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Medios satíricos, picores para los políticos

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Laura Casielles

Cultura

Reír permite escapar de un mundo en que la imagen está minuciosamente controlada

Desde la Revolución francesa, los medios utilizan la sátira. Y los políticos son los primeros desacreditados por este segundo grado. La desacralización de los poderosos no es contemporánea. Ya Molière hacía bajar a burgueses y médicos de su pedestal. 

Exclusivas burlonas

¿Su arma? La burla, el humor incisivo, la ironía. Con el Canard enchaîné a la cabeza y el periodismo de investigación como clave. Estallan escándalos en sus columnas. No se escatima en nada. Ni siquiera en los temas más virulentos. En 1971, la declaración de impuestos del primer ministro Chaban Delmas fue publicada. En 1981, le tocó el turno al alto funcionario Papon: el Canard revela su papel en la deportación de los judíos bordeleses. Actualmente, la tirada del semanario está en torno a los 400.000 ejemplares. Al contrario que la mayor parte de la prensa francesa, el Canard enchaîné conserva su autonomía financiera. Nada de publicidad, y una independencia probada.

(charliehebdo.fr)Una historia de otro género. Noviembre de 1970: el periódico satírico Hara Kiri titula "Baile trágico en Colombey: un muerto". La portada pone en perspectiva la muerte del general De Gaulle con un suceso: 144 jóvenes muertos el mismo día en un baile en Isère. El humor negro no le parece de buen gusto al Ministerio, y se prohíbe su publicación. Pero el mensual "bruto y malo" no ha dicho su última palabra. El equipo de redacción cambia el nombre del periódico. Así nace Charlie Hebdo. Y funciona, a juzgar por la tirada de 140.000 ejemplares semanales presentes en el paisaje mediático francés. 

Sobre las ondas y sobre las planchas

En el Tribunal de los Delirios Flagrantes, la audiencia no tiene lugar en el Palacio de Justicia sino en la frecuencia hertziana. A principios de los años 80, la sátira encuentra su lugar en la radio. Pierre Desporges hace de fiscal frente al abogado "más bajo de Inter", en referencia al Ministro de Justicia del momento, Robert Badinter. Con motivo de la llegada de Jean Marie Le Pen, político de extrema derecha, el fiscal-humorista cuestiona los límites de la risa. "Si es cierto que esa risa puede a veces desacralizar la tontería, exorcizar las verdaderas penas y fustigar las angustias mortales, entonces, sí, podemos reírnos de todo, debemos reírnos de todo".

En 1981, Coluche, un cómico comprometido y futuro fundador de los Restos du Coeur, se presenta a las elecciones presidenciales. "Hago una llamada a los vagos, los mugrientos, los drogados, los alcohólicos, los maricas, las mujeres, los parásitos, los jóvenes, los viejos, los artistas, los reclusos, las bolleras, los aprendices, los negros, los peatones, los árabes, los franceses, los peludos, los locos, los travestis, los antiguos comunistas, los abstencionistas convencidos, todos aquellos con los que no cuentan los políticos, para que voten por mí, se inscriban en sus ayuntamientos y transmitan la noticia". ¿Una gran farsa? A los políticos no les hizo gracia. El Nouvel Observateur consagra su portada al humorista, mientras François Miterrand anuncia su candidatura en el seno del partido socialista. En seguida el fenómeno Coluche toma amplitud. Frente a esta inopinada candidatura, la clase política, lejos de dar carcajadas, disuade al humorista.

Casi 25 años más tarde, Jamel Debbouze, el célebre cómico que apareció, por ejemplo, en Amélie, reitera esta idea. “Mala idea”, según la gente del entorno. Pero la estrella francesa se compromete a favor de Ségolene Royal, la candidata socialista para las elecciones presidenciales. Un segundo fallo. 

La televisión entra en juego

A principios de los años 90, la risa desmonta el miedo. Frente a la psicosis de la guerra del Golfo y a su desacreditado tratamiento mediático, los Guiñoles triunfan gracias a su mirada subversiva. Una cierta paradoja : un noticiero que se burla de las celebridades en un programa que las acoge cada día sobre su escenario. Cada noche, antes de las noticias oficiales de las ocho, la información se trata de manera satírica por marionetas que caricaturizan a las personalidades públicas del momento. Por el lado político, no se escapa nada. En 2007, Rodolphe Belmer, director general delegado de Canal+, declara para Le Figaro: "Los Guiñoles han logrado que los jóvenes se interesen por la política". El impacto se mide por las inscripciones en las listas electorales. Porque, finalmente, muchos jóvenes franceses hablan bastante más de lo que pasa antes de las ocho que de las noticias generales.

Translated from Médias satiriques, poil à gratter des politiciens