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Marek Hudon: "Dotar de servicios a los excluidos del sistema financiero"

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Estrasburgo

Publicado por Babelstrasbourg el domingo 14 de septiembre de 2008 Escrito por Vincent Lebrou Traducido por Rebeca Santamarta

Todavía en plena expansión en el viejo continente, el micro-crédito tiende a convertirse en una herramienta cada vez más utilizada en la lucha contra la pobreza y la exclusión.

Conviene distinguir la situación de los países situados a uno y otro lado del telón de acero, parece claramente que el micro-crédito es cada vez más considerado por las autoridades como una herramienta creíble en la lucha en favor de la cohesión social.

La Unión Europea ha lanzado para el nuevo periodo presupuestario 2007/2013 y en colaboración con el grupo BEI (Banco Europeo de Inversión y Fondos Europeos de Inversión) la iniciativa JEREMIE (Join European Resources for Micro to Medium Entreprises - Recursos europeos comunes para las pequeñas y medianas empresas). Esta iniciativa pretende mejorar el acceso de estas empresas europeas al financiamiento y al capital de riesgo y se inscribe en el marco de la estrategia de Lisboa en favor del crecimiento económico y de la competitividad.

Así mismo, conviene recordar que esta perspectiva del micro-crédito como herramienta de crecimiento económico y de cohesión social, está relacionada con la densidad del tejido de las micro-empresas (entre 0 y 9 empleados) que representan el 99% de las PME en Europa del Oeste.

Marek Hudon, co-director del Centro Europeo de Investigación en Micro-finanzas (CERMI) y coordinador científico del Master Conjunto Complementario en Microfinanza habla para Babel Strasbourg sobre la difusión del concepto de micro-crédito en Europa.

Marek Hudon, ¿puede aclararnos el sistema de micro-crédito en Europa?

Cuando se habla de micro-crédito, se piensa espontáneamente en el sur y especialmente en Bangladesh, donde a mediados de los años 70 la Grameen Bank lanzó proyectos de apoyo financiero a los más desfavorecidos. Pero el micro-crédito se desarrolló también en América Latina en la misma época. En general, consiste en otorgar créditos de pequeña cantidad. A menudo la suma varía en función del continente, la institución y el objetivo: en Europa se puede hablar a partir de 5.000 euros, en Asia está en el orden de entre 100 y 200 euros y en América Latina los préstamos van de 500 a 1.000 euros. En los países del sur, se trata a menudo de un crédito por grupo, que se da menos en Berlgique, en Europa del Este siendo un caso específico más. Cuando hablo de Europa, me refiero a la Europa occidental donde son más comunes los créditos individuales para poblaciones pobres en general, pero también para los excluidos bancarios en particular. Teniendo en cuenta la importante cobertura bancaria de los países europeos, se habla de una pequeña parte de la población, pero podemos encontrar casos más extremos: por ejemplo, si tomamos el caso de la República Democrática del Congo, hay 30.000 cuentas bancarias para una población de 60 millones de personas. La exclusión financiera es el punto común entre los países europeos y los países en desarrollo. Los micro-créditos o más bien las micro-finanzas intentan dotar de servicios financieros a este colectivo.

Según usted, el micro-crédito ¿es una herramienta necesaria en Europa, y si es así cuáles deben ser sus objetivos?

En Europa se constata que un 15% de la población puede encontrarse en una situación de pobreza incluso si las cifras varían según el país. Igual que hay un aumento de esta población, hay un aumento de exclusión financiera, lo que se convierte en un fenómeno importante. En Bélgica por ejemplo, según las estadísticas de la red "Financiamiento alternativo", en 2006, había alrededor de 40.000 excluidos por los bancos, para una población de 10 millones de personas, es una cifra importante cuando se ve la cobertura bancaria en el país. Que sea por cuentas cerradas, es decir, personas que están en una lista roja o que nunca tuvieron cuenta no es problema. Existe, de todos modos, un grupo de personas que están en situaciones de pequeña renta como por ejemplo el RMI en Francia, o que se convierten en parados. Una de las posibilidades, y el sistema económico lleva a ellas, es que se quiera o no tener su propia empresa y entonces sí hay un control para los que desean hacerlo. No todo el mundo quiere hacerlo, pero para los que sí, existe un control y el micro-crédito responde verdaderamente a esta demanda.

¿Cómo desarrollar el sistema del micro-crédito en Europa?

Ante todo, es un problema de comunicación. Si hablamos de Francia, por ejemplo, el ADIE es una organización muy activa con una tasa de crecimiento interesante, con numerosos colaboradores, especialmente con las regiones. En Bélgica, el CREDAL también tiene numerosos productos específicos para las mujeres y otros grupos, y estos productos tienen cada vez más éxito. Lo que falta es una mediación pues es mucho más débil que para las micro-finanzas en el sur. Hay poca gente que lo conozca. Es suficiente con ver lo que le ocurrió al CREDAL, uno de los principales actores en Bélgica: fue tras un reportaje en televisión que aumentaron las peticiones porque mucha gente no estaba al corriente de sus actividades. Hay una necesidad de comunicación muy importante, sobre todo porque ofrecen muchos servicios. Es paradójico: hay un control, hay ayudas públicas pero falta la visibilidad para que lleguen.

¿Cuáles son los debates que puede suscitar el sistema del micro-crédito en Europa?

Uno de los debates claves es la cuestión del sobreendeudamiento. A partir del momento en el que se trabaja con poblaciones excluidas por los bancos y que son a la vez sociológicamente desfavorecidas, hay un riesgo de caer en un ciclo de sobreendeudamiento importante al ofrecer el préstamo fuera del sistema bancario. En Bélgica, se alcanza una cifra del 7% de la población en situación de desfallecimiento en referencia a un crédito: es el 10% en Bruselas. Esta cuestión es por tanto un elemento importante en el debate. Igualmente debo decir que para Bélgica a lo mejor no es siempre el caso de las micro-finanzas pero en todo caso, los actores han cogido este problema. Hay un oficio de sobreendeudamiento que publica las estadísticas sobre este problema. En Bélgica se hace hincapié en que los créditos sean para crear nuevas actividades generadoras y hay un control muy fuerte sobre el tipo de actividades. Esto se da menos en el sur porque la estructura hace que se confíe más en el Control social de los miembros del grupo o de la comunidad. Aquí hay un control fuerte efectuado por un comité de crédito que vigila la pertinencia del proyecto y su viabilidad. Esto permite reducir el riesgo de sobreendeudamiento.

Visitar las webs de ADIE, CREDAL y del Réseau Fiancement Alternatif