Marinaleda: La Isla de los Juegos es andaluza
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Alba María Soria CaseroUn pueblo de 2.800 habitantes intenta mantener los verdaderos ideales del socialismo. Ocurre en España, concretamente en Marinaleda. ¿Pero qué se esconde detrás de las palabras y los eslóganes? He aquí un reportaje fotográfico de un non-lieu, donde el desempleo es "inexistente".
Marinaleda es un lugar utópico: este pequeño pueblo andaluz, según las noticias que nos llegan por parte de la prensa, no conoce el desempleo; aunque en España, este ascienda a una tasa del 29%. ¿Pero dónde se acaba la utopía y empieza la realidad?
Marinaleda es un municipio andaluz de 2.650 habitantes. En los años 80, el activista Juan Manuel Sánchez Gordillo (actualmente alcalde del pueblo) se hace, junto a otros compañeros, con una vasta propiedad de uno de los latifundistas más ricos de la zona. Así nace la actual Marinaleda, cuya administración lleva a cabo un proyecto urbano muy particular en un país como España, donde la especulación urbanística es en gran parte responsable de la crisis actual.
Aquí no se pide un préstamo para comprar una casa, sino que cada uno se construye la suya. El terreno se cede de manera gratuita a los "autoconstructores" y, gracias a un acuerdo con el gobierno autonómico andaluz, se ponen a disposición del solicitante, de forma gratuita, materiales y algunos trabajadores. La cuota mensual que hay que pagar para hacerse propietario de una casa es de 15 euros al mes. Dado que las casas se "autoconstruyen" (350 en total, hasta ahora), muchas aún no se han terminado.
La primera parada de nuestra investigación es el Ayuntamiento. El alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo (que recientemente ha sido asbsuelto por falta de pruebas de las acusaciones por haber conducido a cientos de personas a una revuelta, con el fin de saquear un supermercado en busca de bienes primarios) no está disponible para reunirse con nosotros. Pedimos una cita por la tarde, pues, para hablar con la vicealcaldesa. Mientras tanto, nos adentramos en el edificio y encontramos un aula pública de informática.
Un empleado nos explica que no suele ser un aula muy concurrida. Los habitantes de este pueblecito son, sobre todo, agricultores con una educación que no va más allá de la escuela primaria. Además, en Marinaleda no se ofertan cursos formativos especializados y no hay precisamente una actitud emprendedora. Si bien es cierto que los jóvenes son el futuro, una de las paradas fundamentales en nuestro viaje es la de la escuela pública.

Jorge Delgado Martìn, director de la escuela Encarnación Ruiz Porras, nos recibe enseguida. Él es quien nos explica que el programa escolar lo regula la comunidad autónoma, como sucede en toda Andalucía.
Sin embargo, las asignaturas especiales que ofrece la escuela pública de Marinaleda son la horticultura, en la que todos los niños deben participar, y una "educación cívica" que refleja las normas de una sociedad de tipo socio-comunista.
Pasamos por delante de una de las dos cajas de ahorro presentes en Marinaleda. Por desgracia, nadie puede responder a nuestras preguntas, por motivos de privacidad. ¿Cuál es la naturaleza de las transacciones financieras efectuadas en Marinaleda? ¿Quiénes son los clientes de la institución? ¿El Ayuntamiento tiene su propia cuenta? Aparte de los sueldos de la población (que son bastante mediocres), una parte de la liquidez que circula por el territorio proviene del PER (Plan de Empleo Rural), un subsidio agrario de 325.000 euros al año que recibe el Ayuntamiento de Marinaleda, quien lo transfiere a los agricultores (los beneficiarios deben respetar ciertos criterios) y que ayuda a muchos habitantes de Marinaleda a comprar los materiales para la construcción de las viviendas.
Cara a cara
Una vez dentro de los despachos del Ayuntamiento, escuchamos a un hombre que se queja de un robo. ¿Pero cómo es que no lo denuncia a la policía? Remitimos la pregunta a la vicealcaldesa, Esperanza Saavedra que, por fin, nos recibe.
"En Marinaleda no existe la policía. Creemos más en nuestra propia conciencia cívica que en la represión" , explica Esperanza Saavedra. "Preferimos financiar proyectos que están al servicio del pueblo, como, por ejemplo, una piscina económica".
Cuando nos disponemos a salir del Ayuntamiento, nos topamos con un muchacho de unos veinte años y una señora, que esperan poder hablar con el alcalde para pedirle trabajo. ¿Pero no se trataba de un lugar utópico, donde el desempleo es inexistente? "Ya no", nos aseguran. Aquí trabaja todo el mundo pero, por lo general, solo 5 días al mes, por un salario total de 235 euros. En definitiva, la crisis ha llegado también a Marinaleda. Además, los suelos no se cobran de inmediato, sino que, a lo mejor, pueden llegar hasta con 3 meses de retraso.
El Ayuntamiento no nos ha podido proporcionar la tasa exacta de paro. Según las personas del Servicio Público de Empleo Estatal, los contratos laborales registrados en Marinaleda (todos de carácter temporal y ligados a la agricultura) son solo 199, a pesar de que la población total sea de 2.800 habitantes.
Encontramos diversas personas en un bar, sobre todo agricultores que recogen oliva. Aquí, como en cualquier sitio del pueblo (menos en el banco), todos visten con chándal, como si fuera una especie de uniforme. El carácter soviético de Marinaleda se refleja en las dinámicas de "contratación": cada noche, pasa por las calles del pueblecito un furgón con un altavoz, que anuncia qué grupo de agricultores (cada grupo tiene su propio nombre) tendrá que trabajar en qué campo.
Llegamos a Marinaleda creyendo poder ver una utopía. Nada más lejos de la realidad: Marinaleda es un pueblecito de agricultores y los habitantes no reciben ni una formación profesional, ni ayudas a los emprendedores. El alcalde, en su puesto desde hace 35 años, ha creado un mundo a su imagen y semejanza: un proyecto pseudocomunista donde todo está intacto y nada cambia.
En este non-lieu ninguno de los ingresos del Ayuntamiento se genera del trabajo de las personas; todo se basa en subvenciones regionales, estatales y europeas.
Marinaleda ha sido creada para tener "Paz, Pan y Trabajo". Sin embargo, un trabajo que asegure una vida digna (y el progreso), no lo hay.
Este reportaje forma parte de la serie de artículos del proyecto Eutopia - Time to Vote, financiado por la Fundación Hippocrène, la Comisión Europea y el Ministerio de Asuntos Exteriores francés. Queremos enviar un agradecimiento especial a Clara Flajardo Trigueros, que ha llevado a nuestra periodista hasta Marinaleda y ha supuesto un punto de referencia imprescindible para la realización del artículo.
Translated from Marinaleda, il paese dei balocchi è andaluso