan las costas de la UE. (…) Está inspirado por el acuerdo de la UE con Turquía, que ha dejado a miles de personas atrapadas en Grecia en condiciones infrahumanas y degradantes. Los niños son los más afectados, pues cientos de niños no acompañados son retenidos en centros de detención cerrados u obligados a dormir en celdas de la policía».

Dicho comunicado se hace eco del rechazo de la ONG Médicos sin Fronteras a aceptar fondos de la Unión Europea en el futuro para mostrar su desacuerdo con una política migratoria que considera escandalosa. « MSF denuncia las políticas de disuasión destructivas de Europa y el creciente intento de alejar de las costas europeas a las personas y a susufrimiento», expresaba en un comunicado Jérôme Oberreit, secretario general de MSF internacional.

Estas llamadas de atención han sido completamente ignoradas por los dirigentes europeos. Las conclusiones de la cumbre del martes 28 de junio de 2016 se presentan sin ningún tipo de ambigüedad. «Hay que reforzar el control y las medidas de seguridad en las fronteras exteriores de Europa», según ha dicho Jean-Claude Juncker. 

Translated from Migration : l’Union européenne persiste et signe