Matthieu Saglio, un violonchelista enamorado por y de la Erasmus
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María LomeñaEste violonchelista francés pero español de corazón nos ha guiado por las calles de Lisboa entre proyectos musicales fusionados y amor al estilo Erasmus
Después de un aplaudido espectáculo en el Institut Franco-Portugais de Lisboa, quedo con el violonchelista francés Matthieu Saglio para hacerle una entrevista mientras paseamos por una Lisboa fresca pero soleada. Puntual y relajado aparece el artista, residente en Valencia, con su sombrero de cuadros y su cámara de fotos colgada al cuello y dice casi excusándose: “soy un auténtico turista”. Tras haber recorrido el muy distinguido barrio de Graça nos sentamos en los sillones del bar Chapitô, el cuartel general de la vida cultural lisboeta.
De Rennes a Valencia
“Empecé a los ocho años”, cuenta Matthieu. “Cuando somos pequeños vemos enseguida si nos vamos a dedicar a la música o no”. Sus padres no lo dudaron ni un momento y lo matricularon a toda velocidad en el conservatorio de Rennes. Se sentía atraído por la flauta pero tuvo que renunciar a ella ¡por sus dedos pequeños! Así, un poco por casualidad, descubrió el violonchelo, “un instrumento maravilloso que da la posibilidad de hacer miles de cosas”. Sin embargo de niño estuvo a punto de dejarlo todo: “A los 12 años tienes otros intereses”. ¿Demasiado duro hasta el punto de tirar la toalla? Su madre, que tanto se arrepiente de haber dejado el piano cuando era joven, se negó y lo obligó un poco y ahora se lo debe. Sin embargo sería otra mujer la que lo lleve a dejar Francia. Estudiante de agronomía en Nancy, se enamora de una estudiante Erasmus española hasta el punto de seguirla hasta Valencia gracias una vez más a la Erasmus, antes de volver a Rennes para acabar sus estudios. Decidido, regresa a España para hacer un máster por pura formalidad pero también para casarse, tener tres niños y dedicarse a la música a tiempo completo.
Violonchelista inclasificable
La música es su vida, pero como toda vida de pareja no la concibe sin un público: “Cuando no toco me siento como un pájaro en una jaula”, confiesa el artista. Adicto al ‘aplaudímetro’, está igualmente enganchado a la fusión musical y reconoce con gusto que prefiere evolucionar “fuera de los caminos clásicos”. Pensad un poco: un violonchelista con formación clásica que mira hacia el jazz y que a continuación introduce por primera vez un violonchelo en el flamenco con el grupo Jerez-Texas antes de montar un cuarteto compuesto por un panameño, un pianista español y un senegalés que toca la kora. Su concierto en el Institut Franco-Portugais de Lisboa, difundido en directo en Antena 2, radio de referencia de la música clásica en Portugal, es una buena señal: le pidieron varios bises y sus cédes se vendieron como rosquillas. ¿Y después qué? Su nuevo proyecto, Cello Solo, solo con su violonchelo: “Este proyecto en solitario es muy original y sincero, creo una buena relación con la gente”. Un truco que parece dar sus frutos; una noche, el público de un café-concierto se queda con la boca abierta: “Tan sólo el silencio envolvía el violonchelo”, recuerda aún.
Música de expatriado
En seguida volvemos a caminar hacia Graça y su majestuosa iglesia. Ante el miradouro, recuerda su vida de expatriado en España: “Nunca me he sentido extranjero en esta ciudad”, sonríe. Matthieu es un enamorado de Valencia, pero también sabe ver sus defectos. Entre la Copa de América y el Gran Premio de Fórmula 1 queda poco para los proyectos sociales en esta ciudad que se construye y engrandece a imagen de urbe rica, lamenta el artista. En este ambiente de “famoseo” la cultura tiene que ser una actividad rentable. Y el público, entusiasta y numeroso, se mueve especialmente por los artistas reconocidos. Quien bien te quiere te hará sufrir…
Erasmus mon amour
“En España no se escucha mucho hablar de Portugal y es una pena”. Ahora habla el viejo estudiante Erasmus: “Europa no es un país sino una unión de países”, cuenta con la mirada fija en el Tajo. La moneda y la facilidad de los intercambios permite que los países se acerquen. Sin embargo el punto clave de la comprensión mutua entre estos países es el programa Erasmus, un programa crucial para conocer mejor a nuestros vecinos, pero sobre todo para enriquecernos en la época dorada de estudiante. “Es bueno para un estudiante que conozca un mundo diferente, que haga nuevos amigos, que conozca otras lenguas, culturas y tradiciones. La Erasmus es un viaje, la vida se convierte en un viaje... cuando uno empieza, nunca para”. El músico políglota sabe bien de qué habla pues ya lleva nueve años viviendo en Valencia, un bonito homenaje al programa que cambió su vida.
Photos : ©Fabio Scetti
Translated from Matthieu Saglio, éternel Erasmus : «Le violoncelle est un instrument merveilleux»