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Manuele Fior: de Italia a París a 5.000 kilómetros por segundo

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Cultura

Fauve d'Or en el festival de Angulema en 2011 con la novela gráfica Cinco mil kilómetros por segundo, Manuele Fior, dibujante italiano adoptado por la capital francesa, está a punto de publicar un nuevo libro. Nos encontramos con él en la Maison de l'Architecture de París para una conversación a tres voces —dos italianos y un francés— entre libros, tazas de té, carboncillos y lápices.

Son las 7 de la tarde en París. Y llueve. La Maison de l'Architecture está cerca de la Gare de l'Est, a solo diez minutos a pie de la redacción de cafebabel.com. Llegamos ante la cancela de este enorme edificio mientras a lo lejos observamos a un encapuchado que viene corriendo para abrir la puerta: “Bonsoir” contestamos a coro Adrien, el diseñador gráfico de la revista, y yo.

Manuele nos guía por el jardín interior de la Maison, un laberinto verde que culmina en la entrada lateral, para finalmente abrirnos la puerta de su apartamento. Luz cálida, cortinas rojas y una amplia mesa de trabajo —desbordada de colores, témperas, acuarelas y lápices— junto a una gran ventana que encuadra toda la habitación. A ello hay que añadir otros tantísimos libros que colorean las paredes junto a ilustraciones, carteles y notas garabateadas con bocetos y esbozos de caras.

Así es el estudio de Manuele Fior.

Indecisos de si hablar en italiano o en francés, mezclamos los idiomas durante los primeros diez minutos para después acabar inevitablemente hablando en italiano, colocándonos alrededor de la mesa con una taza de té cada uno. “Yo trabajo un poco por todos lados en casa”, comienza Manuele mientras mira a su alrededor como si también él hubiese entrado por primera vez en su apartamento.

Échale un vistazo a Fiamma Luzzati: las aventuras de una italiana en París.

Un estante entero de su librería está ocupado por alrededor de diez ediciones de Cincuenta mil kilómetros por segundo, del que está a punto de salir la versión americana por Fantagraphics Books. “Se trata de una historia personal, pues he estado en todas las situaciones de las que hablo, pero no autobiográfica”. Es el retrato de una generación “precaria también en los sentimientos” que se refleja en los sueños y deseos de Piero, Lucia y Nicola. Los tres se encuentran por casualidad en una Italia provinciana de los años setenta donde se descubren deslumbrados por la libertad de poder salir. Solo al final se dan cuenta de que el encontrarse a veces es más triste que el perderse y que, aunque sin cincuenta mil kilómetros de por medio, queda siempre un inexorable segundo de distancia.

“Ser italiano en Francia, la condición de extranjero, forma parte ya de mi vida, que no de mi carrera”

Mientras charlamos, el humo de las tazas de té dibuja garabatos en el aire y la mesa se llena de libros, cómics, aerosoles y más dibujos. “¿Conocéis a Blutch? ¿No? Voy a coger sus libros”. Vuelve con tres tomos en cada mano. Hojeamos páginas de Blutch y de Les autres gens, una especie de experimento de cómic digital nacido del ingenio de Thomas Cadène en el que ha participado el también historietista Bastien Vivès, para luego echar un vistazo a los primeros dibujos de su nuevo libro. “No trazo jamás un storyboard, me gusta que sea el dibujo quien me sugiera nuevas ideas, que los personajes, incluso los secundarios, se desarrollen por sí solos y pidan más espacio. Quiero descubrir el final como un lector, como si estuviese encontrándome con mis personajes por primera vez”.

Y a los personajes de su último cómic, L'Intervista, que saldrá en primavera en su versión francesa por Futuropolis y después seguirá en italiano a través de Coconino Press, los ha perseguido durante al menos tres años de trabajo “paciente, solitario y disciplinado”. “Se trata de una especie de anticipación fantacientífica”, nos anuncia. “Es una historia ambientada en Udine, la ciudad de mis padres, pero en el 2050, completamente inventada”, nos asegura. De cualquier modo, “si escribes una historia, esta inevitablemente acaba por hablar de cuestiones sobre las cuales te preguntas también tú”. Y con esta respuesta, me veo autorizada a preguntarle algo más sobre su relación con Francia.

Un lápiz italiano en París

“Me siento un dibujante italiano en Francia”, afirma sin dudar. Y, tras haber charlado en un metalenguaje de nuestra invención, pasa al francés. “Me gusta sentirme como una pequeña corriente de esta nouvelle vague del cómic en Italia iniciada por Gipi, el primero que pensó en usar las pinturas al óleo para el cómic —nos cuenta—. Pero, a pesar de sentirme incluso demasiado italiano aquí, no dejaré jamás Francia”. Una elección que va más allá de la estabilidad económica y de la posibilidad de renunciar a proyectos y comisiones. “Ser italiano en Francia, la condición de extranjero, forma parte ya de mi vida, que no de mi carrera”. Él ya forma parte de la banda de dibujantes franceses, desde Vivès a David Prudhomme, a pesar del apego a la que llama “l'équipe de football de Coconino Press”, su casa editorial italiana.

La próxima obra de este autor italiano.

“El cómic que está ahora de moda, aquel inmediato y más simple, baja la calidad de nuestro trabajo”, continúa, interrogando con la mirada a Adrien para confirmar su francés. “Tenemos derecho a un cómic no intuitivo, sino complejo y no de fácil lectura”. Como Inmigrants, libro colectivo concebido por la casa editorial francesa Futuropolis donde Manuele, entre otros autores, ha relatado la difícil historia de los inmigrantes contemporáneos. “Los de verdad, no como nosotros”, bromea.

La charla llega a su fin mientras Manuel nos muestra los dibujos originales de su último libro explicándonos cada detalle: desde el origen del paisaje hasta cómo Street View se ha convertido ya en un escenario de trabajo indispensable para cualquier dibujante. Para los últimos retoques, volvemos al italiano y a la pregunta que dos compatriotas en el extranjero no pueden dejar de hacerse: “Y tú, ¿de dónde eres?”. Fuera todavía llueve. Dejo la Maison de l'Architecture aún incrédula ante la noticia de que mi autor favorito sea romano, aunque de pequeño vivió durante cuatro años en un pueblecito junto al mío, en el Salento. A mucho menos de cincuenta mil kilómetros de distancia.

Fotos: portada, © Felisleo/Wikipedia; texto, © Adrien le Coärer.

Translated from Manuele Fior, dall'Italia a Parigi a 5000 chilometri al secondo