Mi experiencia Erasmus: no es oro todo lo que reluce
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¿Qué pasa con aquellos Erasmus que se van con novia? ¿Y los que no tienen un hígado a prueba de cervezas de 11'6 grados? ¿No pueden ellos irse también? Historia de un Erasmus y su aterrizaje en una nueva cultura, caras de póquer incluidas
Entorno a la beca Erasmus hay una gran cantidad de tópicos, algunos totalmente ciertos como la barrera del idioma, y otros no tanto como las facilidades que dan los profesores a sus nuevos y ‘queridísimos’ estudiantes extranjeros. Los primeros días experimentas mil tipos de ‘cara de póquer’ cuando vas al banco para abrir la cuenta y no te enteras de nada, al comprarte el teléfono y no te enteras de nada o cuando vas a relaciones internacionales para finiquitar el contrato de estudios y tampoco te enteras de nada. Y no hablemos de la tendencia a relacionarte solo con gente de tu país, de los equilibrios económicos con 300 € mensuales o de tener que dejar el camembert fuera de la ventana porque en la habitación no tienes frigorífico.
Lecciones difíciles
Pero, a pesar de todo, debemos reconocer que la beca Erasmus tiene más ventajas que inconvenientes: salir del cálido castillo maternal y aprender a cocinar, experimentar por primera vez en tu vida un intento de tortilla de patatas para tus compañeros franceses; aprender lo peligroso que resulta coger la bici borracho por la noche; darte cuenta del valor de aquello que dejaste en tu ciudad de origen, del buen tiempo que hacía allí, de lo mucho que te quería tu novia y de lo buena cocinera que era tu madre. Mientras que, al mismo tiempo, te alientas por todo lo que te espera en ese nuevo país: diferente gente, otra música y desconocidas tradiciones.
Sin embargo, la lección más difícil de aprender no es la receta de la tortilla de patatas o la utilización correcta del tout, tous y toutes, sino conocerte a ti mismo, observar tu comportamiento en otro contexto y aprender a enfrentarte (después de las sonrisas, las fiestas y las cervezas 'Exterminator') a solas en tu habitación a tu peor enemigo: tú.
Pero aunque “no sea oro todo lo que reluzca”, no te aflijas estudiante Erasmus, acabarás pidiendo dinero a tus padres, en junio del 2009 hablarás el francés y sino aprendes a cocinar tortilla de patatas, no pasa nada, siempre tendrás platos precocinados en el supermercado.
Vídeo: El suicidio Erasmus
La sátira El Suicidio erasmus de Julio Béjar, es un homenaje a todos los estudiantes que deciden aventurarse en una beca Erasmus, compartiendo cocina con gente desconocida, deteriorando su salud con borracheras continuas, esperando durante meses y meses el miserable importe de la beca y demás aventuras y desventuras. Todo ello, teniendo como escenario una pequeña ciudad situada al sur de España, Almería
Nos vemos el próximo viernes con el relato de una estudiante búlgara de Erasmus en Alemania