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Marruecos, entre dos aguas

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Mohamed VI ha heredado un sistema arcaico. La amenaza terrorista no ha ayudado mucho. El mejor servicio que la UE puede rendir al país es apoyarse en la vitalidad de la sociedad civil.

Cuatro años después del acceso al trono del rey Mohamed VI, Marruecos está todavía en punto muerto. Más dudas que certezas pesan sobre el país. ¿Hacia dónde va Marruecos?

El discurso progresista y moderno del régimen en favor de la democracia y de los Derechos Humanos está desacreditado por los hechos: la libertad de prensa vive una neta regresión como atestigua el caso del periodista Alí Lmrabet, condenado a tres años de prisión por ultraje al rey y atentado a la integridad territorial, y el de otros periodistas perseguidos sobre la base de la ley antiterrorista.

Una ley liberticida encaminada a la restricción de las libertades: la detención preventiva ha sido aumentada hasta doce días (tres días renovables cuatro veces); los registros domiciliares serán en lo sucesivo posibles a cualquier hora del día o de la noche; se suavizan las pautas que regulan la interceptación del correo, las escuchas telefónicas y la violación del secreto bancario... varios militantes han sido arrestados, encarcelados, a veces torturados e incluso violados, testimonio de ello es el caso de Rachid Craii, militante de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos en Safi.

Una clase política defectuosa

Tras los atentados del 16 de mayo de 2003, Marruecos ha sufrido una auténtica represión autoritaria.

Sin embargo, hay que admitir que la situación política de Marruecos es compleja. Durante años, el rey Hassan II y su brazo derecho, el ex Ministro del Interior Driss Basri, hicieron y deshicieron la clase política y desacreditaron a los políticos. Todo ello con el fin de construir un escaparate democrático. Por consecuencia, el nuevo rey hereda no sólo un sistema político de gobierno arcaico y makzeniano (*), sino también una clase política defectuosa.

Los partidos tienen problemas para asegurar una transición en el propio seno de su esfera de influencia, las disputas de los jefes, el clientelismo y el nepotismo son moneda corriente. Durante las últimas elecciones municipales, los partidos se dedicaron a prácticas indignas: demagogia, venta de voto, corrupción, insultos, peleas; comportamientos, en suma, muy reveladores. Todo ello no exime de ninguna manera al rey de su responsabilidad como Jefe del Estado por las violaciones cometidas por sus servicios.

En 1998, Abderrahman El Yousfi, secretario general de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) partido de la oposición desde 1956- pactó con Hassan II para asegurar una supuesta transición democrática a la cabeza de un gobierno llamado de alternancia. Pero se encuentra atrapado dentro de un sistema cerrado a cal y canto.

Bloqueos

Bloqueo político debido a la propia naturaleza del pacto. El primer ministro aprueba una constitución que deja poco lugar para su gobierno y concede por el contrario plenos poderes al rey. Por si fuera poco, se compromete a no modificarla.

Bloqueo económico también, debido a la autoridad de la todopoderosa mafia makzeniana que se ha enriquecido a cabo del tiempo gracias a la extorsión y a la corrupción; la obligación de adherirse al esquema económico esculpido por el palacio; por no hablar de los compromisos del Estado marroquí con las instituciones internacionales, como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), obligaciones de las que ningún gobierno puede desentenderse.

Bloqueo social por último, ya que una de las grandes obras del gobierno de Yousfi era la integración de la mujer al desarrollo. Un tema espinoso en una sociedad conservadora que no podía pasar sin las consiguientes fricciones. El proyecto de animar la evolución de la sociedad marroquí y de hacer justicia a la mujer no ha visto la luz a causa de la resistencia de los conservadores, con los islamistas a la cabeza.

Últimamente, el rey, aprovechando los acontecimientos del 16 de mayo y la nueva relación de fuerzas políticas, anunció al parlamento marroquí la reforma de la ley de la familia. Una reforma calificada de paso de gigante por ciertas asociaciones de mujeres.

La UE debe apoyarse en la floreciente sociedad civil

Pero la verdadera fuente de esperanza para Marruecos es la extraordinaria vitalidad de la sociedad civil, cada vez más diversificada y desempeñando un papel importante en la promoción de los valores ciudadanos y de los Derechos Humanos. Por otro lado, éste es el soporte sobre el que la Unión Europea debe apoyarse para ayudar a Marruecos a afrontar sus desafíos y promover la paz y la estabilidad en la región.

En época de Hassan II, el régimen marroquí fue denunciado varias veces por el Parlamento europeo debido a violaciones graves de los Derechos Humano. Desgraciadamente, estas denuncias fueron inútiles al no estar acompañadas de sanciones reales sobre el plano económico. Sin embargo, son muy importantes simbólicamente para un régimen más preocupado por su imagen que por la realidad del país.

No sabemos si la UE será en lo sucesivo más exigente con su socio marroquí, obligándole a respetar los Derechos Humanos e incitándole a democratizar el funcionamiento de sus instituciones. Sería desde luego el mejor servicio que podría rendir a esta sociedad civil que pide un mayor espacio de libertad para florecer.

Translated from Le Maroc entre chien et loup