Martin Schulz a propósito del programa de la presidencia sueca de la UE
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Por Marie Krpata Traducido por Rebeca Santamarta Estrasburgo, 15 julio 2009
En primera fila, en la parte del hemiciclo parlamentario reservado al Consejo, Frederik Reinfeldt realiza su primer discurso como presidente de la Unión Europea.
Este sueco de 43 años presenta el programa de su presidencia tras haber saludado a su homólogo checo que acaba de presentar el informe de los últimos seis meses y afrontar los comentarios de los diputados europeos. Las miradas se dirigen hacia él y, tras las palabras introductoras del nuevo presidente del Parlamento Europeo Jerzy Buzek, es su turno para convencer a su auditorio.
Este auditorio lo componen los 736 representantes de los 500 millones de ciudadanos europeos. A estos diputados, recientemente elegidos y llenos de esperanzas Reinfeldt intenta no decepcionar. Sobre sus hombros y los de su ministro de Asuntos Extranjeros, Carl Bildt recae una gran responsabilidad. En particular en un contexto de crisis económica y financiera y de toma de conciencia de la importancia del cambio del sistema en el que vivimos para hacerlo más ético y compatible con el respeto al ecosistema.
Bajo el signo del medio ambiente
Desde el comienzo, Reinfeldt anuncia su prioridad: el medioambiente. Para él, la lucha contra el calentamiento es urgente: “nos falta tiempo, tenemos que actuar ya”. Como él mismo explica, “Hace doce años, se firmó el Protocolo de Kyoto. Fue una coalición de voluntades. Pero la voluntad solo no basta. Añade que ”Europa debe trabajar unida. Debe ser decisiva para arrastrar consigo al resto de países ». Es entonces en Europa en quien cae una responsabilidad clara y en particular a la vista de los acuerdos de Copenhague (posteriores a Kyoto) que se firmarán a finales de este año.
Suecia se ha fijado un ambicioso programa en relación a la protección del medioambiente, con el apoyo del diputado francés Joseph Daul (Partido Popular Europeo). Optimista y confiado, repite el eslogan de la campaña electoral “Cuando Europa quiere, puede”. Para él es “urgente y prioritario” trabajar en materia de ecología y “animar a otras potencias mundiales: Estados Unidos debe pasar de las palabras a los actos”. Estima que para países emergentes como Brasil, India y China, es, ante todo, una cuestión de voluntad política.
La crisis económica en el programa de la presidencia sueca
Frente a la problemática de la ecología, que lo es a largo plazo, la presidencia sueca debe también afrontar una temática que requiere, según el diputado alemán Martin Schulz (Social Democracia) una “solución inmediata”: La crisis económica y financiera que se ha convertido también en una crisis de empleo. El diputado polaco Michal Tomasz Kaminski (Conservadores y Reformistas Europeos) recuerda que esta crisis económica es “la más grave desde los años 30 tanto en el Este, Oeste, Norte o Sur”. Reinfeldt estima que es necesaria una “coordinación de la Unión Europea” en este aspecto”. No hay que cerrar los ojos, dice refiriéndose al paro creciente, hay personas tras las cifras. Gente que está inquieta por su trabajo. Una inquietud laboral que no debería verse amplificada por una liberalización sin medida del mercado de trabajo según Martin Schulz quien no quiere una “Europa de las empresas con una caída de los salarios”. Tras las elecciones europeas, que en Francia mostraron una clara progresión de Europa Ecologie, todo el mundo se unió para decir que para ser más equitativos, el mercado de trabajo debe construirse sobre una economía verde y que la ecología, para ser aceptada por un mayor número de personas, debe, en primer lugar, imponerse en el mercado productivo. La diputada francesa Marielle de Sarnez (Alianza de los Liberales y de los Demócratas Europeos) habla de la importancia de reflexionar sobre un nuevo modelo de desarrollo: más sobrio, más justo y más duradero”.
Durao Barroso al hablar de “un crecimiento inteligente y verde” se refiere a la compatibilidad entre el crecimiento económico y un crecimiento respetuoso con el medioambiente. Para él, de una forma general se tendrá que llevar a cabo una reflexión sobre la importancia de los valores en el corazón de la economía de mercado” como la “solidaridad” y las “nuevas fuentes de crecimiento”.
Barroso se defiende de los ataques por la inactividad de la Comisión para poner en marcha un verdadero plan de relanzamiento de la economía europea,: “Podemos ser más ambiciosos. Yo comparto esta ambición pero no se puede decir que no se hace un plan de relanzamiento europeo. La Comisión ha hecho más de lo que podía. No somos los Estados Unidos, no somos un país nacional integrado”.
