Mi “Apocalypse Now”: instantáneas de un mundo con el fin en los talones
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Cristina Martínez IstillarteEl apocalipsis está cerca. Todos temen las consecuencias, aunque nadie se ha imaginado su llegada. ¿Cómo acabará el mundo? ¿Un meteorito abatirá la Tierra como en el más melancólico delirio cinematográfico? ¿Un maremoto? ¿Facebook se volverá de pago? ¿Y si el apocalipsis estuviese ya entre nosotros y por estar demasiado ocupados etiquetándonos en FourSquare no nos hubiéramos dado cuenta?
He aquí un análisis del apocalipsis cotidiano, para ir entrenándose ante la llegada del fin del mundo.
Mientras hay quien hace la cuenta atrás de la fatídica fecha de la profecía, el mundo nos emite señales evidentes de un final ya en curso. Por ejemplo, algunos ya se han burlado, de la peor manera, del fin del mundo. Simplemente, se han muerto antes. El último en unirse al largo grupo de los caídos es Owni: pionero en la información francesa en línea y en el periodismo de datos. En Italia, por lo menos 70 periódicos están en riesgo de cierre, aunque, según las malas lenguas nacionales, no será una gran pérdida. En España, un correo electrónico ha mandado a casa a 129 redactores de El País, mientras que la detención del periodista griego por la denominada listaLagarde y el escándalo del casoSallusti han vuelto a sacar a la palestra los derechos del periodista.
Para combatir al enemigo, parece necesario conocerlo. O, al menos, darle un nombre. Tras el cierre de la edición alemana del Financial Times, se ha acuñado en este país la palabra Zeitungssterben, literalmente muerte del periódico. Con todo, este neologismo no ha parado la que es una verdadera epidemia: Der Freitag navega en aguas revueltas y es probable que en 2013 los franceses no puedan ir por la calle con una copia del Libé bajo el brazo. ¿Puede ser que la aprobación de la ley del canon digital para los free lance en Italia nos esté diciendo que pronto no habrá redacciones?
En el país de Monti, todo empezó con la gran ilusión del gobierno tecnócrata, que arrancó con gran estilo para luego quebrarse contra la impetuosa muralla de la austeridad. Crisis. Bajo estas seis letras se esconde el apocalipsis moderno. Y se traduce en todos los países con una sola palabra: precariedad. Económica, política, afectiva e incluso física. “Indignaos”, gritó desde las páginas de su libro Stéphan Hessel, invitación pacífica a los indignados españoles —que el 15 de mayo de 2011 y el pasado 25 de septiembre ocuparon Madrid— y griegos, que inundaron la plazaSintagma el pasado octubre.
Hay quien se ha preguntado, en todos los idiomas de Europa, las razones por las que la crisis ha sacudido, en especial, a algunas latitudes. Y, sin encontrar respuesta —ni siquiera enviando una carta a la ministra—, se ha decidido a dejar el país antes de que llegue el fin del mundo para sumarse a la fuga de cerebros con al menos un idioma extranjero en el bolsillo —para no volverse un cerebro incomprendido— y tras haberse asegurado de tenerlo —el cerebro— para no ser solo un estómago a la fuga. La ministra italiana Elsa Fornero dio a su tiempo una alternativa provinciana: “No seáis quisquillosos” puesto que, cualquiera que sea lo que nos aguarden las elecciones políticas en Italia, parece que haya sido científicamente probado que el ejemplar “quisquilloso” de la especie humana no resistirá el próximo análisis del gasto público.
Para muchos, un signo claro de que el apocalipsis está cerca ha sido el hecho de escuchar acerca del matrimonio para todos. 2012 ha sido testigo del retorno del espectro de la homofobia, acompañado por el tétrico cortejo de suicidios, violencia e insultos miserables. Los católicos integristas que agredieron a las activistas ucranianas de FEMEN se imaginaron el apocalipsis como una lluvia de fuego que borraría de la faz de la tierra el capítulo de Sodoma. La campaña de Act Up-Paris no ha sido suficiente para asegurar a los militantes homófobos que la legislación del matrimonio entre personas del mismo sexo no desencadenará la ira funesta de Dios. Y la presunta apertura del papa a la modernidad no parece ir más allá de una cuenta en Twitter.
Para sobrevivir al avance de la homofobia, un video creado por gais estadounidenses ha hecho temblar las venas de las muñecas a los orgullosos machos heterosexuales. En cambio, la National Organization for Marriage ha reunido ya 80.000 dólares contra los incautos que quieren “imponer el matrimonio gay a todo el país”. Y en la vieja Europa, a pesar de que en España (y próximamanete Francia) se ha ratificado ya el matrimonio igualitario, Italia continua mostrando su peor cara en cuanto a igualdad de derechos.
En resumen, sobrevivir in real life nunca había sido tan difícil. Por eso es natural que pasearse de perfil en perfil en Facebook sea más satisfactorio que cualquier otra actividad: controlar el progreso de la vida virtual es una tentación que el 42% de las personas no son capaces de resistir, según la Universidad de Chicago. El imperativo categórico del que es imposible desvincularse parece ser el de compartir. ¿Has tenido el coraje de tener un hijo en tiempos de crisis? Documentarlo, desde la ecografía hasta el primer diente, equivale a compilar el acta de nacimiento. Sobre todo si lo has llamado Hashtag. Y para tener la conciencia tranquila, un par de Me gusta y la firma de una petición bastan para convertirse en un perfecto slacktivist, que según Forbes será una de las figuras factibles del 2012.
Para hacer frente a la bulimia del pueblo de la red y a las avalanchas de píldoras de sabiduría y lolcats, en Nueva York se inventó la diáspora anti-Facebook pero con escaso éxito. Por el momento, para sobrevivir a la subida salvaje de fotos de pañales, existe un software capaz de identificar y oscurecer las fotos de menores de 24 meses. Sin embargo, todavía nada a la vista en cuanto a los reportajes fotográficos de las de vacaciones. Aunque, según el último informe Istat, cerca de la mitad de los italianos no podrá irse de vacaciones ni siquiera una semana. En el 2013, la crisis nos perdonará al menos en la vida virtual. Tal vez.
En caso de que el auténtico apocalipsis quiera salvarnos de la miseria cotidiana y abatirnos, existe la posibilidad, gracias a la Web 2.0, de sobrevivir a la misma muerte y mandar a posteriori un último saludo y nuestros consejos para un mundo mejor.
Fotos: portada, © Giampaolo Macorig/Flickr; texto, © lahnblog.de, © Joseph_Paris/Flickr y © ifidie.net.
Translated from Apocalypse now: istantanee da un mondo sull'orlo della fine