¡Masturbarse es luchar!
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Aida Ramos MartinezInstrumento no reproductor, el clítoris es ideal para desmontar la imagen secular de la mujer como madre. Si bien la masturbación femenina ha sido condenada por los moralistas durante siglos, hoy se practica sin complejos.
“La masturbación clitoriana es un gesto puro, puesto que se practica de manera innata. El feto ya se masturba en el vientre de su madre”, afirma Rosemonde Pujol. Una joven de 87 años, más conocida como la Señorita Clítoris desde la publicación de su libro Un petit bout de bonheur (Un pedacito de felicidad). Si la masturbación sirve hoy día como estandarte de una nueva definición de la feminidad, históricamente ha estado marcado por su prohibición y demonización. Fenómeno de condena cuanto menos extraño porque sabemos, tal y como afirma la anciana especialista en el clítoris, que la masturbación ya existe entre los recién nacidos y los animales. “¡Diógenes la practicaba con frecuencia incluso por las calles de Atenas! Pero la alianza de la religión, la ciencia y la ignorancia han transformado las caricias de ‘los frutos maduros de su nubilidad’ (como escribió Baudelaire) en una infame costumbre nacida en el seno de la indolencia y la ociosidad”, según el artículo de la Enciclopedia de 1765.
La especie humana en peligro
El ‘cinco contra uno’, ‘tocar la zambomba’, el ‘placer de dioses’… Esta riqueza semántica y metafórica muestra la ambigüedad en la que ha vivido la masturbación femenina durante siglos, ahogada entre las iras de los moralistas, las admoniciones de los sermoneadores y un uso sin complejos. Esta estigmatización se ha construido en gran parte sobre cierta interpretación del mito bíblico de Onán (condenado tras haber derramado su semilla en el suelo en lugar de hacerlo en el vientre de su cuñada) y sobre el descubrimiento en 1677 de los espermatozoides por Leeuwenhoek. A partir de este momento, la masturbación se convierte en un atentado contra la vida, una falta de respeto a la reproducción. Pone en peligro la familia, el cuerpo social e incluso el futuro de los hombres.
Pero si la masturbación ha vivido en la clandestinidad durante un largo tiempo, su versión masculina parece haberse convertido en un elemento natural y de una discutible banalidad en nuestras sociedades contemporáneas. Basta con observar con qué simplicidad inunda todas las facetas de la cultura occidental, desde el hilarante episodio pastelero de American Pie hasta los relatos masturbatorios de Bukowski o de Philip Roth, que incluyen, respectivamente, un teléfono (Escritos de un viejo indecente) y un “soberbio y violáceo pedazo de hígado crudo” (El lamento de Portnoy).
Reserva femenina
No funciona igual para las mujeres, quienes a causa de una dominación injusta e histórica más bien han cultivado cierto pudor y reserva. Es por esto que la masturbación femenina se ha convertido en estos últimos años en un elemento combativo para alcanzar, por fin, una igualdad real de sexos. El libro de Rosemonde Pujol no es más que un ejemplo entre muchos otros de la aparición de una nueva visión sexual del cuerpo femenino que pretende afirmar el final del silencio a través de una sobreexposición activa y reactiva.
Encuentros como el ‘masturbatón’ persiguen el mismo objetivo. Esta maratón de la masturbación está abierta a hombres y mujeres y se celebró en mayo en Copenague, y después en Londres y San Francisco. También es el caso de páginas web como www.ifeelmyself.com o www.beautifulagony.com, que cuelgan vídeos de mujeres (mayoritariamente) grabadas mientras se masturban, preconizando de esta manera un enfoque más desinhibido del deseo femenino.
El clítoris, órgano hedonista
El goce femenino y la importancia del clítoris llevan al extremo esta lógica separación del placer y la reproducción. Esta idea se hace militante, vista la imagen persistente de la mujer como ser reproductor a través de los siglos. Para ellas, tener derechos pasa también por un deleite pleno de su cuerpo. Debido a su inutilidad funcional y a su gratuidad práctica, el clítoris se convierte así en el símbolo perfecto de la postmodernidad. Enfrentándose al reino moderno de lo útil, lo competitivo y lo eficaz, la mujer enarbola un órgano esencialmente hedonista.
Esto lleva a Rosemonde Pujol a decir que “el clítoris es un órgano poético, puesto que es uno de los pocos que no tienen ninguna utilidad productiva”. Es también la incomprensión ante una diversidad y una complejidad desconocidas para el hombre lo que llevó a Freud a realizar afirmaciones tan ridículas como que “la masturbación del clítoris es una actividad masculina y la eliminación de la sexualidad clitoridiana es una condición del desarrollo de la feminidad” en su ensayo La vida sexual. Defiende aquí una visión falocéntrica también presente en expresiones como ‘el desprecio de los hombres’ que antaño se usaban para califican el clítoris.
Por suerte, las innovadoras y esenciales obras de Masters y Johnson acerca de la sexualidad han demostrado la equivalencia de los dos tipos de orgasmos y ponen de manifiesto la increíble variedad de técnicas y posturas de masturbación femenina en contraposición con el mecánico e insípido vaivén típicamente masculino. Una riqueza y una sutilidad aún desconocidas para los hombres y que este tipo de iniciativas permiten reivindicar.
Mujeres del mundo, ¡daos placer!
Translated from Se masturber…enfin !