Del programa de la Haya al programa de Estocolmo
El grado de integración es una cuestión que toca otro punto principal por la presidencia sueca de la Unión Europea: la cooperación en el seno del tercer pilar de la Unión Europea (Justicia y Asuntos Interiores). Se trata de un dominio en el que los Estados mantienen casi toda su soberanía sin transferir casi ninguna competencia a la Comunidad Europea. Cooperación y no integración, hay sin embargo una tendencia a la comunitarización para la política de inmigración. Reinfeldt desea trabajar en el marco del tráfico de personas y estupefacientes. El sueco recuerda que la criminalidad internacional se refuerza en un mundo en el que las fronteras desaparecen. “Esto exige nuevas respuestas”. “El programa de Estocolmo (que debe reemplazar el programa de La Haya) luchará contra la criminalidad organizada y el terrorismo”. Esta es una prioridad audaz del gobierno sueco cuando sabemos que tiene un asunto en un dominio en el que se espera en vano evolucionar. Los sucesivos informes anuncian en efecto los mismos objetivos desde hace más de diez años, prueba de la dificultad de su puesta en marcha. La política de asilo, que también se encuentra en el seno del tercer pilar de la Unión Europea, se erige sobre instrumentos multilaterales y no en base a decisiones comunitarias. Así, son también los Estado quienes son competentes individualmente para aplicar la Convención de Génova de 1951. Reinfeldt desea dar una respuesta “clara y única” de parte de la Unión Europea para esta materia.
Un desafío identitario
De manera general, la presidencia sueca debe afrontar el desafío que supone el desengaño de algunos ciudadanos frente a Europa y en un contexto de tendencia al proteccionismo y de fragmentación que no comparte la Unión Europea. Frederik Reinfeldt es optimista. Así, durante su discurso introductorio, explica que su país sufrió un inicio lento en el seno de la Unión, “retraso” que el sueco pretende llenar durante su presidencia de la Unión Europea. Hace diez años, solo un tercio de la población sueca estaba de acuerdo con que la adhesión sueca sería buena para Suecia. Hoy, dos tercios de la población sueca tienen esta opinión. Reinfeldt añade “en las últimas elecciones europeas, un 45% de los suecos fueron a votar, un 8% más que en 2004”. Es una tencencia que tristemente no se repite en todos los países de la Unión. Joseph Daul es consciente de ello y espera que la presidencia sueca de la Unión Europea contribuya a hacer que los europeos voten de manera masiva. Entonces habrá que llevar a cabo un trabajo de comunicación democratizando el funcionamiento de las instituciones europeas para que sea comprensible para los 500 millones de ciudadanos de la Unión.
Los desafíos institucionales de la Unión Europea
Una familiarización que debe ser hecha por los ciudadanos europeos, pero los diputados deberán realizar una labor de aclaración. Martin Schulz, que se distingue de otros ponentes por su tono incisivo, muestra su aprehensión. Así evoca los cambios institucionales susceptibles de llevarse a cabo en el seno de la Unión y la “incertidumbre” frente a estos cambios. Schulz subraya la falta de seriedad del programa sueco que caricaturiza con un estracto del volumen de aventuras de Pipi Calzaslargas (1) del escritor infantil sueco Astrid Lindgren. Preocupado por cuestiones europeas de actualidad, pregunta al primer ministro sueco “¿Cómo será nombrada la nueva Comisión: según el Tratado de Niza o el de Lisboa?” Ésta es una pregunta que está en suspense y que ilustra la fragilidad del funcionamiento institucional europeo. De hecho, bajo el Tratado de Lisboa, la Comisión será más responsable de sus actos de cara al Parlamento hasta el punto de ser elegido por él. Beneficiandose del apoyo de los jefes de Estado europeos, Durao Barroso será liberado y reconducido rápidamente en cuanto el Tratado de Niza entre en vigor. Los diputados contrarios a Barroso quieren, sin embargo, retrasar la designación del presidente de la Comisión (2). Barroso pone fin a las especulaciones sobre la nominación de la Comisión y se defiende de las críticas de Schulz diciendo que el presidente de la Comisión “permanece mudo” en el tema: “La Comisión es la guardiana de los tratados. Decidió que había que respetar los tratados en vigor. Es el de Niza el vigente actualmente. El Presidente de la Comisón será elegido bajo el Tratado de Niza. Pero vamos a tener el Tratado de Lisboa. Parlamento y Comisión deberán realizar una adaptación”. Y añade: “la presidencia de la Comisión no debe quedar en suspense hasta la ratificación del Tratado de Lisboa”.
Mucho trabajo para Suecia en estos meses y en particular en una « situación en pleno cambio”. Evocando la crisis económica y financiera y la institucional, el diputado Ulvskog (Social Democracia) habla de un « punto de partida (…) difícil”. Antes de que la “locomotora del mundo”, expresión de BanKi-Moon en referencia a Europa en materia de medioambiente, no inicia su camino haci Copenhague, Europa deberá vigilar también la estabilidad interna de sus vagones. Según la formulación de Barroso « La prioridad es volver a poner la economía sobre los raíles”.
(1)La característica principal de la serie de novelas de Astrid Lindgren escrita entre 1945 y 2000. Es una joven con poderes mágicos que vive a su manera en una gran mansión, la villa Drôlederepos, con su caballo y su mono y donde acoge regularmente a sus amigos Tommy y Annika. (2)Durao Barroso fue finalmente designado como Presidente de la Comisión el pasado 16 de septiembre. El portugués inicia así un segundo mandato de 5 años al frente de la Comisión (NdT)